Murió el checo Jiri Menzel, director de Trenes rigurosamente vigilados
Junto a Miloš Forman fue el nombre internacionalmente más famoso de la denominada Nueva Ola Checa de los años 60. Pero a diferencia del célebre director de la divertida Los amores de una rubia o la excepcional Amadeus, con el fin de las aperturas políticas de la "Primavera de Praga", Jirí Menzel –quien murió el fin de semana, a los 82 años– no huyó de la Checoslovaquia ocupada por los tanques del Pacto de Varsovia en agosto de 1968. Se quedó para siempre en su Praga natal, donde era considerado el último gran sobreviviente de la "época de oro" del cine checo, tras el fallecimiento de Vera Chytilová, en 2014, y de Miloš Forman, en 2018.
"Soy un niño de la preguerra. Durante la ocupación recuerdo que no me estaba permitido decir algunas cosas que escuchaba en casa. Esta es mi impresión más fuerte: en casa puedo decir algo, pero en la calle no. En ese ambiente nací y así fui educado", confesaba a la legendaria revista Tiempo de Cine sobre su infancia Menzel, nacido el 23 de febrero de 1938. Esa ambigüedad en el discurso, junto al descubrimiento del erotismo, serán dos de las constantes de su cine junto con la traslación a la pantalla grande de los relatos del eminente escritor checo Bohumil Hrabal.
Tomando su relato sobre la vida del joven Milos en una estación de trenes de un pequeño pueblo checoslovaco y el despertar sexual durante la ocupación nazi realizará Menzel su ópera prima, Trenes rigurosamente vigilados, que le otorgará fama mundial y el segundo Oscar a la mejor película extranjera para Checoslovaquia. Antes, como actor, había participado en el corto El techo de Vera Chytilová, en 1961, y dos años más tarde fue asistente de dirección de la directora en su película Sobre mujeres diferentes, a la par que realizó sus primeros cortometrajes como realizador: Casas construidas con paneles (1960), Se nos ha muerto el señor Foerster (1962), La muerte del señor Baltazar (1965) y Crimen en la escuela de señoritas (1965), en tanto participa de películas colectivas realizadas al amparo de la Nueva Ola y de la escuela de cine FAMU.
Contradicciones de la vida, Menzel había sido expulsado de la escuela y gracias a gestiones de los profesores pudo continuar estudiando, aunque conocía el mundo del cine desde su infancia gracias a su padre, el periodista Josef Menzel, que también escribía libros para niños y era habitual guionista de animadores como Bretislav Pojar o Hermína Týrlová.
Luego de Trenes rigurosamente vigilados, Menzel rodó Un verano caprichoso con la historia del encuentro entre un cura, un militar y el dueño de un hotel termal donde todo es la vida disipada y contemplativa hasta que la llegada de un grupo de comediantes altera la taciturna dinámica y, además, obliga a contemplar a la bella Anna.
La película, que ganó el Globo de Cristal del Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, fue seleccionada para la Competencia Oficial del Festival de Cannes pero no llegó a exhibirse por los sucesos de Mayo del 68. La siguiente, Alondras en un hilo (que terminó en paralelo a la llegada de los tanques a su país y no pudo estrenar), fue prohibida durante veinte años. No era para menos, el texto de Hrabal situaba la irónica historia en un campo de prisioneros (llamados eufemísticamente de "reeducación"), adonde el gobierno comunista dirigía a aquellos que fueran catalogados de burgueses. Con la caída del comunismo, la película pudo ser exhibida en el Festival de Berlín y conquistó el Oso de Oro en 1990. Ese film le valió la prohibición de participar en la vida cultural checa durante el comunismo y sólo fue rehabilitado luego de condenar públicamente sus películas previas.
Refugiado en la nostalgia, a fines de los 70 concretó un enorme clásico que evoca al cine mudo con Los locos de la manivela, y volverá a versionar a Hrabal en Tijeretazos, una comedia situada en una cervecería a comienzos del siglo XX con la que obtuvo el premio especial en el Festival de Venecia, y otra vez de la mano de su autor predilecto La fiesta de las campanitas, con un pequeño pueblo rural que evidencia la vida cotidiana de sus habitantes a partir del conflicto entre dos grupos de cazadores brindó lucimiento a grandes actores checos como Rudolf Hrusínský, Josef Somr o Petr Cepek e incluso permitió la participación del gran realizador Frantisek Vlácil.
Menzel volverá al plano internacional con una nueva nominación al Oscar en 1986 por Mi dulce pueblito. Su siguiente gran trabajo por esos años será la comedia Aquellos buenos, viejos tiempos situada en la recién creada Checoslovaquia de 1918. Seguramente fue su última gran película como realizador, luego rodó otras dos basadas en las piezas teatrales de Václav Havel y continuó filmando con suerte dispar hasta 2013 cuando concretó The Don Juans (Donsajni), aunque su última película que recibiera la atención internacional fue su retorno a un texto de Hrabal con Yo conocí al rey de Inglaterra, por la que obtuvo el premio Fipresci en Berlín y el León checo de la Academia de su país a la mejor película.
Simpático y dueño de una sonrisa amable, este cronista comprobó su fascinación por el fútbol en el Mundial 2014 que lo tuvo como simpático conversador y espectador de los partidos durante el Festival de Karlovy Vary. Menzel tuvo una salud envidiable hasta que hace tres años, cuando al volver de unas vacaciones contrajo meningitis y nada volvió a ser como antes. Con todo, se permitió frente a terribles dolores, culminar la que sería su última película protagonizando El intérprete, de Martin Sulik, por la que ganó un premio como mejor actor en Eslovaquia. Jirí Menzel se casó con Olga Menzelova en 2004, a la que doblaba en edad y ella anunció su muerte a través de las redes sociales con un mensaje pleno del humanismo y sensibilidad como el que Menzel entregó al cine: "Jirinka, gracias por todos los días que podría estar contigo. Fue excepcional. Gracias por los difíciles últimos 3 años. Seguiste ayudándome. Con tu valentía, gusto, extraordinarias ganas de vivir y humor. Te deseo una linda nubecita, como tú mismo dijiste".
Menzel siempre señalaba que la risa es la mejor forma de conocer el mundo.
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