Mercedes Funes, Damián De Santo y la difícil tarea de ser Tita Merello y Luis Sandrini
Los actores protagonizan Yo soy así, Tita de Buenos Aires, la película de Teresa Costantini que retrata la vida de la arrabalera más famosa
Sentada sobre la cama, frente a la valija a medio llenar, Tita Merello se aferra a la ropa y rompe en llanto. “¡No me dejes, Luis! ¡Por favor, no me dejes!”, suplica a los gritos, aunque está sola en ese departamento: Luis Sandrini acaba de abandonarla.
Componer a la mujer detrás del personaje público, a esa que hay que imaginar entre cuatro paredes, fue uno de los grandes desafíos que debió asumir Mercedes Funes , protagonista de Yo soy así, Tita de Buenos Aires. La película de Teresa Costantini se centra en el camino que recorrió Laura Ana Merello hasta convertirse no sólo en una de las actrices y cantantes más populares del siglo pasado, sino también en un verdadero símbolo de indocilidad y bravura femenina.
“Por la manera que tenían de expresarse en sus películas o en el escenario, tanto Tita como Sandrini tenían un personaje armado, que era muy expresivo en la forma de decir, de mover los brazos, la cara, de gesticular”, explica la actriz. “Teníamos la tarea de buscar al ser humano detrás de esas capas más públicas”.
Funes habla en plural para incluir a Damián De Santo , el elegido para ponerse en la piel del actor con el que Merello vivió uno de los romances más míticos y comentados de la época de oro del cine nacional. Lo suyo fue pura pasión, sin tiempo para un final feliz. Por eso, si bien la película de Costantini pretende bucear en la mujer que, desde la miseria y la falta de oportunidades, se construyó a sí misma como ícono arrabalero, ese amor malogrado tiene un capítulo fundamental en el relato.
“Yo tenía un profesor de teatro que decía que hay personajes que se hacen de adentro hacia afuera y otros de afuera hacia adentro. Acá me ayudó mucho el contexto. El ambiente era de milonga, de puterío; la música, los olores y el vestuario remitía de inmediato a ese tiempo”, asegura De Santo. La recreación de época es otro de los puntos fuertes de Yo soy así… Hay una búsqueda deliberada en mostrar a una Buenos Aires de bataclanas y malevos en contraste con el microclima europeo que florecía en las mansiones y los lugares frecuentados por la clase acomodada porteña. Tita aprendió a transitar ambas realidades hábilmente, sin fingir ni perderse a sí misma en el camino.
“Fueron diez semanas de rodaje, y eso es mucho para una película argentina promedio”, destaca Funes, y agrega: “Hubo jornadas en las se filmó una sola escena, por la complejidad que había detrás de eso que se quería mostrar”.
La fastuosa fiesta en la que Merello y Sandrini recibieron un año nuevo es uno de esos casos en los que el tiempo en el set pasó a un segundo plano. Y no por capricho: allí queda en evidencia la forma en la que funcionaba pareja, el modo en que esos polos se atraían y repelían con furia y cierto grado de perversión.
“Cuando estábamos haciendo las escenas entre los dos, Damián decía sus textos con mucha verdad pero, a la vez, me miraba y parecía que estaba pensando en otra cosa. Era una cualidad del personaje que eligió, un personaje que en algún lugar estaba midiendo todo el tiempo lo que hacía y decía”, cuenta Funes. “Eso es algo que se ve en pantalla, porque te da la impresión que Luis se está guardando algo cada vez que habla con Tita. Ella, en cambio, era puro impulso, puro sentimiento”.
En la vida real, el romance tuvo tintes históricos: se habían conocido en el set de la primera película sonora que dio el cine argentino, ¡Tango!, de 1933. Compartieron una escena, pero sus personajes no tenían interacción; pasaron nueve años hasta que se produjo el reencuentro, esta vez fuera de un estudio cinematográfico. Por entonces, él aún se encontraba casado con la actriz Chela Cordero, pero eso no impidió que con Tita convivieran y se mostraran socialmente como una pareja. En 1948, cuando él viajó a España por trabajo, ella decidió quedarse en Buenos Aires para filmar Filomena Marturano, la película que marcó su consagración como actriz pero también precipitó el fin del amor de Sandrini.
La escena del abandono es una de las más fuertes de la película e incluye a la madre de Tita -personificada por Esther Goris- como feroz interlocutora. En ese punto, Funes profundiza en el costado más vulnerable de Merello, justo en uno de los puntos de quiebre que marcaron la vida de la legendaria actriz.
“Está instalada esta imagen de ‘Tita, la rea’, la 'payasita' del tango”, apunta Funes, quien además le puso la voz a las canciones que incluyen en el film. “Yo me propuse mostrar la belleza real que tenía, y atravesar ese pasaje hacia ese personaje más grotesco y divertido que ella misma construyó. Teresa estaba muy de acuerdo con eso, y fue quien me sostenía las riendas para que no fuera un festival de monigotes y gestos, especialmente al mostrar a la mujer detrás del telón”.
De Santo tiene su propia interpretación sobre la metamorfosis de Merello como figura pública: “Creo que Tita se veía bella y fuerte, potente. Pero se propuso hacer a un lado eso para no ser invadida como mujer, en esa época tan machista. Ya había padecido bastante en esa situación de vulnerabilidad. En un punto, buscó deserotizarse e hizo un negocio de eso”.
Viejos conocidos
Hay mucha confianza entre Funes y De Santo. Se conocieron hace casi diez años, cuando coincidieron en la comedia televisiva B&B - Bella y Bestia: ella interpretaba a Lady, la divertida ama de llaves paraguaya de Bella ( Romina Yan ); él componía a Benny, un roquero "sacado" y padre de tres hijas que vivía en la casa de al lado y terminaba involucrándose sentimentalmente con la protagonista.
El recuerdo de Yan, entonces, se vuelve inevitable. “Era dosificadora, dosificaba mucho la entrega. Pero yo la agarré en los mejores años”, asegura De Santo, quien previamente había trabajado con ella en Amor mío (2005). “La desestructuré muchísimo a la hora de trabajar, porque a mí me gusta improvisar, molestar a los técnicos… Nos hemos divertido enormemente; yo creo que no tuvo tiempo de pensar en otra cosa que no fuera en divertirse en esa época. A veces creo que se escondía un poco porque era demasiado buena mina, demasiado sensible”.
Funes también guarda el mejor recuerdo de la actriz, que murió el 28 de septiembre de 2010, víctima de un paro cardíaco. “Lo primero que me llamó la atención de ella fue su sincera generosidad. Ella dejaba que los demás hicieran, te animaba a que hicieras aún más de lo que se te pedía. Y eso no pasa siempre en los elencos. Eso al margen de las generosidades personales, que me las guardo para mí, porque ella estuvo de corazón en momentos que fueron muy importantes en mi vida”.
Tras el final de B&B, Funes y De Santo no volvieron a cruzarse profesionalmente, aunque sí siguieron vinculados, viéndose esporádicamente. “Damián es uno de esos actores que le gusta ir al teatro a ver a sus compañeros. No hay muchos que hagan eso”, dice Funes. “Sí, siempre que me inviten, voy. Si tengo que pagar la entrada lo pienso dos veces”, bromea él. "Hablando en serio, es muy fácil trabajar con Mercedes porque ninguno de los dos se quiere 'comer' la escena".
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