Murió Jane Powell, una de las grandes estrellas de los musicales clásicos de Hollywood
Fue una figura estelar de las películas de la MGM y brilló especialmente en Siete novias para siete hermanos, Boda real y Sinfonía del corazón; se casó cinco veces
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El adiós a Jane Powell hace que reviva en nuestra memoria el esplendor de los grandes musicales de Hollywood. Tenía 92 años y era una de las últimas sobrevivientes de aquella época dorada. Con una sonrisa resplandeciente, una mirada vivaz y un talento natural para cantar y bailar que ya empezaba a destacarse cuando apenas era una adolescente, Powell se ganó un lugar entre las grandes estrellas de la Metro-Goldwyn-Mayer, el estudio identificado para siempre con los mejores films musicales de la historia del cine estadounidense.
La cumbre de la carrera de Powell en el cine y en “la Metro” fue su aparición protagónica en Siete novias para siete hermanos (1954), de Stanley Donen, uno de los títulos más alegres del cine musical de todos los tiempos. Pocas veces se puso tanta energía, dinamismo y precisión coreográfica al servicio del ideal romántico tan característico de este tipo de relatos; está en cualquier antología del cine musical y figura entre las mejores producciones de MGM.
Powell fue la intérprete ideal de esta comedia con escenografía de western (todo ocurre en 1850, cuando el casamiento de un hombre hace que sus seis hermanos decidan imitarlo) que tuvo a Howard Keel como compañero ideal, gracias a ese porte viril con que lograba sin problemas hacerse gracioso o tierno. Algunos todavía recuerdan que Siete novias para siete hermanos nunca faltaba cada vez que se reestrenaban en el cine los grandes musicales de la MGM, algo que ocurría con frecuencia hasta fines de la década del 70 también en la Argentina.
Ese papel fue considerado siempre por Powell como el punto de llegada definitivo de una carrera que se construyó siempre alrededor de su imagen como chica de barrio y tierna heroína romántica.
Nació como Suzanne Burce el 1 de abril de 1929 en Portland, Oregon, casualmente el lugar ficticio en el que transcurría la acción de Siete novias para siete hermanos. Sus padres la imaginaron desde chica como otra Shirley Temple, porque ella aprendió de muy chica a lucirse en el canto, el baile y la actuación, y hasta tenía el mismo peinado con rizos.
Pero tardó un poco más en llegar al cine. Empezó a los 15 años, después de ganar un concurso de talentos gracias a la interpretación de un aria clásica en un programa de radio, y no le costó desde allí afirmarse en un mundo muy competitivo gracias a dos de sus atributos naturales: una personalidad magnética frente a las cámaras y una privilegiada voz de soprano que le permitía cantar en un amplio registro.
Con un contrato asegurado en la MGM, debutó en 1944 interpretando a una estrella adolescente de familia millonaria llamada Jane Powell que enamoraba a toda clase de chicos en ¡Viva la juventud!. Una de las canciones que interpretaba en esa película alcanzó una nominación al Oscar. Por imposición del estudio, el apellido de su personaje pasó a convertirse en el nombre artístico que la hizo famosa.
Cuando Powell llegó al principal papel femenino de Boda real (1951), otro de los grandes musicales de MGM, ya tenía un lugar ganado en ese ámbito y el de la comedia gracias a títulos como Deliciosamente peligrosa, El novio de mamá y Así son las mujeres. Boda real, en la que Powell tuvo como pareja nada menos que a Fred Astaire, fue el primer musical que Stanley Donen dirigió solo después de Un día en Nueva York y antes de Cantando bajo la lluvia, ambas co-dirigidas por Gene Kelly. Powell llegó a ese celebrado papel de Boda real tras la renuncia de June Allyson (quedó embarazada) y el despido de Judy Garland (no le perdonaron el faltazo a un ensayo).
Allí dejó por primera vez su eterno papel de novia adolescente, aunque supo conservar esa imagen de chica inocente y enamoradiza con la que lograba una llegada inmediata al público. Además de Boda real y Siete novias para siete hermanos, mantuvo su presencia como gran estrella del musical en Dos semanas de amor; Rica, joven y bonita, y ¡Qué pícaras mujeres!, cierre de su gran trayectoria en el género, que tuvo otro punto muy alto en Sinfonía del corazón, también dirigida por Donen en 1954. Para muchos, ese fue uno de los últimos grandes musicales de la historia de MGM.
El fin de esa era marcó también el comienzo del ocaso de Powell en el cine. No alcanzó su lucimiento en su primer papel dramático (La otra mujer, de 1958, junto a Hedy Lamarr) y en la comedia romántica Tres compromisos de amor (la última producción de la historia del estudio RKO) para sostener una trayectoria que, a partir de ese momento, se desplazó a la televisión y a los clubes de comedia, junto a algunas destacadas presentaciones en vivo en musicales de Broadway. Tuvo su última aparición en el cine en 1999 y se destacó por última vez en un episodio de La ley y el orden: Unidad de Víctimas Especiales, interpretando en 2002 a una mujer afectada de demencia senil.
Powell estuvo casada cinco veces. La primera de sus bodas tuvo 500 invitados y una de sus damas de compañía fue Elizabeth Taylor. Su último matrimonio, en 1988, fue con otra estrella infantil, Dickie Moore, que la inspiró a escribir un libro sobre la complicada vida de los actores más precoces de Hollywood. Tras la muerte de Powell, que falleció por causas naturales en su hogar de Connecticut, le queda al mundo de los grandes musicales clásicos de Hollywood dos sobrevivientes: Leslie Caron y Julie Newmar, que se lució con su nombre verdadero (Julie Newmeyer) al lado de Powell en Siete novias para siete hermanos, una década antes de convertirse en la mejor Gatúbela de la historia junto al Batman de Adam West.
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