Michael B. Jordan: cómo el villano de Pantera negra cumplió el sueño de conquistar Hollywood
Él siempre se ocupa, en cada entrevista que brinda, de deslizar el motivo por el cual decidió dedicarse a la actuación: acortar la brecha entre el intérprete y el receptor, buscar que el espectador se sienta, a su manera, representado. Michael B. Jordan, oriundo de Santa Ana, California, se mudó a Nueva Jersey en su adolescencia y se inscribió en la secundaria Newark Arts High donde empezó a cultivar su pasión por el fútbol americano, al tiempo que trabajaba como modelo. Sin embargo, todo eso resultó efímero. La actuación era su vocación y Jordan lo sabía. Lo que no esperaba, seguramente, era que su carrera iba a despuntar a muy temprana edad, más precisamente a los quince. "Me iba desde Nueva Jersey a Manhattan, y esos constantes viajes me daban una sensación de que estaba peleando por algo. Me convertí en una persona que luchaba por lo que quería, que no bajaba los brazos, que se esforzaba, pero jamás me consideré una estrella infantil", declaró en una entrevista con la revista GQ.
The Wire, la primera gran oportunidad en una serie de culto
La brutal creación de David Simon - cuyo primer episodio se emitió en el 2002 por la pantalla de HBO -, lo encontró a Jordan levemente preparado para el desafío de interpretar a Wallace, un joven traficante de drogas que operaba en ese microcosmos llamado The Pit. A fin de cuentas, el actor ya había participado de otras series (Los Soprano, Cosby) antes de sumarse a ese policial al que nadie le auguraba, inicialmente, estatus de culto. "En ese momento era solo un programa, pero paulatinamente la audiencia creció y se transformó en algo especial, al punto tal de que la gente solía llamarme Wallace cuando me conocía, de algún modo ese personaje rompió el hielo", recordó.
Wallace fue el primero de diversos roles televisivos para Jordan, en series como All My Children, CSI, Cold Case y, sobre todo, en el combo Friday Night Lights-Parenthood, dramas en los que tuvo roles significativos. "Mirándolo en retrospectiva, estoy haciendo esto desde hace tanto tiempo que nunca sentí que me llegó todo demasiado rápido, no es que de la noche a la mañana exploté, no fue así. Fue paulatino. Me enamoré del trabajo mientras sucedía", expresó, no sin antes confesar que, si bien el indie fue su primera casa, las aspiraciones siempre fueron un poco más altas."Continuamente estoy adelantándome a las cosas, miro el trabajo de actores como Tom Cruise y Leonardo DiCaprio, quienes hicieron tanto películas chicas como superproducciones, y considero que éso es a lo que apunto. Si me preguntás qué quiero hacer, yo quiero que la gente vea lo que hago", confesó con contundencia a la revista Time.
Ryan Coogler, el director que cambió su vida
El salto al cine se produjo a través de esas pequeñas gemas a las que Jordan aludía, especialmente el largometraje de ciencia ficción de Josh Trank, Chronicle, estrenado en el 2012. De todas formas, no fue hasta el año siguiente que su carrera dio un enorme vuelco gracias a un nombre: Ryan Coogler. El cineasta - también californiano - estaba desarrollando su ópera prima, Fruitvale Station, una biopic sobre el último día de vida de Oscar Grant, un joven que fue asesinado sin motivo por el policía Johannes Mehserle en la estación Fruitvale Bay Area Rapid Transit en Oakland. Hasta el día de hoy, Jordan admite que si no hubiese sido por la conexión instantánea que tuvo con Coogler, el papel le hubiese quedado grande. "Entablamos un lazo muy fuerte, él es una persona muy especial, ya un mejor amigo, alguien que me entiende. Cuando trabajamos juntos no se siente como trabajo". De hecho, Coogler fue la primera persona en incentivar a Jordan a dirigir algún proyecto en el futuro, paso para el que todavía no se siente preparado.
Fruitvale Station se estrenó con unánime aval crítico, y Coogler recibió tanto el premio del jurado como el de la crítica en el Festival de Cine de Sundance. Jordan, por su parte, fue nominado en diversos círculos y alzó el galardón Gotham en la categoría Revelación. Para él, sin embargo, esos reconocimientos empalidecían en comparación al verdadero logro del film: respetar a la familia de Grant y brindarle una producción sensible. "El saber que tenía una hija y que su familia iba a ver la película me generó mucha presión, pero después eso mutó en otra cosa: pensé que él podría haber sido yo, y ahí me hizo el click de que tenía que interpretarlo", declaró el actor, en relación a los múltiples casos de brutalidad policial producto del racismo.
Luego de esos dos traspiés llamados Los cuatro fantásticos - donde se reencontró con el realizador de Chronicle, Josh Trank, pero sin la misma suerte - y Las novias de mis amigos - una oda a la misoginia, co-protagonizada por Miles Teller y Zac Efron -, a Jordan le sonó el teléfono y era, nuevamente, su amigo Coogler. ¿El motivo? Convocarlo para el spin off de Rocky, Creed, co-escrito por él y Aaron Covington, centrado en Adonis Creed, hijo del mítico Apollo, rival de Balboa (Sylvester Stallone, nominado al Oscar por este rol), quien a su vez pasa a convertirse en mentor del joven. El resultado fue bestial, una película que homenajeaba la saga de Rocky al tiempo que construía su propio universo, uno sobre los parias, los luchadores, los que tienen que esforzarse el doble para llegar a la meta. El mensaje, sin dudas, tocó de cerca al actor.
"En Creed me sentí libre porque nadie conocía a Adonis, a diferencia de Oscar [Grant], por lo cual podía empezar de cero, sin generar expectativas o sin ponerme mochilas". Sin embargo, el actor no descansó en eso y pasó un año entero entrenándose para el papel, lo cual implicó aprender a boxear y ponerse en forma con una rutina de ejercicios estricta y agotadora de tres veces por día, seis días a la semana. "Sacrifiqué todo lo que es bueno en este mundo y comí todo aquello que es insípido", bromeó el actor en diversas entrevistas.
Nuevamente, la crítica acompañó la segunda colaboración del tándem Coogler-Jordan, y Sly, otro admirador del equipo, destacó desde su cuenta de Instagram el próximo gran proyecto del cineasta y el intérprete: Pantera negra. "Quiero brindar mis súper felicitaciones a Ryan Coogler y Michael B. Jordan, dos enormes talentos. Siempre supe que iban a llegar a la cima. Estoy muy orgulloso de ustedes", escribió el actor en la red social.
Pantera negra y un villano que elude los estereotipos
Basada en el cómic de Marvel de Stan Lee y Jack Kirby de 1966, Pantera negra es un éxito irrebatible: actualmente lleva recaudados US$462 millones y algunos de sus actores estarán de regreso cuando llegue a nuestras salas Avengers: Infinity War el 26 de abril. Con Chadwick Boseman en el rol protagónico y un cast que incluye nombres como los de Daniel Kaluuya, Angela Bassett, Lupita Nyong'o, Forest Whitaker, Sterling K. Brown y Danai Gurira, Coogler hizo lo que muchos cineastas del indie no lograron (Josh Trank, para el caso): hacer la transición del circuito pequeño al mainstream preservando la esencia y dominando un relato de descomunal proporción.
Boom! #BlackPanther #ErikKillmonger
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Coogler y su co-guionista, Joe Robert Cole, quisieron darle a Erik "Killmonger" Stevens (Jordan) un background que nos haga comprender cabalmente sus acciones, con capas de complejidad que habitualmente escasean en los personajes de villano. La preparación del actor, como en cada uno de sus papeles, volvió a pasar por su objetivo de que el personaje sea reconocible. "Cuando tenés un antagonista con el que te podés vincular, o que te recuerda a alguien, lográs mayor empatía, por eso tuve que aislarme bastante para incorporar esa soledad que siente Erik. Pasé mucho tiempo con mi cabeza", reveló el actor, quien también remarcó el valor que tiene Pantera negra en el panorama actual. "En este momento, que la gente haya conectado tanto con la película, nos deja en claro que la comunidad afroamericana está ganando el terreno que merece, y eso es muy importante, la representación es clave: hay una audiencia que siente que algo le está hablando desde su mismo punto de vista".
Mientras disfruta del éxito del film, Jordan también se prepara para el futuro, uno que lo encontrará protagonizando junto a Michael Shannon una adaptación de Fahrenheit 451 para HBO; uno en el que colaborará con Netflix para la serie de ciencia ficción Raising Dion; y uno en el que volverá a ser dirigido por Coogler, tanto en el drama Wrong Answer, como en Creed II. Los guiones, por el momento, los estudia junto a sus padres, quienes viven con él en una mansión en Sherman Oaks, California, que el actor les compró hace tres años.
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"Es el sueño de todo chico, poder comprarles a mamá y a papá su casa", aseveró el actor que ya está definitivamente instalado en Hollywood, donde vuelve a ser ese adolescente que pelea por lo que anhela, aunque los desafíos hayan ganado otra tesitura. Para el caso, el leit motiv persiste: ser valorado por el espectador. Como explicó en una charla con el New York Times: "Si puedo mostrar humanidad y vulnerabilidad en mis personajes, entonces podré construir un puente con quien los ve".
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