Mi amigo el dragón: fantasía y nostalgia para celebrar el cumpleaños 85 de Robert Redford
El actor y director se luce en esta película familiar de David Lowery, nueva versión de un clásico musical de Disney estrenado en 1977
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Robert Redford cumple 85 años este miércoles 18 de agosto. En 2019 decidió despedirse de la actuación para dedicarse a pleno a otras actividades que parecen entusiasmarlo mucho más en esta etapa de su vida: la producción, el estímulo a los nuevos realizadores independientes desde el espacio que creó en Sundance, las acciones filantrópicas, el compromiso en favor del ambientalismo.
En el cierre de la extraordinaria carrera de Redford como actor aparece un nombre clave. Es David Lowery, un montajista, guionista y director de 40 años nacido en Wisconsin y afincado en Dallas que representa todo lo que imagina Redford en un realizador digno de ser destacado y estimulado. Tiene un espíritu independiente a toda prueba, mantiene una razonable distancia de la maquinaria de Hollywood y muestra a través de una carrera que está siempre en ascenso las marcas genuinas de una obra de autor.
Es posible que Redford haya depositado todavía más su confianza en Lowery al comprobar los resultados de la primera experiencia de trabajo compartida, la muy recomendable Mi amigo el dragón (Pete’s Dragon, 2016), sobre todo porque el director supo mantener su identidad en una película de alto presupuesto producida nada menos que para Disney.
Mi amigo el dragón, disponible en Disney+, es la remake de una producción del mismo nombre que el estudio del ratón Mickey estrenó en 1977 y que también puede verse en la misma plataforma. Si el lector decide organizar un doble programa para ver ambas producciones en continuado con su familia (esta es la clase de películas que grandes y chicos pueden compartir en el mejor sentido del término) al final terminará dándole la razón a Lowery cuando declara que no hizo una nueva versión del film original, sino que prefirió reinventarlo.
Las diferencias entre ambas son tan apreciables como la continuidad del eje fundamental del relato. Antes y ahora, Mi amigo el dragón es la historia de una amistad a través de la cual el cine vuelve a ser el punto de encuentro entre la realidad tal como la conocemos y el mundo de la fantasía.
Lo esencial aquí es estar dispuesto a creer en aquello que existe más allá de nuestros ojos y empieza a corporizarse desde la imaginación. “Que no veas algo no significa que no exista”, explica el personaje de Redford en su primera aparición en la película. En la versión creada y dirigida por Lowery de esta fábula, el gran actor de Butch Cassidy y El golpe es Meacham, el patriarca de una familia que habita en un bosque infinito cercano al pequeño pueblo de Millhaven y le cuenta a los chicos del lugar, mientras luce su talento para la talla de madera, la leyenda de un gran dragón verde, secreto amo y señor de esa inabarcable geografía de árboles, valles, arroyos y senderos.
En la “reinvención” de Lowery, el personaje de Redford sigue siendo tan importante como en la versión original, aunque esté mucho menos tiempo en pantalla que su equivalente de 1977, el viejo guardafaros interpretado por Mickey Rooney. Redford conoce la historia del dragón y cree en ella. Rooney no. Pero ambos se encuentran ante la misma visión: la de un chico huérfano de 10 años llamado Pete que llega a un pueblo después de pasar buena parte de su infancia viviendo en el bosque bajo la protección de un dragón al que llama Elliot.
Este inmenso y fantástico ser mitológico se dedicó los últimos seis años a cuidar y proteger al niño desde que lo encontró perdido, abandonado y a merced de los lobos hambrientos en medio del bosque. Es un poco torpe y asustadizo, pero también valiente. Siempre está dispuesto a evitar que Pete sufra el mínimo peligro. Y además puede hacerse invisible cuando lo desee.
“Si vas por la vida mirando solo lo que hay delante de tus ojos te perderás unas cuantas cosas”, prosigue la narración de Redford, custodio de la memoria del lugar, un pueblo que cualquiera identificaría con la geografía natural de regiones estadounidenses como Oregon o Montana y fue recreado por Disney para la película en bellos exteriores naturales de Nueva Zelanda. En la película original la acción transcurre en un pequeño pueblo costero de pescadores durante el siglo XIX. La dirigida por Lowery, en cambio, se instala a comienzos de la década de 1980.
No es la ambientación lo único que marca las diferencias más visibles. Tampoco el tiempo de la acción. Hay diferencias sustanciales de género. La versión de 1977 es un clásico musical de Disney con varias canciones intercaladas en la acción. Y una gran cantante, la australiana Helen Reddy, es la protagonista femenina. La encargada de recibir y cuidar al pequeño huérfano cuando aparece en el pueblo. Ella interpreta a la hija del viejo guardafaros y espera desde hace un año el regreso de su prometido, un capitán de barco.
El chico viene escapando de los abusos de su familia adoptiva, que en ese tiempo podía comprar y mantener bajo contrato la “propiedad” de un huérfano. También era una época en la que se toleraban los castigos corporales en la escuela. La madre adoptiva de Pete es interpretada por Shelley Winters, que nació (como Redford) un 18 de agosto. Este 2021 se cumplen 101 años de su nacimiento.
En 2016, las cosas son muy distintas. Lowery reconfiguró la historia de Mi amigo el dragón transformándola en un relato de aventuras y descubrimientos con elementos dramáticos, fantásticos, y poderosos efectos digitales. El viejo Meacham también tiene una hija (Bryce Dallas Howard), que en este caso es una avezada guardaparque. Está casada con el contratista de un aserradero (Wes Bentley), cuyo hermano (Karl Urban) verá en el dragón un estímulo para futuros y ambiciosos proyectos lucrativos. Y tiene una hija (Oona Laurence), cuyo acercamiento al pequeño huérfano será inevitable.
El chico del bosque (Oakes Fegley) vive en estado de naturaleza como aquél niño salvaje de Aveyron que fue protagonista de una de las mejores películas de François Truffaut. Pero hay una diferencia. En el film de Truffaut, inspirado en un caso real, el chico debe aprender desde cero lo que significa vivir en sociedad. Lowery, en cambio, muestra al huérfano Pete en la primera y decisiva escena de Mi amigo el dragón como un chico que sabe leer y que preservará ese conocimiento (así como su lengua) aunque haya permanecido seis años sin contacto con otros seres humanos. No hay hostilidad ni extrañeza en el reencuentro del niño y sus semejantes. Solo el deseo de escapar y volver al lugar en el que se sentía más protegido.
La pérdida de la familia original y la búsqueda de otras figuras capaces de ocupar ese vacío, una de las características esenciales de las historias de Disney, se renueva en esta historia. Y además adquiere aquí otros contornos melancólicos y genuinamente emotivos sin perder jamás el espíritu de la aventura. Lowery no esconde su voluntad de seguir un camino abierto por Steven Spielberg. Su película observa el mundo con ojos de niño y su protagonista descubre los misterios de la vida y empieza a reconocer a sus semejantes mientras anhela, a veces sin saberlo, el regreso al núcleo perdido.
El majestuoso diseño digital del dragón es una de las muestras del poder de Disney y de su capacidad para desplegar los mejores efectos visuales disponibles. Pero aquí esos alardes, por fortuna, nunca son gratuitos. Se ponen siempre al servicio de la historia y contribuyen sobre todo a envolverla en un espíritu tierno y nostálgico. Como si no hubiera demasiadas diferencias entre el portentoso dragón creado para la película de Lowery y su equivalente animado, mucho más pequeño, que el talentoso Don Bluth dibujó para la película original de 1977.
En Mi amigo el dragón versión 2016 no hay temas compuestos y coreografiados como en los grandes musicales de Broadway como “Candle of the Water”, que llegó a ser nominada al Oscar con la voz de Helen Reddy, tan popular por aquellos años (también en la Argentina). Pero su banda sonora también incluye canciones valiosas que comentan distintas situaciones del relato, en este caso a través de intérpretes que se identifican con el espíritu independiente de Lowery y Redford. Son creadores y protagonistas del gran mundo folk estadounidense: Will Oldham, Bosque Brown y The Lumineers.
Tres años después de Mi amigo el dragón, Redford eligió a Lowery para dirigirlo en su última aparición como actor, Un ladrón con estilo (The Old Man and the Gun). “Fue muy divertido verlo en Mi amigo el dragón, rodeado de todos esos chicos. Hay una generación completa de espectadores jóvenes que sólo lo conocen como el villano de una película del Capitán América. Ellos tienen mucho para descubrir”, dijo en su momento el director. El personaje de Redford en esta entrañable fábula de aventuras protagonizada por un chico y un dragón verde nos invita a hacer el mismo camino.
Mi amigo el dragón está disponible en Disney+
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