Mi padre y yo: un sensible viaje a la vida y la obra de Torre Nilsson
Todos los sábados de junio se proyecta en el Malba el documental realizado por el hijo del gran realizador argentino,
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“¿Lo conocí a mi padre realmente?”, esa es la pregunta que se repite en buena parte de Mi padre y yo, el documental con el cual Pablo Torre homenajea a uno de los más grandes directores de la historia del cine argentino y que se proyecta en el Malba todos los sábados de junio.
El 5 de mayo, Leopoldo Torre Nilsson hubiese cumplido cien años y aunque su prematura muerte (a los 54, en 1978) lo vincula con un estadio aparentemente mucho más lejano de nuestra cinematografía. La reflexión de Pablo Torre, uno de sus hijos, en el documental -“Siempre tengo como algo voluptuoso al cargar las películas de mi padre y a la vez ternura”-, permiten sintetizar una idea.
Cineasta, heredero de una corona inmensa, la carga real de la referencia al trajinar que el propio realizador hace con las copias en 35mm buscando su digitalización también adquiere el peso de lo simbólico. Son películas inmensas, de una historia grande e inimitable. En algún sentido, la distancia del conocimiento, de quien era ese Leopoldo Torre Nilsson, a la vez padre y mito, se sintetiza -a más de cuarenta años de la muerte del realizador- en la posibilidad que devuelve el cine. El lugar natural donde lo buscaría el público, pero sitial también donde los recuerdos afloran, se sinceran e incluso se perdonan en la lejanía mediada que propone el documental. ¿Alguien conoció a Torre Nilsson realmente? ¿O sucede como en los denominados “Libro de caballerías”, donde se cuentas las hazañas de un caballero andante?
En Mi padre y yo, Pablo Torre asune el relato en episodios (titulados, La memoria; Torres Ríos; el matrimonio; la fama; Beatriz (por Beatriz Guido); dos padres diferentes; exilio; el dinero e incluso, Mi padre y yo, entre otros); para describir diferentes facetas de la vida, obra y personalidad de Torre Nilsson, al que busca acercarse desde la ya de por si lejanía que plantea el tiempo y la distancia mediada por la correspondencia que recibían los hijos desde los distintos viajes que Babsy emprendía con sus películas. “A finales de los ‘60, la revista Times sumó su nombre a la lista de los nueve directores más famosos del planeta junto a Resnais, Buñuel, Truffaut, Antonioni, Fellini pero a él... ¿Lo conocí realmente?”, se interroga Pablo Torre mientras pasea por sitios que los reunió y otros en donde buscará encontrarse con su recuerdo, a través del cine.
La mirada personal, personalísima, de uno de los hijos cineastas de Babsy (el otro es Javier), sobre su padre, es acompañada por las propias reflexiones de Torre Nilsson en extractos de la entrevista que Joaquin Soler Serrano realizó para TVE en su extraordinario ciclo A fondo; y por dos breves recuerdos de la mano de dos importantes actrices que trabajaron con él. Se indaga en la biografía conocida gracias a la que se mixtura con anécdotas de infancia y recuerdos de los primeros escarceos con el cine por parte de los hijos de Nilsson, que hacen que el trabajo progresivamente avance desde el lugar común del reconocimiento hasta una biografía íntima donde el peso del conocimiento va ganando a la imagen difusa detrás de unos gruesos cristales de marco grueso.
Así, el backstage de Los siete locos, o los recuerdos de viaje y de los últimos años de vida adquieren un peso específico en el documental aunque la pregunta siga latente: “¿Lo conocí a mi padre realmente?”. Seguramente Mi padre y yo, el sentido documental de Pablo Torre permita al realizador encontrar algunas respuestas a la cuestión personal. En el caso del espectador, las imágenes evocadas al cine de Leopoldo Torre Nilsson hablan de la necesidad de un rescate integral de su filmografía -como la que se hizo hace dos décadas en el Festival de Cine de Mar del Plata-, que permita una restauración digital de toda su filmografía. Tan solo con los fragmentos que ilustran este viaje personal de Pablo Torre, el espectador querrá volver a celebrar o, simplemente, tener la gratificante posibilidad de descubrir porque, aunque cueste creerlo, muchos jóvenes de hoy ignoran quien fue aquel realizador que cambió para siempre el cine argentino.
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