Loving Vincent: ¿una obra de arte de la animación?
El jueves pasado se estrenó una producción sin precedente en la que cada fotograma es un cuadro pintado al óleo con el estilo del genial postimpresionista Van Gogh; los directores del film Dorota Kobiela y Hugh Welchman hablan de ese proceso en el que trabajaron 100 artistas
¿Qué pasaría si Van Gogh viviera hoy y fuera el director de arte de una película animada? La pregunta sólo encuentra respuesta en Loving Vincent, una obra sin precedente en el cine de animación mundial que se estrenó el jueves pasado en la Argentina. Se trata de la ópera prima de la polaca Dorota Kobiela y de su pareja, el inglés Hugh Welchman, quien produjo el cortometraje animado ganador del Oscar en 2008, Pedro y el lobo. La película demandó la titánica misión de convocar a más de 100 artistas para pintar, durante cinco años, cada uno de los 62.450 fotogramas del film, que combina escenas filmadas en un estudio con actores reales y el arte de los cuadros más famosos de Van Gogh. La odisea fue posible gracias a las Painting Animation Work Stations, estaciones de trabajo que aseguraron que cada pintor pudiera trabajar bajo idénticas condiciones de luz y que cada óleo pudiera ser capturado digitalmente para el film.
Para los amantes de la animación, su estreno es un hito muy esperado. Basta con saber que el anticipo de la película se volvió viral en Facebook al obtener más de 200 millones de vistas en apenas tres meses. O que este año Loving Vincent recibió el Premio del Público y fue reconocida como la Mejor Animación en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, el encuentro más emblemático para la industria. La trama de la película -que en parte es fagocitada por el carácter sorprendente de su producción- indaga sobre la misteriosa muerte del artista, poniendo en duda si realmente fue un suicidio. Para tejer la historia, el guión se basa en las 800 cartas escritas por el propio Van Gogh a sus amigos y familiares. ¿Cómo eran las vidas de las personas retratadas por él? ¿Qué rol cumplían en su entorno? En Loving Vincent cobran vida su cartero personal, Roulin, y su hijo Armand (quien emprende la aventura de investigar la muerte de Van Gogh); el doctor Gachet y su hija Marguerite, entre otros, enmarcados por los escenarios de sus más icónicas obras como la noche estrellada sobre el Ródano, la terraza del café de la Place du Forum o el dormitorio del artista en Arlés, los campos de trigo con cipreses o el viñedo rojo.
En diálogo con LA NACION, la directora Dorota Kobiela cuenta que la génesis de la película surgió hace ya una década. A pesar de haberse graduado en la Academia de Bellas Artes y de que su mayor pasión siempre hubiera sido pintar, a sus 28 años se encontraba trabajando en cine y animación, "un poco perdida y frustrada, extrañando pintar y trabajar en un proyecto propio". Para combinar ambos intereses personales, decidió que haría una película pintada que contara la historia de un artista y su arte. La idea original era realizar un cortometraje que pintaría ella misma de principio a fin, pero pronto Dorota se dio cuenta de que no le alcanzaría la vida para completar esa colosal tarea. Necesitaba llevar la idea a otro nivel. ¿Por qué una película sobre Van Gogh entre todos los pintores? La directora explica que, además de que la historia personal del artista resultaba inspiradora por su fuerte determinación en la búsqueda de un camino propio, por sus cartas y por la fascinación del misterio de su muerte, lo más importante era poder contar la historia de un artista a través de sus pinturas. Y las obras de Van Gogh eran muy personales. "En sus óleos podemos encontrar escenas, miradas, objetos y gente de su vida cotidiana -dice-. Ellos nos abren una ventana a su mundo. La idea era darles vida a sus retratos para contar su propia historia".
Inspiración y destreza
A pesar de que habitualmente se lo conoce por Escuela de rock,Boyhood o por la trilogía Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes de medianoche, el director norteamericano Richard Linklater también es autor de dos películas animadas. Se trata de Despertando a la vida y de Una mirada a la oscuridad (basada en la novela homónima de Philip K. Dick), que fueron filmadas con actores reales para luego convertirse en dibujos animados gracias a la técnica del rotoscopiado. Aunque podría citarse a ambas películas como antecedentes técnicos de Loving Vincent, los directores del film sobre Van Gogh refieren que su inspiración personal proviene mayormente de películas live action entre las que mencionan Las horas; los documentales Sueños de una vida y La delgada línea azul, e incluso el clásico del cine negro de los años 40 Al borde del abismo. En el terreno de la animación, el documental Vals con Bashir, del israelí Ari Forman, es un trabajo que siempre admiraron.
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