Miranda, de viernes a lunes: sensible historia sobre los cambios generacionales con una brillante Inés Estévez
El nuevo largometraje de María Victoria Menis aborda la transformación de una mujer en un momento socialmente convulsionado
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Miranda, de viernes a lunes (Argentina/2024). Dirección y guion: María Victoria Menis. Fotografía: Daniel Andrade. Edición: Josefina Llobet. Elenco: Inés Estévez, Ricardo Merkin, Elvira Oneto, Luciana Grasso, Laura Grandinetti, Diego de Paula. Distribuidora: Batata Films. Duración: 86 minutos. Nuestra opinión: buena.
Hay una libertad palpable en Miranda, de viernes a lunes, el nuevo largometraje de la realizadora María Victoria Menis que registra unas horas decisivas en la vida de la protagonista excluyente de la historia, la profesora de literatura interpretada por Inés Estévez. Si esas horas son cruciales para Miranda, es porque ella se permite una apertura, un diálogo con figuras de diferentes generaciones que no solo modifican su microclima sino que también lo amplían.
Así, el film va de menor a mayor, con viñetas en las que vemos la relación de la mujer con sus hijas, su cotidianidad disfrutando de la simpleza de lo hogareño, además de adentrarnos en su ámbito laboral donde Miranda es advertida de denuncias de abuso de sus alumnas, un cimbronazo que la empuja a conocer esas historias y, de esa forma, conocerse más a sí misma.
Con una puesta en escena austera, algunos tramos signados por la música como motor para seguir aferrándose a lo vital, la película de Menis no necesita de soliloquios pomposos ni de golpes bajos para ponernos de cara a la realidad que aborda: cómo el movimiento feminista implica tanto una enorme lucha como un enorme aprendizaje.
Si bien Miranda parece procesar con celeridad lo que le comparten, cuando llega el momento de afrontar disyuntivas personales, como una áspera conversación con su madre o una charla descarnada con amigas, su óptica ya no es la misma porque ella comenzó a posicionarse ante los dilemas de una forma mucho más honesta y cándida. Menis, quien tomó para su guion diversas acusaciones de acoso y abuso sexual que realizaron alumnas de colegios secundarios de la Argentina, pone el foco en los cruces generacionales y sus aristas.
Como consecuencia, en su largometraje percibimos una necesidad de su protagonista de empaparse de la valentía de la juventud para revisitar un pasado en el que se normalizaban situaciones a las que ahora se les pone nombre. Por lo tanto, la directora también muestra conversaciones de Miranda con sus hijas que denotan un mutuo entendimiento a pesar de las discrepancias y de algunos roces ocasionales que no empañan el deseo de construir a partir de esos cambios socioculturales.
Por lo tanto, aunque Miranda, de viernes a lunes pueda carecer de cierta urgencia narrativa, cuando Miranda debe ingresar nuevamente a ese colegio, el escenario de episodios de violencia machista, lo hace con la inspiración de sus jóvenes alumnas como motor para desafiar al sistema, cerrar la puerta y tomar una decisión a consciencia. En ese contexto, Menis retrata una marcha fervorosa, con mujeres jóvenes alzando la voz, y con Miranda observándolas con una mezcla de emoción y orgullo, una de las tantas secuencias en las que Estévez brilla sin emitir palabra, apoyándose en gestos sutiles que reflejan la transformación de una mujer que resignifica su vida, entre el dolor por lo que deja atrás y la expectativa por reencontrarse con sus verdaderas pasiones, con la pulsión de vida.
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