Luis Puenzo: “El cine puede ser una de las principales industrias de la Argentina”
Luis Puenzo ya se instaló en el despacho principal del edificio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), en Lima al 300. Recibe a LA NACION en un escritorio y una oficina todavía completamente despojados. No hay papeles, cuadros o algún signo que identifique a su nuevo ocupante. "Todavía no tengo firma", aclara, porque hasta ayer su designación no había aparecido en el Boletín Oficial. Pero revela que desde hace dos meses, antes de las PASO, ya tenía decidido (y aceptado) ponerse al frente del organismo.
–Hubo mucha incertidumbre hasta que se confirmó su nombre al frente del Incaa tras la reunión que mantuvo con el Presidente.
–Se dijeron muchas cosas y hubo multitud de operaciones falsas cuando en realidad todo estuvo muy claro. Es cierto que en los tiempos que corren un anuncio como este no puede estar en suspenso tanto tiempo. Hace dos meses y medio por lo menos que yo venía diciendo que sí y nunca tuve dudas de eso. Ahora llego acá con Nicolás Batlle, un gran productor, como vicepresidente. Los dos nos pasamos la vida haciendo cine, pero ahora que estamos acá lo primero que nos dijimos, sin arrogancia es: preguntemos, hablemos con todos. No presupongamos nada.
–Su nombre sonó algunas otras veces en el pasado para ocupar este cargo.
–Me lo propusieron varias veces en los últimos 15 años por lo menos. Y yo siempre contestaba en automático que no. Es casi un chiste porque me decía a mí mismo que me iba a tocar cuando fuera grande o más viejo. Y ahora me tocó.
–¿Y por qué se decidió ahora?
–Una vez, con un grupo de amigos, veteranos del cine, nos propusimos armar una plataforma para quien llegara a ocupar este lugar. Y a uno se le ocurrió hablar con Pino Solanas, que iba a ser cabeza del lista por el Frente de Todos y que trabajó muy cerca mío en los 90 cuando trabajamos en la ley de cine que hoy sigue vigente. Una ley que hoy va a haber que tocar.
–¿Están pensando en una nueva ley de cine?
–Siempre trabajé con generaciones más jóvenes, mis cuatro hijos también hacen cine, y a todos les dije siempre que no tocaran la ley, porque era como abrir la caja de Pandora. Pero ahora creo que es el momento de actuar sobre la ley. El cine cambió. La realidad es otra. La aparición del streaming. El paso de lo analógico a lo digital. Yo mismo tuve que adaptarme. Hay que cambiar la ley.
–¿De qué manera?
–Fuimos adelantados al aprobar la ley. Nos adelantamos 25 años al ponerle a esta casa Instituto de Cine y Artes Audiovisuales. Con todas estas nuevas formas de producción y exhibición tienen que cambiar el aspecto impositivo y el apoyo al cine. El actual Fondo de Fomento Cinematográfico tiene que ser el Fondo de Fomento Audiovisual. Y tenemos que adecuarnos a la nueva situación. Si esto ocurre, el fondo de fomento actual va a tener cinco veces más dinero del actual y les vamos a dar trabajo a los miles de chicos y chicas de nivel terciario que estudian cine.
–¿Ese va a ser el principal objetivo de su gestión?
–Yo llevo dos meses y medio trabajando con el ministro de Cultura, Tristán Bauer, y con Pino Solanas, que son los grandes responsables de que yo esté sentado acá. Tuve el martes una excelente reunión, de una hora, con Alberto Fernández, Yo nunca lo había visto en mi vida al Presidente y él tampoco a mí. Con mucha conciencia todos de cuál es el país en el que vivimos, de la crisis que atravesamos, de que hay gente que pasa hambre y que en el medio tenemos el privilegio de hacer cine. Pero a la vez coincidimos en que ese privilegio es muy importante para la Argentina.
–¿En qué sentido?
–Gracias al cine, la Argentina tuvo y tiene en los últimos años una tarjeta de visita muy importante en el mundo. Es extraordinario. Y a mí me gustaría mucho que el cine no solamente pida. Que sea demandante. Estamos en una situación del país en la que más que pedir tenemos que dar. Y esta industria es capaz de dar muchísimo. Puede ser una de las tres, cuatro o cinco industrias principales del país, importadoras de dinero, exportadoras de cultura. Hoy estamos produciendo tres o cuatro series anuales; México, 35, y España, 70. Podríamos multiplicar ese número.
–¿Por dónde empieza su tarea?
–Por entender el cine como industria cultural. Preservar mucho el aspecto cultural del cine y el semillero de jóvenes estudiantes de cine. Y también valorar al cine como industria. Antes de reunirme con el Presidente tuve otra excelente reunión con Miguel Acevedo, el titular de la Unión Industrial Argentina.
–Durante la gestión anterior de Ralph Haiek, que habló mucho de apoyar este tipo de producciones, se dijo que algunos sectores, como el sindical, habrían puesto reparos y objeciones.
–Tengo entendido, aunque no sé exactamente lo que pasó, que se gestionaron reuniones y que no se bien ni cómo ni por qué Haiek no llegó a acuerdos con los sindicatos. Me parece raro, porque ellos son los primeros beneficiados. No debería ser un obstáculo, todo lo contrario. No era un mal proyecto. El tiempo y la inercia te llevan inexorablemente hacia ese lado.
–¿Tuvo algún contacto con las autoridades salientes? ¿Hubo transición con ellas?
–No. Tengo mucho contacto, en cambio, con las entidades del cine. Me estoy reuniendo metódicamente con cada una de ellas. Me voy a tomar este primer mes para hacer el diagnóstico completo del estado de la industria. Y no vamos a parar nada de lo que se está haciendo. Estamos haciendo todo lo posible para que la máquina siga funcionando mientras hacemos todo este inventario. El consenso de las entidades que conseguimos hasta ahora fue un gran estímulo, porque yo no llegué acá para hacer la plancha ni a pulsear con la gente del cine.
–¿Qué concepto tiene de la gestión del macrismo en el Incaa?
–No creo que haya sido una gestión malintencionada. Pero sí fue una gestión torpe. O tal vez haya sido afectada por cuestiones ajenas al cine, por cruces de órdenes que terminaron generando parálisis o malos resultados. Tenemos en la economía ejemplos mucho más graves.
–En muchas discusiones cotidianas se habla del cine argentino en una doble perspectiva. Por un lado, algunas películas capaces de convocar muchísima gente y otras que se estrenan y pasan de largo sin que las vea nadie.
––Nos va a llevar bastante tiempo trabajar en la elaboración de una ley actualizada. Y en el mientras tanto, lo que hablamos es la necesidad de hacer cumplir la ley actual en cada uno de sus incisos y artículos. Si se aplicara la ley como corresponde, podríamos perfectamente determinar cuáles son las películas de presupuesto alto, medio y bajo como ocurre en todos los países del mundo. La ley manda priorizar la recuperación del costo de las películas de presupuesto medio. Y en eso todas las entidades están unánimemente de acuerdo. Al Incaa le corresponde cuidar que las películas se estrenen y el modo en que se estrenan. No podemos desentendernos de las películas una vez que la copia está disponible.
–¿Eso significa que en su gestión se volverá a prestar atención al tema de la cuota de pantalla?
–La copia de una película extranjera grande que se estrena llega ya amortizada y cuesta mucho menos de su equivalente de una película argentina. Ambas se venden con entradas al mismo costo. Estamos de acuerdo en que no se puede tocar el ingreso de bienes culturales, el tema aduanero es muy complicado. Nunca se debe hacer con las películas lo mismo que se aplica con los cigarrillos o los autos que ingresan desde el exterior, pero a la vez debemos cuidar el cine argentino. La cuota de pantalla no es un tema de país subdesarrollado. Todos los países europeos la tienen.
–¿Van a retomar ese tema?
–No se trata de retomarlo o no porque estuvo siempre. Lo que pasa es que no se cumplió como marca la ley.
–Visto de otra manera. Un tanque de Hollywood ocupa una enorme cantidad de las pantallas disponibles. Eso le asegura al cine argentino más ingresos para el fondo de fomento por la demanda de entradas, aunque al mismo tiempo casi no haya películas nacionales o de otros países en la cartelera.
–Está vendido como un beneficio, pero no lo es. Hay muchas cosas bastante descuidadas en el tema de la exhibición. Y creo que tenemos en el cine muchos ejemplos de abuso de posición dominante, algo que no está bien en ningún aspecto de la economía. Películas como Los sonámbulos, que acaba de ganar varios premios en La Habana y recorre el mundo, deberían tener una explotación razonable en un tiempo razonable y puedan ser vistas al menos por quienes expresan el deseo de hacerlo. Siempre dije que en los cines de los shoppings se aplica una política supermercadista, fijada por el marketing. Y ahora resulta que llega allí la ley de góndolas. ¿Aplicar algo equivalente al cine? No sé si podría hacerlo, pero claro que lo querría.
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