Los secretos detrás del film con Macaulay Culkin y Anna Chlumsky que se estrenó hace tres décadas y que aún sigue haciendo llorar
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Debía ser una historia de amor ingenua e infantil, pero se convirtió en uno de los films cuyo inesperado final dejaba a los espectadores con la boca abierta. “La película de las abejas” o “la película donde Mi pobre angelito muere”, como algunos la llamaron, supuestamente dejaba a los niños con tales ataques de angustia que miles de personas pidieron prohibirla. Sin embargo, Mi primer beso logró volverse un clásico inesperado del cine de la década del 90, con un Macaulay Culkin en el mejor momento de su carrera y una protagonista talentosa a la que la industria le dio la espalda.
Una idea disruptiva
En 1988, la escritora Laurice Elehwany comenzó a recorrer los estudios de Hollywood con su primer guion. Se titulaba “Nací con ictericia” y era la historia de una niña dulce pero algo cínica que perdía su inocencia al vivir una serie de sucesos que la marcaban para siempre. Aunque la idea era potente y distinta, su originalidad le jugaba en contra, ya que no había registros de una película melancólica y cargada de emociones que estuviese pensada para el público infantil. En un ambiente conservador como el de la meca del cine, nadie le veía atractivo a un proyecto tan disruptivo.
Elehwany, sin embargo, confiaba en su idea y no dejó de presentarla en todas las productoras e incluso la envió al prestigioso Nicholl Fellowship in Screenwriting, un certamen internacional para guionistas debutantes que elige cinco obras al año para desarrollar más allá de su potencial comercial. Sin embargo, allí también recibió malas calificaciones.
La escritora nunca perdió las esperanzas y su tenacidad rindió frutos cuando, en 1990, logró vender el libro a la productora Imagine Entertainment, fundada por el director Ron Howard y el productor Brian Grazer. La dupla le vio potencial para hacer un film de poco presupuesto gracias a las exenciones de impuestos en el estado de Florida, y convocó para su dirección a Howard Zieff, un muy efectivo realizador conocido por sus avisos publicitarios en los 70.
Tanto Howard como Grazer encontraron fascinante el guion original de Elehwany y casi no le hicieron cambios. La historia se centraba en Vada Sultenfuss, una niña de 11 años hipocondríaca, cuya madre murió en el parto, y que vive con su abuela senil y su padre, que trabaja en una funeraria. Luego de un año de soportar a sus crueles compañeros de clases, un nuevo vecino le renueva las ganas de vivir y se enamora por primera vez. Pero las cosas no salen como ella espera ya que el ataque de un grupo de abejas termina con la vida del pequeño.
Para los realizadores la clave de poder transmitir todos los matices de la historia era tener un elenco sólido. Por eso para el reparto adulto pensaron en Dan Aykroyd como padre de Vada -aunque estuvieron en danza también los nombres de Tim Allen, Bill Murray y Chevy Chase- y para su nueva pareja, la flamante maquilladora de la funeraria, a Jamie Lee Curtis.
En cuanto a la protagonista, Imagine Entertainment realizó un casting en el que encontraron a Anna Chlumsky, una niña de diez años que no tenía ninguna experiencia más que en comerciales de TV, modelando en centros comerciales y como extra en algunos films menores. Sin embargo, enamoró a todos en su prueba de cámara y le dio tanto impulso al proyecto que Columbia Pictures se sumó a la producción a cambio de poder influir en algunas decisiones.
Además de correcciones menores en las escenas, el gran estudio de Hollywood decidió apostar fuerte y contrató Macaulay Culkin, quien acababa de estrenar Mi pobre angelito, para el rol de Tommy, el vecino del que se enamora Vada.
Con diez años Culkin estaba en la cresta de la ola. En tiempos de streaming y pantallas diversificadas como los que estamos viviendo es difícil entender el impacto que produjo el niño en el mapa de Hollywood: en 1991 Mi pobre angelito era la segunda película más vista en la historia de Estados Unidos, sólo superadas por ET y el cierre de la trilogía original de Star Wars.
Así, cuando se le ofreció el rol de Tommy en Mi primer beso, que era secundario y sólo consistía en menos de una decena de escenas, el salario pedido fue de un millón de dólares, una cifra récord para alguien de su edad. Pero Columbia Pictures aceptó y sumó expectativas al estreno. No sería, sin embargo, el mejor sueldo del niño: su siguiente rol fue la secuela de Mi pobre angelito, en donde cobró 4 millones y medio de dólares. Entre un trabajo y otro, Michael Jackson lo convocó para su videoclip de Black or White. El pequeño rubio era la gran sensación del momento.
Dos niños en el set
La noticia del arrivo de la joven estrella hizo que el proyecto llegara a los diarios incluso antes de empezar a rodar, algo muy lejano a la idea original de una “pequeña película independiente rodada en Florida”. Dentro y fuera del set, toda la atención estaba puesta en él. La misma Chlumsky lo recuerda así: “Muchos en la producción estaban nerviosos con mi primer encuentro con Macaulay, que era el niño más famoso del mundo, y la pregunta era si yo iba a reaccionar como una fanática o algo así. Pero nos vimos y fue como conocer a un compañero nuevo del colegio, al poco tiempo nos hicimos amigos”.
En realidad los protagonistas habían trabajado juntos antes pero ninguno de los lo recordaba: Chlumsky fue una extra en varias escenas de Uncle Buck, el film de John Hughes de 1989 en donde el director conoció a Culkin. Menos de tres años habían pasado de ese momento pero todo era distinto.
El rodaje comenzó en febrero de 1991 y con un excelente clima de trabajo. Fue una producción un poco más extensa de lo común porque el cronograma estaba organizado alrededor de los niños, que tenían horarios de trabajo pautados con el sindicato y debían recibir clases cada día. Sin embargo, todo el elenco colaboró para mantener el ritmo y evitar maldecir en público.
“Jamie Lee Curtis tenía un acuerdo por el cual sólo podía decir malas palabras en su camarín, no en el set. Y por cada insulto que hacía lejos de su espacio seguro debía poner 5 dólares en un frasco que iba a los niños. Al terminar la película creo que había más de 500 dólares”, recordó Aykroyd.
La misma actriz lo reconoció: “Mi boca tiene su propio cerebro, no sé cómo explicarlo de otro modo. Soy muy malhablada y para evitar sentir culpa el primer día de rodaje junté a todos los niños y les conté que me iba a hacer responsable de lo que hiciese pagando una multa”.
Curtis y Aykroyd, además, ayudaban a Chlumsky con sus escenas, ya que la niña no había recibido nunca clases de teatro. “Cuando estábamos rodando me acuerdo que tanto Jamie como Dan me daban consejos de cómo actuar, diciéndome cosas que nadie se había tomado el trabajo de hacer. Me decían: ‘Ponete en el lugar del personaje, siempre concentrate, usá mucho la cara’, cosas así”, recordó la actriz.
Y si bien la prensa, que ya consideraba al protagonista de Mi pobre angelito como una gran estrella, publicaba historias sobre el supuesto divismo del niño, el resto del elenco no vivió ninguna situación tensa con él o su familia: “¡Es un niño! Me parece increíble que haya gente que crea que puede ser una molestia. Todo lo que hace es escuchar a Vanilla Ice en su walkman y jugar con sus muñecos de Wrestlemania... ¡Lo más alocado fue que una vez se puso dos zapatillas diferentes! Es un niño normal”, dijo Curtis, muy enojada, en una entrevista.
En busca de un título
A medida que la producción avanzaba y que, gracias a la fama de Culkin, quedaba claro que la película tenía el potencial de ser un gran suceso, sus productores se enfrentaron a un dilema… ¿qué título ponerle? Y es que hasta último momento el film mantuvo su título original, Nací con ictericia.
Se trata de una de las frases que el personaje de Chlumsky repite cuando conoce a alguien y se presenta. En el guion de Elehwany, la niña hipocondríaca solía hacer un repaso de sus malestares que siempre arranca con: “Nací con ictericia. Una vez me senté en el inodoro en una parada de camiones y contraje hemorroides. Aprendí a vivir con este hueso de pollo que se ha alojado en mi garganta durante los últimos tres años”.
Pero Nací con ictericia no era precisamente un título atractivo. A pesar de los intentos de Howard, Grazer y la misma Elehwany, Aykroyd propuso ponerle “Vada!” y también se especuló con “In Lieu of Flowers” y “Dearly Departed”. Sin embargo, nada convencía a Columbia, que incluso hizo un concurso entre todos los trabajadores para recibir propuestas a cambio de un sorteo de 500 dólares. Fue finalmente Grazer el que propuso el título final, My Girl, aunque no lo pensó desde la perspectiva del personaje de Tommy sino de la misma Vada: ella se refería a sí misma y a cómo debía despedirse de la niña que era para aceptar su pubertad.
Dos escenas difíciles
Para Chlumsky el desafío de algunas escenas era enorme y ella no estaba segura de poder dar una actuación convincente en pantalla: “Recuerdo que mi mamá, un poco harta de mis inseguridades, me dijo sobre la escena final: ‘Pensá que la que está en el cajón muerta soy yo, ¿cómo te sentirías?’ Y esa fue un poco mi actitud a lo largo de la película, imaginarme que lo que pasaba era real. Mi método era pasar una hora en mi camarín pensando cosas tristes, ir al set y soltar todo el llanto que había contenido”.
Una de las grandes escenas del film fue, claro, fue la del beso, que terminó en el título en América Latina. Ni Culkin, ni Chlumsky habían tenido su primer beso en la vida real... ¡y debutaron con varias tomas! La escena se repitió quince veces hasta que convenció al director y para cuando terminaron, los dos niños reconocieron que no querían besar a nadie más en la vida. “¿Esto es lo tan grandioso que todos quieren hacer”, se preguntó perplejo el pequeño actor en una entrevista.
Sin embargo, todo aquel haya visto Mi primer beso coincidirá en que la muerte de Tommy y su funeral a cajón abierto es tan sorprendente como conmovedora. En esa escena Vada debe enfrentar la muerte de su primer amor y se permite hacer en voz alta la gran pregunta que la atormentaba: ¿Acaso había sido ella la responsable de la muerte de su madre en el parto?
Tres décadas más tarde, esos momentos siguen siendo tan poderosos que es inevitable llorar. Lo sabían muy bien Elehwany, los productores y todo el resto del elenco pero incluso Columbia, que sentía que tenía un éxito entre sus manos, entendió que era una vuelta de tuerca interesante y diferente para este tipo de producciones.
El plan de los estudios de cine, de hecho, era no revelar la muerte de Tommy en los materiales de prensa ni en las entrevistas para sorprender a la audiencia. Pero luego de una función privada la periodista Marilyn Beck quedó tan impactada con ese final que sintió que debía contárselo a los padres de posibles espectadores infantiles. “Los padres tienen que estar informados del final de esta película antes de decidir si quieren ir al cine o no. Sé que estoy rompiendo un pacto, algo que nunca hice, pero siento que es mi deber”, escribió en su columna.
La noticia de que en una película infantil el actor del momento moría dejó a más de una familia preocupada y la prensa de los Estados Unidos comenzó a preguntarse si no existía el riesgo de generar un “trauma psicológico” en los más chicos por ver la película. Hubo artículos, incluso, que aseguraban que los más chicos dejaban las salas de cine con ataques de llanto y angustia.
Asustados por lo que podría generar una campaña así, tanto Imagine Entertainment como Columbia Pictures decidieron publicar un estudio de seis páginas de testimonios de educadores, psicólogos y especialistas que respaldaban “la idoneidad de la película frente a las audiencias con niños”. Además, se aclaraba que la muerte de Tommy no ocurría en pantalla, sino que sólo se veía su funeral.
El mismo Grazer tuvo que salir a minimizar los miedos dando entrevistas a la prensa: “Vi la película con mis hijos y los de Ron y les encantó. Creo que cualquier niño tiene dos protagonistas con los que podían identificarse. Por supuesto que la película no tiene el impacto emocional en los niños que tiene en los adultos. Como adultos, entendemos más, pero los niños no lloran con este tipo de cosas”.
“Para nosotros es importante que los padres sepan que esto no es Mi pobre angelito 2. Es una película que a veces es muy divertida pero también puede ser muy emotiva. No quiero que nadie crea que es sólo diversión”, aseguró el productor.
La misma Curtis se metió en el debate, mientras los diarios informaban de un boicot organizado por organizaciones defensoras de los valores familiares: “Yo soy una madre y quiero que mis hijos vean esta película. Hará que padres, madres e hijos hablen de temas que quizá no son frecuentes pero son necesarios... ¡No será la primera muerte que vean en el cine! ¡Si todos aman Terminator, en donde hay 15 asesinatos en los primeros tres minutos”.
Pero la muerte de Tommy no era el único factor problemático de Mi primer beso: en el film los niños hacen un pacto de sangre, haciéndose pequeños cortes y sellándolos entre sí. En tiempos de la pandemia del VIH, esto despertó la preocupación de algunas entidades y en Inglaterra las autoridades exigieron que al comienzo del film hubiese una advertencia contra este tipo de prácticas.
Como suele ocurrir en estos casos, la campaña en contra de Mi primer beso tuvo el efecto opuesto al buscado: la amenaza del boicot generó más intriga por el estreno y la película terminó recaudando 121 millones de dólares con sólo 17 millones de presupuesto y encabezó la taquilla de varios países. No hay dudas de que la presencia de Culkin en los pósters, el tráiler y la polémica sobre su muerte ayudaron mucho pero también fue un factor el morbo en verlo morir.
La estrella infantil que no fue
Si bien no hay dudas de que la protagonista es Chlumsky con su genial Vada, el peso de la presencia del actor en el punto más alto de su carrera hizo que la atención se corriera sobre él. De hecho, la actriz protagonizó una mala secuela del film y luego se retiró del mundo del cine hasta el año 2009, cuando regresó con The Loop y luego participó en la comedia de HBO Veep
“Ni me mudé a Los Ángeles ni fui a fiestas alocadas ni aspiré sustancias raras. Me quedé en mi casa con mi familia y seguí yendo a la escuela. En ese sentido creo que fui fiel a mí misma pero por eso mismo Hollywood ya no me quiso”, aseguró años más tarde.
En el medio se casó con un soldado estadounidense que luchó en Afganistán, estudió Relaciones Internacionales y fue editora en una revista. “El mundo del cine y de la fama puede ser muy duro. Creo que tuve suerte en entender rápidamente que no era lo que yo quería, antes de poder lastimarme o comprometerme con valores que no son los míos”, aseguró.
A tres décadas de su estreno, queda claro que Mi primer beso es una película infantil sobre la muerte. Pero no sólo sobre la muerte en un sentido literal y mundano, sino también sobre la muerte de la inocencia de la niñez, que comienza con un primer amor y conduce a la pubertad.
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