El realizador y el protagonista de Los asesinos de la luna, que llega a los cines este jueves 19, armaron hace más de una década un vínculo de colaboración y apreciación mutua que ya lleva varios éxitos cinematográficos
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“Aristóteles escribe que la filosofía nace del asombro. Del asombro de ser, del asombro de ser en el tiempo, del asombro de ser en este mundo, en el que hay otros hombres y animales y estrellas. Del asombro nace también la poesía”, escribió Borges en prólogo para La inteligencia de las flores, una de las obras de literatura que el escritor argentino guardaba con adoración en su biblioteca personal. Lo que advertía es que, en el caso del autor Maurice Maeterlinck, el asombro fue “el del horror”. El horror inspira otro poema, uno que da origen al título de la nueva película de Martin Scorsese, Los asesinos de la luna, la historia sobre el petróleo sangriento manchado por la corrupción, la avaricia y la muerte.
En Los asesinos de la luna, los indígenas de la nación Osage de Oklahoma se ven envueltos en una espiral de terror. Homicidios que motivaron en 1920 la intervención del FBI, para desentrañar una de las conspiraciones más siniestras perpetradas por el mismo Estado que debía proteger a las comunidades nativas. El protagonista es Tom White, agente del FBI, que mantiene una relación particular con la india Mollie Burkhart (Lily Gladstone).
Los personajes están envueltos en un drama judicial que es, a la vez, un policial negro y un western que se desarrolla en un escenario donde “aúllan los coyotes bajo una luna desconcertadamente grande, unas plantas altas como Lágrimas de dama y Rudbeckias van privando poco a poco de luz y agua a las flores menudas, que al poco tiempo quedan sepultadas bajo tierra. Por eso los Osage dicen que es el tiempo de la luna que asesina flores”.
Robert De Niro interpreta a Will Hale, un siniestro empresario ganadero que domina la política local, autoproclamado el “Rey de los Osage”. Para De Niro, es la décima colaboración con el director de Taxi Driver. Para DiCaprio, la sexta. “Habían trabajado juntos en Mi vida como hijo”, cuenta Scorsese. “Bob me dijo que tenía que trabajar con este nuevo chico. Resulta que Leo disfrutaba las películas que habíamos hecho con Bob”. “Cuando hicimos El aviador me di cuenta que teníamos 30 años de diferencia con Leo, pero descubrí que teníamos una sensibilidad parecida a la que Bob y yo teníamos. Fue una bendición”.
No es difícil comprender el entusiasmo con el que Scorsese describe su relación con DiCaprio: ambos son amantes del cine clásico. El protagonista de Había una vez en Hollywood ama ver películas legendarias como Lo que el viento se llevó. “Hay que ver mucho cine para trabajar con Marty, es una enciclopedia de películas”.
Incluso la sensibilidad hacia el cine de superhéroes parece emparentarlos: Marty fue uno de los primeros cineastas en hablar en contra de las películas de Marvel. Y Leo es uno de los pocos actores de renombre que, a la fecha, no participó en ninguna adaptación de comics. Es más: le recomendó a Timothée Chalamet “nada de drogas duras ni películas de superhéroes” para hacer carrera en Hollywood.
Pandillas de Nueva York (2002)
“¿Ámsterdam? Yo soy Nueva York” pone sobre aviso el “Carnicero” Bill, que interpreta Daniel Day-Lewis, al joven inmigrante irlandés que lo enfrenta, en ese relato épico ambientado en el siglo XIX. “Cuando Marty me eligió para ese papel, fue uno de los momentos más felices de mi vida”, admitió DiCaprio. La idea era que el actor rubio se enfrentara a Robert De Niro, pero por problemas de agenda no se pudo concretar.
El director buscaba un nuevo y joven talento que pudiera contribuir en la taquilla. En 1999 no había tenido el éxito comercial esperado con Vidas al límite, protagonizada por Nicolas Cage. DiCaprio venía de arrasar las boleterías de todo el mundo con Titanic.
La producción fue problemática. Scorsese se enfrentó a Harvey Weinstein, el productor que lo obligó a reducir la duración del largometraje (la versión original duraba 3.40 h). Con siete millones de dólares DiCaprio ayudó, literalmente, a financiar la película cuando Weinstein presionó al director para reducir los costos de producción. Aunque el detrás de escena haya sido caótico, los ríos de sangre que brotan de los intensos enfrentamientos tribales entre las pandillas son tan impresionantes como la maestría con la que Scorsese recrea una época específica.
El aviador (2004)
“Ningún hombre sabe quién es, ningún hombre es alguien”, decía Macedonio Fernández. Un Charles Forster Kane real, un Gatsby moderno, todo eso (y más también) es Howard Hughes en El aviador. Menos excéntrico en la ficción que en la vida real, el millonario fóbico a los gérmenes soñaba con diseñar máquinas voladoras colosales, coqueteaba con actrices politizadas como Katharine Hepburn y se encerraba en su microcine privado a ver películas durante horas.
Su historia cautivó a Leonardo DiCaprio. “No sabía nada sobre este hombre que fue un piloto, se estrelló cuatro veces, fue un rebelde en Hollywood, un renegado que luchó contra los estudios y produjo, con dinero de su propio bolsillo, una de las películas más caras de la historia”.
Hughes una figura más grande que la vida, adicto a las drogas, paranoico, inseguro, perseguido por el Estado, presentado como un loco por los medios de comunicación. “Algunos creían que era homosexual, otros que era un maniático, otros pensaban que era tímido”, relataba DiCaprio. “Lo más importante fueron las audiencias, donde este hombre que se oponía al control gubernamental, se enfrentó al sistema. Un hombre que tuvo agallas y recursos suficientes para decirles a ellos que él los iba a interrogar”.
De nuevo, la financiación fue turbulenta. DiCaprio y Scorsese invirtieron fondos propios para poder terminar la película.
Los infiltrados (2006)
Aunque Pandillas de Nueva York y El aviador recibieron buenas críticas y varias nominaciones al Oscar, Scorsese y DiCaprio se fueron de las ceremonias con las manos vacías. Ninguna de esas películas había sido un éxito descomunal en la taquilla, aunque tampoco fracasaron. El triunfo comercial para ambos llegó en 2006.
Un policía de Boston trabaja encubierto en una organización delictiva para descubrir quién es la “rata”, el infiltrado en las fuerzas de la ley el orden. En esta nueva colaboración, remake de una película coreana de 2002, DiCaprio explotó a un personaje mentalmente perturbado por tener que soportar el peso de una doble vida. Compartió cartel con Jack Nicholson y Matt Damon, dos nuevos nombres bajo la mirada de Scorsese.
Sobre el Oscar que perdió con El aviador, DiCaprio dijo: “Cualquiera que te diga que no quiere ser reconocido por sus compañeros, te miente”. “Me encantaría ganar, pero más me gustaría que lo gane Marty. Que no haya ganado todavía es un misterio para mí”.
El deseo se cumplió. DiCaprio no estuvo nominado como actor, pero Scorsese ganó mejor dirección. El tándem Scorsese/DiCaprio parecía haber llegado al punto (artístico y comercial) más alto.
La isla siniestra (2010)
Un detective investiga una misteriosa desaparición en una tenebrosa institución psiquiátrica: esa es la premisa que adapta la novela de Dennis Lehane del mismo nombre. Es la exploración del alma de un hombre atormentado por la muerte de su mujer y los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Película de terror con reminiscencias de clásicos como Vértigo, se convirtió en el segundo éxito taquillero más grande para Scorsese.
Pero La isla siniestra tuvo críticas mixtas en comparación con las anteriores colaboraciones y no fue nominada a ningún Oscar. Scorsese dijo estar arrepentido de haber hecho esta película en 2010, en lugar de dirigir Silencio luego de ganar el Oscar. Pese a todo, La isla siniestra tuvo (y tiene) sus admiradores. Entre ellos, Robert De Niro, quien sentenció que Scorsese y DiCaprio “forman el mejor dúo de la historia del cine”.
El lobo de Wall Street (2013)
La historia es la de Jordan Belfort, un astuto vendedor que procede a usar todos los engaños, simulaciones y fraudes posibles para vivir una vida de lujo. Pero su historia podría ser la de cualquier estafador que quiera hacerse millonario aprovechándose de los incautos que están más desesperados que él.
“Es un personaje que no pide disculpas. Sabe que perdió el rumbo, pero hay cierta honestidad en él que rara vez se encuentra. No es común encontrar a alguien que se reconoce como vil sin crear falsos enemigos a los que culpar. El crash económico de 2008 fue una gran motivación para explorar qué pasa en nuestra cultura, que crea gente como él. La avaricia es una virtud atemporal. Quería contar esta historia de una manera divertida, sin juzgarlo, para crear un espejo de todos nosotros”. DiCaprio, esta vez, asumía un rol detrás de cámara como productor de la película de su admirado director.
“Si mirás Buenos muchachos, hay cierto atractivo en ese estilo de vida, pero nunca se condena ese comportamiento”, decía DiCaprio. “Personas como Belfort existen en nuestra cultura, en muchas formas. Esta película se arriesga. No todos la van a entender, pero siento que mientras la historia del cine avanza, como sucedió con las películas de Scorsese, ese tipo de películas son imitadas y son las que recordamos. Espero que esta sea una de esas”.
Tuvo razón. El lobo de Wall Street tocó una fibra del tejido nervioso social. Movilizó a las masas al cine, tuvo un impacto cultural enorme (que se nota, por ejemplo, 10 años después de su estreno en la reciente session de Bizarrap) y se convirtió en el mayor éxito de taquilla para Scorsese. Es difícil que Los asesinos de la luna pueda superar ese récord comercial, pero sí honra una tradición entre dos generaciones de actores tan legendarios como el propio cineasta. El resto será historia.
Dónde ver las películas
- Pandillas de Nueva York: Paramount+, Movistar TV
- El aviador: Google Play y Apple TV (alquiler)
- Los infiltrados: Prime Video, HBO Max, Movistar TV
- La isla siniestra: Netflix
- El lobo de Wall Street: HBO Max, Prime Video
- Los asesinos de la luna: en cines desde este 19 de octubre
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