Misterio a la vista: Adam Sandler y Jennifer Aniston “juegan de memoria” pero su química comienza a perder frescura
Si bien el segundo caso del matrimonio de detectives no sorprende ni busca innovar, la película es, por lo menos, simpática de ver y tiene más acción que la entrega original
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Misterio a la vista (Murder Mystery 2, Estados Unidos/2023). Dirección: Jeremy Garelick. Guion: James Vanderbilt. Fotografía: Bojan Bazelli. Música: Rupert Gregson-Williams. Edición: Tom Costain, Brian Robinson. Elenco: Jennifer Aniston, Adam Sandler, Mark Strong, Mélanie Laurent, Jodie Turner-Smith, John Kani, Kuhoo Verma, Dany Boon, Adeel Akhtar, Enrique Arce. Duración: 90 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra calificación: buena.
La sociedad creativa entre Jennifer Aniston y Adam Sandler se ha mantenido inalterable con el paso del tiempo, lo que no necesariamente es algo bueno en términos artísticos. Tanto en Una esposa de mentira (2011) como en las dos entregas de Murder Mistery (Misterio a bordo, de 2019, y esta nueva película que nos ocupa, disponible a partir del viernes 31), la dupla ha hecho uso y abuso de un timing perfecto para el humor verbal, así como también para el gag físico, aunque algo disminuido por el paso del tiempo. Jennifer y Adam juegan de memoria, pero en ese conocimiento mutuo subyace la pérdida del brillo y la frescura. Y cuando no se tiene nada más, la cosa se complica.
Esta secuela encuentra al matrimonio Spitz lidiando con el fracaso de su agencia de detectives, consecuencia directa de lo sucedido en la primera película. La invitación al casamiento de su amigo marajá (Adeel Akhtar, también resucitado directamente del episodio anterior) es la excusa perfecta para poner en pausa los problemas y viajar a la isla donde se celebrará la boda millonaria. El secuestro del novio colocará fortuitamente a la pareja en el centro de la escena, para resolver un nuevo misterio entre equívocos e intuición.
El esquemático guion, que avanza fluidamente pero sin sorpresas, le debe mucho al género de la comedia de detectives, que se ha hecho (mejor) en el pasado. Aunque a favor del guionista James Vanderbilt hay que decir que, a diferencia de la primera entrega -donde había que esperar casi un tercio de película para que pasara algo más que la presentación de los personajes-, aquí la acción comienza casi inmediatamente, imprimiéndole un ritmo más parejo al conjunto.
Un puñado de pintorescos sospechosos (la novia francesa, una condesa, un futbolista retirado, la hermana del secuestrado, su custodio) visten la hora y media con momentos estancos, escritos más para su lucimiento que para hacer avanzar la trama. Nadie está fuera de lugar, aunque ninguno brilla por sobre el resto. Por el lado del binomio protagonista también hay un cambio, con Sandler dando un paso hacia atrás y dejándole los mejores momentos a su compañera, que los aprovecha con su solvencia habitual.
Si bien la trama de Misterio a la vista no sorprende, la película es, por lo menos, simpática de ver. Con unas pocas escenas que se destacan por sobre la media gracias a una alquimia entre dirección, diálogos y coreografía que acierta en la construcción del momento cómico. De ellas la mejor ocurre dentro de una camioneta, con asesinos enmascarados, armas, una lucha cuerpo a cuerpo y un inspirado absurdo.
A caballito del éxito de su predecesor, así como también de cierta pretensión de reformular el género junto a otros títulos –como la saga de Entre navajas y secretos– el film dirigido por Jeremy Garelick se mueve sobre terreno seguro. Preciso en sus intenciones, pero sin arriesgarse a ser algo más que un entretenimiento muy pasatista. Que en el camino ha ganado en factura técnica, pero resignando entusiasmo y sorpresa.
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