Los secretos que los números esconden
11... Códigos para ciegos . De Manuel Martínez. Dirección: Eduardo Lamoglia. Con: Beatriz Espíndola, Alejandro Fain, Juan Carlos Kuznir, Romina Pinto, Fernanda Rodríguez y Ricardo Tamburrano. Vestuario: Silvia Clara Díaz. Escenografía: Lucía Urrere Pon. Iluminación y sonido: Oscar Catalano. Música original: Sergio Vainikoff. Asistencia de dirección: Johanna Jezermicki. En el Variedades Concert, Corrientes 1218 (4381-0345). Viernes, a las 21; sábados, a las 23, y domingos, a las 20. Entradas: 25 pesos. Duración: 90 minutos.
Nuestra opinión: regular
Con la base del libro 11. El código secreto , de Manuel Martínez, la propuesta teatral que dirige Eduardo Lamoglia presenta de manera ficcional un cúmulo de información numerológica que explicaría gran cantidad de hechos, sobre todo de la vida contemporánea (la mayor parte de ellos de índole catastrófica), pero también tendría la respuesta a los pequeños dramas íntimos de cada uno de los personajes.
Con una estructura narrativa apoyada en el cruce de tiempos y espacios, en el que los personajes también tienen cierto desdoblamiento, todo fluctúa entre lo real, lo imaginado y lo onírico. Así aparecen Nostradamus y sus profecías, Cervantes y sus sueños. Ambos, desde cierta clase de limbo o purgatorio, deben escribir una historia que los redima ante un ser superior, lo que les daría autorización para reencarnar en otros y volver a la vida. Allí discuten sobre historia, filosofía y hasta se enfrentan por amor.
11... Códigos para ciegos peca de megalomanía. Es tanto lo que quiere transmitir -con un indudable tono de advertencia- que abruma. Lo que empieza siendo una historia casi fantástica se transforma, con el apoyo de imágenes de video proyectadas primero sobre el fondo del escenario y luego sobre una pantalla que se baja delante de él, en un discurso que mezcla los males de la guerra, con el mal uso que hacemos del ecosistema, con la violencia, con el hambre. Mucha información, muchos puntos de vista filosóficos que se cruzan y chocan, sumados a la historia de los personajes, vuelven esta propuesta confusa y difícil de asimilar, aunque por momentos resulta interesante y curioso escuchar tanto dato numérico que se vincula entre sí.
Con actuaciones correctas y con una puesta sencilla, la propuesta quizás hubiera debido dejar por momentos tanta función aleccionadora y, simplemente, limitarse a contar una historia.