Mariú Fernández: la chica Amy Winehouse que "enamoró" a Ricardo Darín
Si algo no le falta a El amor menos pensado, uno de los tanques de este agosto explotado de cine argentino, es un elenco muy reconocible por el público. Desde la pareja protagónica, Mercedes Morán y Ricardo Darín , a todos los intérpretes, figuras muy importantes del espectáculo como Norman Briski, Juan Minujín, Claudia Fontán, Andrea Politti, Claudia Lapacó, Jean Pierre Noher, Andrea Pietra, Gabriel Corrado, la sorpresa de Luis Rubio y Chico Novarro. Y hasta el "Leo" de la tira Simona, Andrés Gil. Solo un nombre, al final de la nutritiva lista, es la excepción a la regla del famoso: la actriz y cantante Mariú Fernández , con un sólido recorrido en el teatro musical pero con esta, su primera oportunidad, en la pantalla grande y nada menos que junto a nuestro non plus ultra estelar.
"Cuando me presenté al casting sabía que buscaban a una bandoneonista, a una música, y yo no lo soy. Pero cuando se enteraron que cantaba, probaron esa opción. El día de la audición me corté el flequillo para estar más linda y me quedó horrible, estaba muy nerviosa y se los conté. Tal vez esa espontaneidad de quien cree que ya todo está perdido, canalizó por algún lado o me liberó. Cuando llamaron para avisarme que esta Navidad iba a ser distinta, que brindara porque iba a filmar la escena con Ricardo y a cantar, fue una tremenda alegría", dice Mariú, a quien le toca ser una de las "novias" del protagonista, un recién separado después de 25 años de matrimonio. Ella es una artista del subte, canta el tema "Rezo por vos"; después de aplaudirla, él la carga "a caballito" en la escalera mecánica. Corte y escena de postsexo en la cama del departamento de la chica, cuando él se viste y resiste pasar toda la noche en intimidad.
"Tanto el director, Juan Vera, como Ricardo, con quienes pasaba todo el tiempo porque no actué con el resto del elenco, fueron amorosos conmigo. Si así es el cine, quiero más y con estos compañeros", cuenta Fernández, quien reconoce que tenía sus dudas antes de la filmación. "Tenía mi prejuicio, el temor a que fuera muy divo, pero al contrario, nunca me intimidó, fue muy relajado. En la escena del upa a caballito, primero quiso hacer una prueba. «Es que tengo jodida la rodilla», me dijo, «y quiero chequear si te puedo levantar». Pensé que era un chiste pero era verdad. Lo ensayamos tres veces y salió", dice Mariú.
En cambio, para la otra escena, estuvieron casi todo un día: "Tenía que quedarme en bolas pero hicieron que me sintiera cómoda. Ricardo se la pasó contando anécdotas y bromas para distender. Aparte, yo tenía que ir cada tanto al baño a sacarme leche porque estaba, estoy todavía, amamantando a Emma", dice la mamá de una beba de 22 meses.
Estaba en el séptimo mes de embarazo, a mediados de 2016, cuando cortó con Yo no soy Amy, un proyecto propio, escrito por Osvaldo Bazán y dirigido por Dennis Smith, que llevó adelante durante dos temporadas en el Maipo Kabaret y una en el Bebop Club. "Me fascina Amy Winehouse , una artista a quien descubrí después de su muerte. Fue una artista única, con una historia llena de contradicciones y oscuridades para contar. Por eso armamos no solo un tributo con sus canciones sino una obra donde apareciera su vida y la mía, cruzadas. A ella le debo conectarme con la música, con sus canciones que no me canso de cantar y la posibilidad de que mucha gente haya conocido lo que hacía a través de ella, porque no soy imitadora sino intérprete, con mi impronta", dice Mariú que tuvo en su mamá peluquera el diseño de los altos peinados de la cantante inglesa.
Del barrio de Caballito, después de múltiples mudanzas Mariú vive actualmente en Núñez con su marido e hijita. Comenzó estudios de Derecho en la UBA pero siempre quiso cantar, bailar, actuar. Cada vez que veía una vieja película con danza, salones, aventuras, se le movía algo. "Hasta que un día, a la salida de la facultad, me mandé al estudio de Julio Bocca y Ricky Pashkus para ver de qué se trataba y ahí me quedé, en la carrera de comedia musical. Tuve a los mejores maestros, a quienes recuerdo con amor, pero el entrenamiento continúa", asegura. Desde su debut en Candombe nacional, en 2001, en el Maipo con Enrique Pinti, trabajó en Los productores, Sweet charity, Tango feroz, Y un día Nico se fue, Rent, Por amor a Sandro y, entre otros musicales, el premiado Shrek.
A pocos meses del parto, en 2017, volvió al teatro con American Idiot, el musical rockero basado en el séptimo álbum de estudio de Green Day, dirigida por Ariel Del Mastro, obra con la que cantó en octubre en versión sinfónica en el teatro Colón. Y este año, además del estreno de la película, se presenta en el hotel Faena y en Bebop con su show de clásicos del jazz, el soul y el rock, no solo de Amy sino de varios artistas. "Creo que la vida tiene errores que solo el arte puede corregir, una frase que adopté de El pasajero (musical que dirigió Ana Frenkel). El arte me acomodó, este trabajo es un juego, hay que probar y mandarse. Y tener paciencia a que la vida fluya", dice la ex desconocida.
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