Los monstruos les ganaron a las ideas
Philip K. Dick pasó la tarde del 17 de febrero de 1982 con Gregg Rickman, un devoto lector que solía entrevistarlo. Rickman fue el último que lo escuchó hablar de Blade Runner, porque horas más tarde Dick sufrió un ataque cardíaco y estuvo en coma hasta su muerte.
En esos días, su anárquico misticismo lo había acercado a un gurú mediático que anunciaba la inminente llegada del mesías. Dick creía estar en condiciones de anticipar las medidas revolucionarias que Maitreya tomaría para poner fin a la injusticia y salvar al mundo. Una de ellas era acabar de una buena vez con las películas de terror.
Pero eso —objetó Rickman— es como mandar a la hoguera tanto a Alien como a Blade Runner. Dick vaciló un instante, porque Blade Runner era la adaptación de una de sus novelas, y cambió de tema. Sólo había visto unos veinte minutos del film aún no estrenado, y su clima opresivo no había dejado de impresionarlo.
La relación de los escritores con la industria del cine suele ser conflictiva. Algunos, como Brian Aldiss y Cristopher Priest optaron por opinar lo menos posible sobre películas basadas en sus textos, como Inteligencia artificial y El gran truco.
Dick fue más locuaz. Alguna vez, un llamado de John Lennon lo había hecho soñar con una versión cinematográfica de Ubik. Pero cuando le propusieron llevar al cine ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? sintió que por primera vez estaba "tratando con el poder". Tuvo que resignarse a que la historia tomara un tinte nietzscheano, que los androides se llamaran "replicantes" y que Luba Luft dejara de ser contralto para hacerse striper. Lo que más le dolió fue que Ridley Scott confesara que no había leído la novela. Por eso fingía confundir a Blade Runner con el Correcaminos (Road Runner).
Dick decía que Alien no le gustaba y que no había dejado de decírselo a Scott: "Todo son efectos especiales y un monstruo increíble, para esos que prefieren los monstruos a las ideas". Tan contradictorio como siempre, elogiaba al guionista, pero se quejaba de que hubiera convertido su novela en "una historia de acción, donde androides y humanos se lo pasan matándose".
Con todo, aun reconociéndole a Dick que no tenía demasiado que ver con su novela, Blade Runner fue una película memorable. Pero Phil no imaginaba lo que vendría luego, cuando los efectos especiales acabaran por digerirse al cine, y el circo virtual se aprestara a reemplazar las ideas por el pochoclo.
Todavía seguimos esperando a alguien que sea capaz de llevar al cine al Dick esencial, más allá de la atracción que sigue despertando su pintoresquismo de género.
- Blade Runner (1982)
El film de Ridley Scott no sólo puso en el mapa de Hollywood a Dick: la estética noir futurista con la que se presentaba a Los Angeles de 2019 ha sido imitada hasta volverse un cliché cinematográfico en estos treinta años. - Minority Report: Sentencia previa (2002)
Anticipación en todo sentido: aquí es posible detener a los criminales antes de que se cometa el delito. - Los agentes del destino (2011)
El libre albedrío es el centro de este estilizado thriller romántico protagonizado por Matt Damon y Emily Blunt.
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