Martel despertó reacciones diversas
La mujer sin cabeza fue recibida por la prensa internacional tanto con elogios como con críticas negativas
CANNES.- El cine sutil, climático, virtuoso, profundo y decididamente anticonvencional de Lucrecia Martel no está pensado para la mirada superficial ni concebido con la habitual demagogia de muchas películas que buscan conseguir, como sea, la adhesión inmediata, la emoción directa y el aplauso fácil. Pero incluso sabiendo de las muy diversas reacciones que la directora salteña suele generar, hasta los productores de La mujer sin cabeza se asustaron cuando algunos pocos acreditados silbaron durante la proyección de prensa de anteayer y, todavía más, cuando algunos cables de agencias de noticias internacionales, como EFE o DPA, lo amplificaron injustamente citando un "abucheo masivo" que no fue tal.
Lo cierto es que, si bien la recepción que se podía palpar a la salida de la sala Debussy era dividida, también lo es que varios de los críticos más prestigiosos del mundo (desde J. Hoberman hasta Kent Jones) y los enviados de importantes medios, como Silvana Arantes, de Folha de Sao Paulo , defendían con entusiasmo esta arriesgada nueva propuesta de Martel. Y, más allá de la inevitable polémica, queda claro que este tercer largometraje de la directora salteña es absolutamente coherente y consecuente con las búsquedas de La ciénaga y La niña santa, y que su creadora no ha dejado en el camino ni un milímetro de su talento.
Cada plano de La mujer sin cabeza -cuyo estreno en la Argentina se anuncia para el 5 de junio- es una obra de arte en sí mismo, un deleite visual, una reflexión llena de significado sobre las posibilidades expresivas del cine, una virtuosa interacción entre múltiples texturas de imagen y capas de sonido. Hay muy pocos autores, no sólo en la Argentina sino también en el resto del mundo, capaces de alcanzar semejante dimensión.
Como ya había ocurrido también en 2005, cuando compitió por la Palma de Oro con La niña santa , varios periodistas, especialmente de medios de la industria, como Variety y Screen International , cuestionaron la falta de una narración más clásica que resuelva de forma satisfactoria cada uno de los enigmas que se plantean. Por eso, algunos hablaron de regodeo esteticista y se sintieron frustrados por la manera en que Martel redondea este thriller psicológico sobre Verónica (excelente trabajo introspectivo, lleno de matices y de contradicciones íntimas de María Onetto), una odontóloga que cree haber atropellado a alguien con su auto y que tras el choque, queda en estado de shock, confusa, frágil, disociada de la realidad, casi ausente pese a que continúa con su vida cotidiana y sus relaciones afectivas.
"Un accidente o una enfermedad importante son como un proceso inverso al de la educación, ya que provocan un trastorno de la percepción y constituyen un momento privilegiado para ver lo que habíamos dejado de ver", explicó Martel en una conferencia de prensa en la que recibió una ovación reivindicatoria y elogios unánimes de los presentes, que vincularon su trabajo con referentes tan disímiles como Michelangelo Antonioni o David Lynch.
Consultada por la recepción del film, Martel, que estuvo acompañada por Onetto y los productores Verónica Cura, Enrique Piñeyro, Agustín Almodóvar y Marianne Slot, indicó: "Cannes ofrece una experiencia extraordinaria de exposición, especialmente para una película sudamericana que no puede realizar una enorme inversión de dinero para llegar a todos los mercados. Obliga a una exigencia social agotadora, pero que por suerte se produce muy pocas veces en la vida. Con respecto a las reacciones, como ocurre siempre con mi cine a cierta gente no le gusta nada y a otra, sí".
Un par de horas antes de transitar por la alfombra roja de la sala Lumière, Martel definió los principales desafíos del film: "La idea era narrar la historia desde el estado de confusión, desde la cabeza de una protagonista que está como flotando, transmitir la sensación física y las emociones, trabajar con muchos y pequeños elementos, múltiples diálogos y capas de sonido, con la profundidad de campo y la posibilidad del fuera de foco".
El productor Agustín Almodóvar aseguró que "desde que con mi hermano Pedro vimos La ciénaga quedamos fascinados con el cine de Lucrecia, porque reunía todo lo que nos gusta como espectadores. Es una realizadora singular que ofrece radiografías humanas, microcosmos mágicos que exigen una actitud activa porque nada es explícito. Pedro se ha convertido en un gran promotor de ella y estamos encantados de seguir apoyando sus proyectos, que, para nuestra compañía El Deseo, son esenciales en el actual contexto del cine de autor".
Por su parte, Onetto indicó que "este trabajo con Martel ha sido muy estimulante y un gran crecimiento como actriz. Yo tengo una personalidad expresiva y desbordante, mientras que aquí debía interpretar de manera casi minimalista a una mujer retenida. Tuvimos muchas conversaciones, fuimos probando en el set, no había nada rígido ni cerrado".
Ciencia ficción
Martel confirmó que está trabajando en la transposición de El Eternauta , la clásica historieta de fines de los años 50 creada por Héctor Oesterheld y Francisco Solano López, que dirigirá para las compañías K & S Films, de Oscar Kramer, El Deseo y Film-Maker (Italia). "Soy una enamorada de la ciencia ficción, de desnaturalizar la naturaleza humana y creo que mi cine está más cerca del género fantástico que del costumbrismo", indicó. "Les dije a los hermanos Weinstein que me gustaría hacer la nueva película de la saga de Alien , pero no me tomaron en serio", agregó entre risas.
Para la directora, de 41 años, " El Eternauta es un ícono de la cultura argentina, especialmente de la porteña, y como he pasado la mitad de mi vida en Buenos Aires, sería como devolverle a la ciudad algo de lo que tanto me ha dado. En cuanto a los desafíos de producción, reconstrucción de época y efectos visuales, no me da más miedo que cualquiera de mis otras películas".
Fría y distante
Otro director que, como Martel, propone un cine visualmente muy cuidado y una narración bastante exigente es el húngaro Kornél Mundruczó, que debutó en la competencia oficial con su tercer largometraje, Delta , un melodrama que se sumerge en el tabú de una relación amorosa entre dos hermanos. Más allá de la indudable categoría de su apuesta formal y de la provocativa temática, el film resulta demasiado frío, distante y artificial.
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