Luis Puenzo en el Incaa: reuniones, desafíos y una ley que se pone a prueba
Recién instalado en el amplísimo despacho que ocupa la presidencia del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) en el tercer piso del edificio de Lima 319, Luis Puenzo le dijo el último miércoles a La Nacion que cada vez que necesitaba respuestas a las preguntas importantes que le planteaba su profesión de productor y director de cine encontraba las explicaciones más razonables en la palabra del último técnico, el que pasaba a priori más inadvertido. "Los comentarios más razonables y las frases de mayor sentido común siempre las encuentro de ese lado", confesó en medio de la entrevista.
Debe haber surgido de esa experiencia la decisión de las flamantes autoridades del Incaa de armar un cuestionario que se entregará a las personas que trabajan en el organismo. Puenzo y sus más cercanos colaboradores (el vicepresidente Nicolás Batlle y el gerente general Raúl Rodríguez Peila) quieren tener un cuadro de situación para completar el diagnóstico y empezar a diseñar estrategias. De manera paralela, el director de La historia oficial propició anteayer una reunión abierta con varias entidades representativas del quehacer cinematográfico. Debe haberse sentido durante ese encuentro todavía casi como un par. Si algo caracterizó a Puenzo, sobre todo en los últimos años, fue su disposición a participar de todos los debates sobre las políticas oficiales ligadas al cine desde una posición dialoguista, pero a la vez muy crítica y cuestionadora de la gestión del Incaa durante la administración de Mauricio Macri.
En la entrevista con La Nacion, publicada en la edición impresa del último jueves, y en la reunión de anteayer con las entidades, Puenzo dejó a la vista el primer eje claro de su gestión al frente del Incaa. Quiere que la actual y vigente Ley de Cine se aplique en todo su alcance mientras establece las primeras líneas del plan de largo alcance que culminará con una actualización de esa norma, promulgada en 1994.
Con esa intención comprometió a las entidades del cine a presentarles el viernes que viene, en un nuevo encuentro, propuestas concretas. Quiere saber qué puede hacer el Incaa para hacer cumplir la Ley del Cine y conocer las modificaciones propuestas por sus interlocutores. Por ahora, el espectro de los convocados comprende más que nada a los sectores que de inmediato brindaron respaldo a su designación.
Quizás haya que esperar un poco más para el acercamiento pleno de la nueva conducción del Incaa con los actores más grandes, aquéllos que traccionan la industria con las mayores inversiones y cuyas acciones llevan a Puenzo a imaginar, como le dijo a La Nacion, que en el futuro el cine podría convertirse en "una de las cuatro o cinco principales industrias de la Argentina". La Ley de Cine vigente se aprobó hace dos décadas y media, cuando el streaming era algo inexistente y el cine argentino fuerte no era, como ahora, distribuido aquí y en el mundo por las filiales de las majors de Hollywood. La industria local está mucho más diversificada y globalizada.
Puenzo llega al Incaa para atender este proceso de cambio, organizar la transición entre la vieja ley y la nueva, resolver las tensiones entre los actores de la industria y manejar un organismo complicado de gestionar, expuesto en cualquier momento a potenciales tensiones gremiales y en el que cada conducción saliente se ve forzada a resolver cuestiones pendientes, reclamos o denuncias en los tribunales.
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