“Meditación orgásmica”: un documental de Netflix cuenta la historia de su creadora y del escándalo en el que se vio envuelta
La californiana Nicole Daedone creó One Taste, un centro de bienestar donde la práctica principal era la masturbación entendida como terapia; pese a los cuestionamientos que recibió a lo largo de los años, sigue teniendo seguidores en todo el mundo
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Orgasm Inc.: La historia de OneTaste (Orgasm Inc.: The Story of OneTaste / 2022, Estados Unidos). Dirección: Sarah Gibson, Sloane Klevin. Duración: 89 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy bueno.
La industria del wellness no ha parado de crecer en los últimos años. A menudo aparecen nuevas prácticas, consejos sorprendentes y propuestas exóticas relacionadas con la salud personal, y en una buena parte de los casos la eficacia comprobada de esas ofertas es nula o, como mínimo, discutible. Nicole Daedone, una ex modelo californiana que se formó en yoga, kabbalah y meditación budista, creó la “meditación orgásmica”, una singular práctica con la que se hizo millonaria pero que también la llevó a verse envuelta en un escándalo. A esa historia con algunos ribetes sorprendentes está dedicado La industria del orgasmo: La historia de OneTaste.
Hija de un padre que la abandonó de pequeña y murió en prisión acusado de abuso de dos menores, Daedone trabajó unos años en una galería de arte hasta que en 1998 se sumó a The Welcomed Consensus, un grupo creado para “investigar el orgasmo deliberado”. La bomba explotó cuando unos cuantos exempleados y clientes arrepentidos de One Taste -la empresa que apareció en 2004 en Silicon Valley vendiendo un servicio dedicado “a mejorar la salud y promover el crecimiento personal”-, denunciaron el desarrollo de una red de prostitución encubierta que explotaba sobre todo a las víctimas de distintos traumas.
Una investigación de la revista Bloomberg Businessweek agregaba datos muy controvertidos: aseguraba que los asistentes comerciales de One Taste pasaban horas y horas llamando a todos quienes habían asistido alguna vez al centro para ofrecer nuevos cursos, “casi siempre más costosos que los anteriores”. Hay quienes dicen haberse endeudado en 150 mil dólares. El citado medio también publicó que, en 2015, OneTaste le pagó 325 mil dólares de acuerdo extrajudicial a una empleada que declaró haber recibido órdenes de acostarse con potenciales clientes masculinos.
El documental cuenta cómo nació el proyecto One Taste y cómo su fundadora consiguió, en base a un innegable carisma y poder de sugestión, edificar una especie de secta con fieles en todo el mundo. One Taste fue primero un éxito en Estados Unidos, pero muy pronto extendió sus tentáculos hacia Europa y Asia. Y a pesar de las pruebas concluyentes de las manipulaciones y los manejos turbios escondidos detrás de una técnica que usa una denominación marketinera para disimular una simple masturbación (la “meditación orgásmica” que propone One Taste consiste básicamente en eso), son muchos los adherentes que se quejaron públicamente por esta película de Netflix.
One Taste llegó a obtener unos beneficios de 12 millones de dólares al año, el libro de Nicole Daedone Sexo sin prisas: el arte y la técnica del orgasmo femenino fue un best seller y la charla TED de la que era considerada entonces una emprendedora modelo en 2011 fue vista en YouTube por un millón y medio de personas. La seguidora más famosa de Daedone fue sin dudas Gwyneth Paltrow, quien tiene su propia línea de productos relacionados con el sexo dentro de Goop, empresa de “bienestar y estilo de vida” que creó en 2008. La mayor parte de los clientes eran ignotos, pero ninguno con dificultades económicas: un “programa” de One Taste de una semana costaba 2 mil dólares, y el curso para convertirse en monitor titulado, 16 mil.
Uno de los clientes que probó, no quedó conforme y contó públicamente su experiencia, explicó en qué consistía la práctica principal de One Taste: “Había hombres que masturbaban a mujeres y mujeres que masturbaban a mujeres, pero a los hombres no los masturbaba nadie. Pagar, pagaban todos, eso sí”. Y había que pagar más si la gurú estaba directamente implicada, claro: el curso “Nicole Daedone Intensive”, con la craedora de One Taste a cargo personalmente de la meditación orgásmica costaba 36 mil dólares.
Pero no todos son palos y cifras disparatadas. El 6 de septiembre pasado, cuando Netflix anunció este documental, apareció una petición online con cuatrocientas firmas que reflejó expresamente el descontento de muchos clientes con la plataforma: “Cada uno de nosotros, involucrado con One Taste como participantes del curso, voluntarios, empleados o miembros de una comunidad construida alrededor de la meditación orgásmica, le otorgamos autorización específica y exclusiva a la empresa para filmar nuestra participación en ciertos cursos y actividades, únicamente con fines instructivos y educativos”, decía entre otras cosas el texto, orientado primordialmente a evitar la circulación de imágenes de la intimidad de esas prácticas.
“En las experiencias de algunos miembros, la empresa utilizó el coqueteo y el sexo para atraer a objetivos emocionalmente vulnerables. Se les enseñó a los empleados a trabajar gratis o muy barato para mostrar devoción. Y los gerentes con frecuencia ordenaban a los empleados que tuvieran relaciones sexuales o una práctica de meditación orgásmica entre ellos o con los clientes”, dice un informe presentado a la justicia por la fiscalía ante la justicia norteamericana en base a relatos de exclientes.
A sus seguidores -que siguen siendo muchos, porque aunque One Taste ya no funciona formalmente como antes, se mantiene como comunidad online-, Nicole Daedone les prometió “iluminación espiritual y lazos comunitarios” a través de orgasmos femeninos de quince minutos conocidos en ese contexto especial como “meditaciones orgásmicas”. Y no le fue mal: en el apogeo del proyecto, allá por 2018, participaban de los eventos presenciales unas 35 mil personas, más de 15 mil tomaban clases y talleres y unos 1.500 completaron su programa de coaching.
Conocida en Estados Unidos como “OM”, la meditación orgásmica empezó como un procedimiento registrado por One Taste con una descripción bastante vaga: “Una práctica única que combina la atención plena, el tacto y el placer”. En las demandas contra la empresa se especificó con más precisión en qué consiste la práctica: “Por lo general, se trata de una experiencia en pareja en la que un hombre usa la punta de un dedo enguantado y lubricado para acariciar el clítoris de una mujer durante quince minutos con un movimiento de arriba a abajo”.
Hoy One Taste, una empresa que llegó a tener 150 empleados y que se negó a participar del documental, no tiene la importante red de centros de atención que tuvo durante sus años de suceso, pero se mantiene como “centro de investigación sin fines de lucro” y lanzó una aplicación que proporciona “instrucción gratuita para la meditación orgásmica”. El actual director ejecutivo de lo que ahora se reconvirtió en “Instituto de OM” dice que “la meditación orgásmica es para cualquier adulto que busque mejorar su salud emocional y física y esté dispuesto a probar cosas nuevas”.
Escuchando con atención los numerosos testimonios que incluye el documental de Netflix, observando las imágenes de las prácticas que están en disputa y el estilo de su principal promotora, tan similar al de los líderes de cualquier secta, es más lógico pensar en un gran negocio cuyo perfil cuestionable es el de la manipulación y el abuso, dos cargos que naturalmente deben probarse.
Un acierto del documental es incluir varios testimonios de personas que llegaron a One Taste con problemas relacionados con su sexualidad y aseguran haber encontrado un paliativo o una mejora con la terapia que les propuso el centro de bienestar. La combinación del relato en primera persona de esas experiencias virtualmente positivas con otros de personas que atravesaron momentos menos felices, plantea un mapa más o menos delineado: los adultos que por propia voluntad creen en la meditación orgásmica y están dispuestos a pagar por experimentarla deberían estar exentos de acusaciones, salvo que mediara algún delito (una vez más: manipulación, trata de personas, abuso, estafa o prostitución encubierta, las carátulas tras las cuales ahora también empezó a investigar el FBI).
Por ahora, Nicole Daedone sigue activa, aunque mucho menos visible que en sus años de esplendor: está preparando un libro sobre la cultura de la cancelación y, por el momento, no tienen ninguna condena judicial en su contra por este caso.
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