Murió Agnès Varda, la "abuela" de la Nouvelle Vague que seguía filmando a los 90 años
La directora Agnès Varda , considerada la abuela de la Nouvelle Vague, murió anoche a los 90 años, según declaró su representante de prensa Cécilia Rose de Tamaris. Varda había presentado hace poco más de un mes, en el festival alemán de cine Berlinale, Varda by Agnès, un film donde repasaba su vida de cineasta. Allí, también había anunciado que se retiraba del cine para centrarse en la realización de instalaciones artísticas.
De Tamaris, quien fue su productora durante los últimos 17 años, la cineasta murió en su hogar vítivma de un cáncer que la aquejaba. "Este viernes por la tarde iba a inaugurar una exposición en Chaumont-sur-Loire, que se abrirá sin ella", explicó.
Varda decía de su carrera: "Nunca he hecho películas políticas, sencillamente me he mantenido en el lado de los trabajadores y de las mujeres". Así realizó medio centenar de obras audiovisuales y varias instalaciones artísticas. En Varda by Agnès, daba una lección de cine y repasaba a su vida artística a través de conferencias que había dado en los dos últimos años por el mundo. "Nunca quise decir nada, pero para quien le interese, ahí queda", aclaró en Berlín. Varda contaba en pantalla que su larga carrera se dio gracias a sus tres pilares para hacer cine: "Inspiración, creación y compartir el resultado". Así explicaba el éxito de películas suyas como Cleo de 5 a 7 (1962); La felicidad (1965), el documental sobre los Black Panthers que realizó en 1968 cuando ella y su marido, Jacques Demy, vivieron en Los Ángeles; Una canta, otra no (1977) o Sin techo ni ley (1985).
La cineasta supo utilizar los adelantos tecnológicos y fue de las primeras en usar cámaras digitales: "Desde luego, por mi estilo documental, agradezco la llegada de las cámaras digitales. Por su tamaño y manejabilidad, por su facilidad para poderlas esconder, a mí me han ayudado muchísimo". Así se convirtió en documentalista de referencia con Los espigadores y la espigadora (2000), Dos años después (2002), Las playas de Agnès (2008) o Caras y lugares (2017). "El documental te pone al servicio de los sujetos. El cineasta se convierte así en un intermediario entre los personajes y el público".
Varda nació en Bruselas el 30 de mayo de 1928, con el nombre de Arlette Varda, su padre procedía de una familia de refugiados griegos y su madre era francesa. Estudió Historia del Arte en la École du Louvre y empezó a trabajar como fotógrafa en el Théâtre National Populaire (TNP) de París. Le gustaba la fotografía, pero estaba más interesada en el cine. Y por eso, tras grabar en la Sète, la ciudad pesquera, por encargo de un amigo, decidió en 1954 realizar su primera película, La Pointe Courte, que narraba la historia de una triste pareja y su relación en la pequeña ciudad. Para filmar "se necesita paciencia", decía Varda, y siempre sacaba la cámara a la calle "porque nada es banal si se filma con empatía y amor". Y en Berlín recordó los dos elementos que le inspiraban: las playas -siempre presentes en su cine, ya que contienen los tres elementos con la arena, el cielo y el mar- y las patatas, un descubrimiento más del siglo XXI.
Se casó dos veces: la primera con director teatral Antoine Boursellier con quien en 1958 tuvo una hija, Rosalie Varda, directora artística y la productora de Varda by Agnès. En 1962 se casó con Jacques Demy, a quien acompañó hasta su muerte en 1990. A él le rindió varios homenajes fílmicos: en Jacquot de Nantes (1991) ilustraba la infancia de Demy, y volvió a su universo en Les demoiselles ont eu 25 ans (1993) y L'univers de Jacques Demy (1995). De ese matrimonio nació el actor Mathieu Demy.
Ganadora del Oscar honorífico en el mismo año en que compitió al Oscar a mejor documental con Caras y lugares (2017), la realizadora belga aseguraba que el cambio de siglo significaba también su cambio de campo artístico: "Si se fijan, mi carrera se divide en dos partes, la del siglo XX y la del XXI. En la primera soy más bien cineasta, en la segunda, artista". Para Varda, "las películas no detienen el tiempo, sino que lo acompaña".
El País
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