Mickey Rourke: otra vez dispuesto a dar pelea
Después de un largo período de autodestrucción, el actor reaparece en gran forma y por su papel en El luchador es serio candidato a llevarse un Oscar; el film se estrena el 19 de este mes
Hace exactamente 20 años, el Festival de Cannes literalmente se detuvo. Toda la atención se volcó hacia quien llegaba hasta la Costa Azul como máxima atracción, a tal punto que el aluvión de periodistas y fotógrafos obligó a trasladar la rueda de prensa con Mickey Rourke como estrella única al salón de un hotel. La sala de periodistas quedaba chica.
Con una mirada límpida, una sonrisa transparente y un rostro de profunda expresividad, Rourke llegó a Cannes para presentar la película de Liliana Cavani en la que interpretaba a San Francisco de Asís. Toda Francia estaba por entonces a sus pies, augurándole un destino seguro como sucesor de Brando y de James Dean. Desde La ley de la calle hasta Mariposas de la noche, todas sus apariciones en pantalla sólo cosechaban elogios y admiración. "Era el mejor actor de su generación", llegó a decir el director de ese último film, Barbet Schroeder.
La historia se repitió, ahora en Los Angeles. El 11 de enero último, la flor y nata de Hollywood saludó con entusiasmo el Globo de Oro a mejor actor dramático que Rourke se adjudicó por su papel protagónico en El luchador (The Wrestler). Lo mismo había ocurrido en el último Festival de Venecia y cada vez son más los que auguran que la misma escena podría producirse el 22 de febrero cuando se entreguen los Oscar. Tres días antes, el jueves 19, Distribution Company estrenará entre nosotros este film, una producción independiente dirigida por Darren Aronofsky ( La fuente de la vida ), que sólo tras el Festival de Toronto logró asegurarse su distribución internacional.
Pero lo que acaba de ocurrir no es el resultado natural de lo que imaginaban todos los que estuvieron cerca de Rourke en aquella rutilante aparición en la Croisette. Durante gran parte de los 20 años que separaron a Francesco de El luchador , Rourke dejó de ser un rostro sin pasado (título de uno de sus últimos éxitos) para convertirse en un hombre casi sin futuro.
El joven actor que había llevado al extremo su actitud rebelde, despotricando a diestro y siniestro contra Hollywood, sus ejecutivos y hasta algunos de sus colegas (llegó a ensañarse particularmente con Warren Beatty) logró finalmente que el cine se olvidara de él, pero pagando el durísimo precio de la autodestrucción. Un accidentado matrimonio con la actriz Carré Otis y una sucesión de crisis personales acabaron con su vida de estrella. El resto fue producto del cumplimiento de un viejo sueño: hacer boxeo. Con peleas profesionales y exhibiciones (que trajo incluso a Buenos Aires en 1993), Rourke terminó de arruinar su imagen de seductor irresistible de antaño, y comenzó a preocuparse seriamente por las secuelas permanentes de ese descenso a los infiernos en su salud.
Ahora, a los 52 años, tiene otra cara, cargada de marcas y cicatrices. Confía sólo en sus cuatro perros chihuahua, recuerda los durísimos tiempos en los que un amigo le daba 200 dólares por semana para comer y vive con intensidad este regreso, gracias al cual Hollywood parece haberlo indultado, mientras él promete no volver a las andadas y reivindicarse como actor.
En El luchador , papel al que llegó como segunda opción porque ningún estudio estaba interesado en contarlo otra vez como protagonista, Rourke encarna un papel que representa buena parte de su calvario personal. Marginado del estrellato en su actividad, con un ataque al corazón y el desprecio de su hija a cuestas, trata de reivindicarse personal y profesionalmente con la ayuda de una stripper (Marisa Tomei, también nominada al Oscar como actriz de reparto).
"Yo no sé nada de política y de negocios, y en el Oscar hay mucho de eso. Sólo sé de actuación. Además, estoy seguro de que Sean Penn volverá a ganar", dijo sobre el protagonista de Milk , una de las figuras que en su momento llegaron a idolatrar a Rourke. Por lo pronto, parece decidido a no dar pasos en falso e hizo saber que finalmente no aceptará llevar la ficción a la realidad y combatir con un auténtico astro de la lucha televisada, Chris Jericho, el 5 de abril en Houston. "Este cambio ha sido muy duro para mí", confesó hace poco. Rourke está de vuelta, para pelear en el cine y en la vida por su lugar.
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