Marcelo Piñeyro, Cecilia Dopazo y Fernán Mirás, a 25 años del estreno de Tango Feroz
Apenas cinco salas de exhibición, una crítica mala en uno de los principales diarios de tirada nacional y los miedos propios del debutante hicieron que Marcelo Piñeyro temiera lo peor. Hoy lo recuerda con una sonrisa, pero hace exactamente 25 años se sentía tan desanimado que avisó que no asistiría a la avant premier de su opera prima, Tango Feroz: la leyenda de Tanguito. "Me fueron a buscar unos amigos, me obligaron a comprarme un saco y me llevaron a la rastra", recuerda a LA NACION.
En 1993, el cine nacional alcanzaba uno de sus puntos históricos más bajos. A la escasez de salas, se le sumaba una mínima promoción estatal y el prejuicio de un público que no parecía demasiado interesado en lo que los realizadores locales querían contarle. Ese año, por ejemplo, todo el mundo hablaba de la espectacularidad de Jurassic Park, de la crudeza de La lista de Schindler o del planteo moral / "ratonero" de Propuesta Indecente, pero nadie esperaba que una película argentina pudiera vender más de 1,7 millones de entradas y convertirse en un verdadero "fenómeno", tal como Tango Feroz lo hizo.
Han pasado 25 años, pero el recuerdo permanece intacto. "Ayer estaba dejando mi auto en un estacionamiento, en Palermo, y un chico vino desde el fondo cantando 'El amor es más fuerte'. Entendí que ese era su manera de hacer contacto, de hacerme sentir que me reconocía, que había algo que nos unía", dice Cecilia Dopazo , quien componía a Mariana, el gran amor de "Tango" en la película. "Me pasa habitualmente en la calle que la gente me pare y me hable de Tango Feroz, de una escena o de una frase", agrega.
"Me da la impresión de que todos tienen muy presente el momento en que la vieron, con quién la vieron, qué les pasó, qué pensaron de la juventud, de la vida, de los sueños... Es una maravilla haber formado parte de eso", refuerza Fernán Mirás , el encargado de ponerse en la piel del mítico cantante y compositor que murió tan temprana como trágicamente en mayo de 1972.
"Nunca imaginé que, 25 años después, me iba a encontrar hablando de este película, ni mucho menos que iba a seguir viva en la cabeza, en la experiencia emocional de mucha gente", apunta Piñeyro. "Creo que Tango Feroz se convirtió en un puente entre dos generaciones, entre padres que habían vivido su juventud en tiempos de dictadura e hijos que comenzaban a interesarse por ese pasado".
En busca del mito
Durante los 80, el cine musical no era explorado por las productoras locales. Las referencias más inmediatas llevaban, de hecho, a las películas protagonizadas por Sandro o Palito Ortega, o a piezas orientadas a vender discos, como La carpa del amor (1979). Además, hacía largo tiempo que la industria no registraba a los jóvenes como público e interlocutor. Por eso, pensar en contar la historia de un artista fundacional dentro del rock nacional pero mayormente desconocido, sonaba cuanto menos riesgoso.
"Empecé a escuchar la música de Tanguito a través de un disco que contenía una serie de demos y que había sido editado luego de su muerte. Un disco muy desprolijo pero que tenía un existencialismo que no era habitual en la música en ese momento. Todas las imperfecciones se borraban", explica Piñeyro. "Y al mismo tiempo escuchaba historias sobre su vida, que siempre confluían en un tipo que decía 'basta' y se enfrentaba a lo establecido. Y que pagaba ese atrevimiento con su propia vida".
Luego de trabajar en la producción de la Historia Oficial (1985), Piñeyro entendió que era momento de emprender su camino como director. Y ahí estuvo sobrevolando la figura de José Alberto "Tanguito" Iglesias. "Sentía que tenía el tipo de héroe con el que me identificaba y que me gustaba la idea de hacer una película con música, aún cuando no había demasiada experiencia sobre eso", indica.
La investigación que inició sobre el coautor de "La balsa" no lo llevó a dar con una trama que le resultara del todo interesante como para sentarse a escribir un guion. Y entonces apareció una mujer, un gran amor de Tanguito, que fue quien aportó una mirada mucho más personal sobre el hombre detrás del músico e inspiró el personaje de Mariana.
Luego, llegó el difícil momento de buscar financiación. "Me pasaba que los productores me decían que el personaje lo podía hacer Miguel Angel Solá, por ejemplo. Pero Solá ya tenía 40 años", sigue. "Era un clásico del cine argentino en esa época: buscar un consagrado de protagonista, una suerte de garantía para encabezar. Pero yo quería un pibe de 20 para que haga de Tanguito, que se respetara la edad de los personajes. Y hoy me encanta ver Tango Feroz y ver que las caras de los actores que elegimos estén aún en proceso de formación".
Lejos de las especulaciones, Piñeyro decidió seguir su instinto y esperar.
Los debutantes
Tango Feroz se mantuvo en preproducción durante varios años, y fueron varios también los actores que estuvieron a punto de protagonizarla. Uno de ellos fue el mismísimo Benicio del Toro, quien por entonces daba sus primeros pasos en la pantalla grande; finalmente, se bajó del proyecto por "incompatibilidad de agendas".
Mirás participó de un casting, pero para interpretar un personaje secundario. "Unos años después me llamaron para hacer un par de escenas con Cecilia, que ya estaba dentro del proyecto", cuenta. "Y recuerdo que cuando leí el guion pensé que era dificilísimo obtener un papel tan complejo, que tenía una historia de amor, que se enfrentaba al poder y que terminaba en un manicomio. Me parecía un personaje muy atípico para alguien de 20 años".
Mirás ya había tenido una pequeña experiencia en cine con la película La amiga (1988), junto a Liv Ullmann y Cipe Lincovsky, pero la posibilidad de interpretar a Tanguito se presentaba como un desafío tan maravilloso como escalofriante. Una mañana, una llamada telefónica le confirmó que el papel era suyo. "Fue una alegría enorme, pero también sentí un cagazo inconmensurable", bromea.
Esos miedos se hicieron aún más grandes cuando, sobre el final de la primera semana de rodaje, llegó el momento de compartir una escena con Héctor Alterio, que componía a un comisario que buscaba sumarlo como "soplón". "Me ponía muy nervioso porque yo era muy nene", asegura. "Me acuerdo que teníamos que grabar una escena y yo sentía que no me salía. Entonces pedí ir al baño entre una toma y otra, y me encerré a llorar, a ver si podía aflojar un poco. Hoy en día veo esa escena y no puedo distinguir con objetividad si está bien o mal".
Dopazo fue una de las primeras en unirse al proyecto y, si bien ya era una cara conocida televisivamente, nunca había trabajado en cine. "En ese momento, participaba en Amores, con elencos impresionantes y la dirección de Alejandro Doria", recuerda. "Según cuenta la leyenda, Aída Bortnik, la coguionista de la película, lo llamó a Doria para preguntarle por mí, y él me recomendó. Así sonó el teléfono en mi casa para convocarme al casting".
"Tango Feroz fue mi primera vez en todo", indica la actriz. "Eso incluye entender cómo eran los tiempos de cine, que son muy distintos a los televisivos, el tema de la continuidad que para mí era completamente novedoso, saber dónde pararme... Y en ese momento salía muy caro hacer películas, entonces uno sentía la responsabilidad de hacerlo bien".
Desde su punto de vista, la escena que más recuerda la gente que vio la película es esa en la que Tanguito prende la radio, suena "Malevaje" e invita a Mariana a bailar desnudos. "Fue una escena muy difícil de hacer, porque fue mi primer desnudo y eso es algo que nos expone mucho como actores", explica Dopazo. "Habíamos ido con Fernán varias veces a tomar clases porque imaginate la vulnerabilidad que implicaba no saber bailar el tango y tener que hacerlo desnudos frente a las cámaras".
Detrás del fenómeno
De regreso a ese 3 de junio de 1993, Piñeyro, Mirás y Dopazo coinciden en recordar la sala llena, los encendedores que se prendieron sobre el final -justo cuando Tanguito recita ante cámara un mensaje para ese hombre que esperaba ser en 20 años- y la ovación que se escuchó en el hall del cine América. Y que se repitió en muchas otras funciones, casi como en un ritual. "Lo recuerdo y se me vuelve a poner la piel de gallina", dice el director.
En pocas semanas, esas cinco pantallas iniciales comenzaron a multiplicarse y, para las vacaciones de invierno, llegaron a ser 23 en todo el país (por entonces, los cines aún priorizaban tener una sala grande antes que varias pequeñas). "Cuando salió el CD, todo fue una locura", dice Dopazo, en referencia a la banda sonora que reunía canciones como "Presente", "El oso" y "El amor es más fuerte" con otros clásicos internacionales de mediados de los 60 como "California Dreamin'" y "Blowin' in the wind".
El éxito también trajo polémica: varios músicos que habían conocido a Tanguito acusaron al film de Piñeyro de tergiversar la historia y la figura del músico para hacer más interesante y "vendible" el relato. Lito Nebbia, por ejemplo, se negó a ceder los derechos de "La balsa", canción fundacional del llamado "rock nacional". También estuvieron quienes creyeron ver un mensaje "marxista" dirigido a la juventud en la película, algo que parecía muy cuestionable para el cine argentino de comienzos de los 90.
"Hace poco encontré en una librería un ejemplar de una revista de psicología de la época que hablaba de Tango Feroz. Me da vértigo aun hoy acordarme de todo lo que vivimos", señala Mirás. "¡Hasta estuvimos en el programa de Mariano Grondona!", dispara Piñeyro como curiosidad. Y es que el fenómeno que desató la película trascendió lo estrictamente artístico, y todos querían saber de qué se trataba.
A la distancia, Dopazo parece haber encontrado una explicación: "Estábamos en pleno menemismo y esta película salió a decir que lo importante era ser y no tener. En el cine de enfrente pasaban un film estadounidense sobre un tipo que remataba una noche de sexo con su esposa por 1 millón de dolares, y Tango Feroz hablaba de que 'todo no se compra, todo no se vende'. Fue una película que llegó en el momento justo, y fue lindo que estuviera ahí para decirnos eso".
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