Megan Fox, tentadora pero muy peligrosa
Film que no se decide entre el humor y el horror
Diabólica tentación (Jennifer´s Body, EE.UU./2009, color; hablada en inglés). Dirección: Karyn Kusama. Con Megan Fox, Amanda Seyfried, Johnny Simmons, Adam Brody. Guión: Diablo Cody. Fotografía: David Mullen. Música: Stephen Barton y Theodore Shapiro. Edición: Plummy Tucker. Presenta Fox. 104 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: regular
"El infierno es una chica adolescente", se dice en el comienzo del film, con lo que se anuncia que hay por ahí una guionista que no está dispuesta a cederle el protagonismo absoluto a Megan Fox, explicable destinataria de todas las miradas. Se entiende: Diablo Cody, que pasó del anonimato al Oscar de un solo salto gracias al jugoso libreto de La joven vida de Juno , también tiene una popularidad que defender. Es una pena que se la note tan preocupada por acumular ocurrencias y disparar diálogos ingeniosos, quizá para estar a la altura de una fama obtenida de modo tan fulminante: así pierde la frescura, cuando no la coherencia del relato, que también es necesaria aunque la propuesta sea deliberadamente un pastiche y aunque parezca que todo está permitido cuando se concibe, como en este caso, una delirante comedia de horror. Lo grave es que, en lugar de salir en su ayuda, Karyn Kusama empeora las cosas con una dirección errática y unas cuantas torpezas formales, entre las que descuellan un par de descabellados montajes paralelos y una escena de incendio ininteligible.
En la mezcolanza que propone el film con la intención de repasar en clave irónica los lugares comunes de unos cuantos géneros populares entre el público juvenil hay un poco de todo: horror, demonios, vampirismo, inquietud sexual, miedos, inseguridades y fantasías adolescentes, una pizca de lesbianismo, venganza, brujería, punk rock, clásicas situaciones de comedia estudiantil y sangre, mucha sangre. Además, claro, de la en este caso peligrosísima Megan Fox, no tan generosamente exhibida como querrían sus fanáticos. Ella es la chica que todos quieren conquistar, y su amiga inseparable (Amanda Seyfried), la fea encargada de contar la cruenta y disparatada historia.
Pero no basta con las intenciones; el film no se decide entre el humor y el horror; la ironía se queda corta o deriva en franco desatino, y las buenas ideas se desaprovechan. Y al final, a Megan le va mejor como actriz que a Diablo como guionista.
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