Murió el compositor Angelo Badalamenti, quien alcanzó la fama por su trabajo en los films de David Lynch
El músico falleció este domingo por causas naturales, en su casa de Nueva Jersey; compuso para la banda sonora de la película Terciopelo azul y de la serie Twin Peaks, y trabajó junto a directores de la talla de Danny Boyle, Paul Schrader y Jane Campion
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El reconocido compositor Angelo Badalamenti, autor de la cautivante banda sonora de la serie Twin Peaks, falleció este domingo por causas naturales en su hogar de Nueva Jersey. Tenía 85 años. Su fructífera sociedad creativa con el realizador David Lynch, que incluye la música de todas sus obras desde Terciopelo Azul, le proporcionó una tardía fama y le abrió las puertas de Hollywood.
Tras ser descubierto por Lynch en 1986, el músico compuso scores para casi 100 films y series de tv. En el cine, trabajó junto a Paul Schrader, Jane Campion, Danny Boyle y Jean Pierre Jeunet, entre otros realizadores de renombre, y se volvió un compositor y arreglador buscado por algunas de las figuras más inquietas de la música popular como David Bowie, Paul McCartney, Pet Shop Boys, Marianne Faithfull y Siouxsie Sioux. También creó la música de los juegos olímpicos de Barcelona. En 1990, obtuvo un premio Grammy a la mejor canción instrumental, justamente por el tema de los títulos de Twin Peaks.
Badalamenti había nacido en Brooklyn en 1937, estudió composición en la Universidad de Rochester y completó su formación en la Escuela de Música de Manhattan. Tras terminar la universidad, empezó a ganarse la vida como profesor de música en una escuela secundaria. Su primera incursión profesional en los escenarios fue como pianista acompañando a cantantes de estándars en hoteles de Nueva York. En los años 60, trabajó como arreglador para importantes figuras de la música popular como Shirley Bassey, tuvo un éxito junto al cantante country Ronnie Dove y colaboró con los pioneros de la música electrónica Jean-Jacques Perrey y Gershon Kingsley para quienes escribió canciones bajo el pseudónimo “Andy Badale”. También logró que Nina Simone grabara dos de sus temas, “Hold No Grudge” y “He Ain’t Comin’ Home No More”.
A principios de los 70, desembarcó en el cine y compuso la banda sonora de los films Gordon’s War (1973) y Law and Disorder (1974), este último del cineasta checo Ivan Passer. Según parece, el realizador había pensado en contactar al legendario compositor norteamericano Aaron Copland para que trabaje en su film, pero cuando escuchó la música que había creado Badalamenti solo tras la lectura del guion descartó la idea y se quedó con él. Todo estaba dado para que su carrera como compositor despegara, sin embargo, desde ese momento no volvió a trabajar en el cine por más una década.
El inesperado encuentro con David Lynch durante la filmación de Terciopelo Azul torció nuevamente su destino. En la película, Isabella Rossellini debía interpretar el estándar “Blue Velvet” en el escenario de un night-club sórdido. Aunque, dado el calibre del lugar, su voz no tenía que descollar, la interpretación del tema no estaba a la altura de lo que Lynch esperaba. A medida que pasaban los días de ensayo con una coach vocal quedaba claro que Rossellini no podía cantar. El productor del film Fred Caruso propuso llamar a un amigo músico llamado Angelo, que tenía cierta experiencia en el cine y en el trabajo con cantantes, para que diera una mano. Lynch no tenía idea de quién era el tal “Angelo” y se negó varias veces hasta que la insistencia del productor y la realidad de que interpretación de Rossellini no iba para ningún lado hicieron que accediera.
Badalamenti llegó una mañana y pasó dos horas ensayando con Rossellini sentados al piano del lobby del hotel en el que se hospedaba el equipo del film. Al mediodía llegó Lynch sin demasiadas expectativas. El músico le dijo “es lo que es” y puso una grabación casera de su ensayo en un walkman. Al cabo de un par de minutos, Lynch se quitó los auriculares y exclamó: “Podemos poner esto en la película tal como está, es maravilloso”.
La relación de Lynch y Badalamenti se consolidó a partir de otro contratiempo de la producción del film. Para la escena romántica entre Jeffrey (Kyle MacLachlan) y Sandy (Laura Dern), Lynch quería usar “Song to the Siren”, una extraordinaria canción de Tim Buckley que entonces acababa de versionar el supergrupo indie This Mortal Coil en su primer disco, con la etérea voz de Liz Frazer de Cocteau Twins. Lynch se obsesionó con el tema al punto de que se convirtió en su canción favorita. Sin embargo, la banda -formada por el productor Ivo Watts-Russell, el director del sello británico 4AD, con la colaboración de todas las luminarias de su compañía- pedía 15 mil dólares por los derechos para el cine y De Laurentiis no estaba dispuesto a desembolsar ese dinero solo por 30 segundos de música de fondo. Otra vez Caruso sugirió usar a Badalamenti para que compusiera una canción similar. “¿Una canción para que ocupe el lugar de esta canción, esta canción que tengo que tener sí o sí?”, había contestado Lynch. “Hay 10 trillones de canciones en el mundo, pero no quiero ninguna de ellas, necesito ‘Song to the Siren’”. Caruso persistió con la negativa e insistió con su amigo: “Ya que David siempre estaba escribiendo cosas sueltas, le propuse que armara una letra y luego le pediríamos a Angelo la música”.
Badalamenti creyó que Lynch había accedido solo para demostrar que la idea era ridícula y así obtener lo que quería. “Me enviaron un papelito amarillo con unos versos” recordaba el músico en el documental Mysteries of Love. “El papel decía ‘el viento sopla / tú y yo flotamos / para siempre en la oscuridad’. Yo me dije ‘esto no es una letra; ¿cuál es la estrofa, cuál es el estribillo, donde está el puente, donde está el gancho?’. Nada rimaba. No sabía qué hacer. Lo llamé a Lynch y le pregunté qué tipo de música había imaginado para esa letra. Me dijo que tenía que ser algo que se moviera como la marea en el océano, que junte el espacio y el tiempo, que sea eterno e infinito. Le contesté ‘ya veo’, pero no tenía idea de a qué se refería. A fin de cuentas, escribí algo que pensé que podía funcionar y llamé a mi amiga Julee Cruise para que cantara”. La canción que compuso el músico, llamada “Mysteries of love” no solo fue a parar instantáneamente a la banda sonora reemplazando a la “irremplazable” de Buckley, sino que Badalamenti, Lynch y Cruise empezaron una colaboración que se prolongó por dos discos. Desde ese momento, Lynch no volví a requerir los servicios de otro músico.
Tras el éxito de la película, la carrera de Badalamenti como compositor y arreglador llegó a la cima. Su siguiente colaboración con Lynch fue en la banda sonora de la esotérica y hoy venerada serie Twin Peaks, cuyo tema de títulos presenta a la perfección el tono onírico y oscuro de lo que vendrá. Este track, a la vez hipnótico y amenazante, se convirtió en la composición más reconocida de Badalamenti.
“Las imágenes de Lynch están muy influidas por la música”, dijo al New York Times en 2005, “David suele sentarse conmigo al piano para describirme sus pensamientos, al tiempo que yo improviso una melodía”. Para su celebrada composición de Twin Peaks, Badalamenti recuerda que Lynch “aún no había filmado nada, pero me contaba que se imaginaba en un bosque oscuro con una nube tapando la luna y los árboles mecidos suavemente por el viento”.
“Yo toqué los acordes que me sugerían esa oscuridad. Él me dijo que veía a una chica hermosa y atribulada saliendo del bosque y caminando hacia la cámara. Continué con los sonidos que me inspiraban sus palabras. Las notas simplemente aparecían. David estaba mudo a mi lado, tenía escalofríos y había lágrimas en sus ojos. ‘Veo Twins Peaks, ya lo tengo’, me dijo”. Claramente, el aporte de Badalamenti en la filmografía de Lynch excedió el mero acompañamiento musical de las imágenes y era una inspiración directa para el realizador.
Desde hace tiempo, Lynch hace un insólito reporte diario del tiempo en su canal de Youtube. En el de este lunes no se refirió explícitamente a la muerte de Badalamenti aunque se limitó a decir “hoy no hay música”.
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