Los Gremlins: un topless polémico, la ingeniosa respuesta de Steven Spielberg frente a un pedido absurdo y las terroríficas escenas que no pudieron ser
En 1984 el film llegó a los cines, y rápidamente se convirtió en un éxito que recaudó a nivel mundial más de 153 millones de dólares
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Cuando en 1943 el escritor Roald Dahl publicó Los Gremlins, un relato sobre pequeñas criaturas que boicoteaban aviones durante la Segunda Guerra Mundial, desde Disney se mostraron muy interesados en llevar a cabo una adaptación al cine. Y si bien durante años varios animadores trabajaron incansablemente en ese proyecto, por distintos motivos jamás se pudo concretar esa película; de ese modo, Los Gremlins se convertía en uno de esos títulos malditos destinados a no llegar nunca a la pantalla grande. El tiempo pasó, y los pequeños monstruos dejaron de interesarle a Hollywood, hasta que un joven guionista llamado Chris Columbus se acordó de ellos.
Columbus estaba muy lejos de ser un nombre popular en la industria del cine, y en su afán por presentar buenas ideas fantaseó con la posibilidad de unas pequeñas criaturas que comían carne de humana. Mientras esbozaba ideas sobre un grupo de chicos denominados los Goonies, a Columbus lo atemorizaban los extraños sonidos que hacían los ratones que rondaban detrás de las paredes de su casa. “De día resultaban simpáticos, pero durante las noches, escuchar a ese pelotón de roedores deslizándose era algo de lo más espeluznante”, aseguró el guionista en una entrevista. Y esos ruidos, a Columbus le resultaban lo suficientemente perturbadores como para idear la saga de unas criaturas asesinas, que comenzaban siendo muy tiernas pero luego se transformaban en amenazas mortales. El nombre que vino a su cabeza fue el de los Gremlins, en homenaje a la creación de Dahl.
El voto de confianza de Spielberg
Steven Spielberg leyó el guion de Columbus y dio un salto de fe cuando lo compró sin dudarlo, convencido de su potencial. En su rol de productor, y a la hora de buscar un realizador idóneo para ese título, el padre de E.T. apostó por un nombre no muy famoso, pero sobre el que tenía grandes expectativas. En 1981, Joe Dante había estrenado Aullidos, una película que revitalizaba el mito del Hombre lobo, con más ingenio que presupuesto. Se notaba en cada uno de los planos de ese film que Dante era un enamorado de las criaturas cinematográficas, de esos monstruos de pesadilla a los que filmaba de un modo fascinante. Por ese motivo, era la opción ideal para dirigir la mini épica en la que un pelotón de criaturas destructivas tomaban por asalto un pequeño pueblo de Estados Unidos. Cuando le llegó la oferta, Dante aceptó de inmediato no solo porque lo entusiasmó el desafío, sino también porque estaba a un paso de la bancarrota, debido a que jamás cobró su sueldo por Aullidos (la productora que la financió cerró sus puertas sin reconocerle su paga).
Con el equipo definido, Dante y Spielberg propusieron una serie de cambios al guion original. El enfoque inicial consistía en un relato con moraleja, sobre la importancia de respetar y preservar las especies en extinción, pero eso viró hacia un largometraje de terror con algunas dosis de comedia, en el que los Gremlins se limitaban a destrozar todo a su paso. Ellos también decidieron bajarle el tenor de violencia a la historia, y quitar algunas escenas que consideraban demasiado crudas para el target al que apuntaba el film.
Dante sabía que la película iba a tener momentos terroríficos, pero quería encontrar la forma de orientarla hacia un entretenimiento familiar. De ese modo, cortaron varias escenas, como por ejemplo una en la que un gremlin era decapitado, u otra en la que esos monstruos asaltaban un local de comidas rápidas, para hacer hamburguesas de carne humana. Por último, el libreto original mostraba que el tierno Gizmo evolucionaba hasta convertirse en Rayita, el más peligroso de todos esos monstruos, pero a Spielberg esa idea no le gustó: el director de Tiburón propuso que Gizmo y Rayita fueran dos personajes distintos, porque sabía que el público necesitaba empatizar con el pequeño protagonista que tanto sufre el hostigamiento del resto de los gremlins. Dante no solo no se opuso, sino que con el tiempo opinó que esa decisión hizo de la película un éxito.
El desafío de filmar a los temibles gremlins
Un actor totalmente desconocido llamado Zach Galligan se convirtió en el protagonista del proyecto, y sobre esa decisión hubo total consenso. Algo muy distinto sucedió con la estrella femenina del film, Phoebe Cates. Pocos años antes, la actriz había hecho una escena de topless en la comedia de culto Fast Times at Ridgemont High, y eso alcanzó para que los productores de Gremlins (que buscaban un público familiar) dudaran si era conveniente o no tener a Cates al frente de la película. Sin embargo, esa duda se disipó gracias a Steven Spielberg, que al ver a Galligan hacer una prueba de cámara con Phoebe, exclamó: “¡No lo puedo creer, mírenlo! ¡Ya está enamorado de ella, no necesito ver a ninguna actriz más!”. Claro que, como era de esperar, los actores de carne y hueso fueron mucho más sencillos de dirigir que los caóticos gremlins.
En tiempos muy alejados de los efectos digitales, y en donde todas las criaturas cinematográficas eran básicamente marionetas, filmar a los gremlins no fue tarea sencilla. El largometraje contenía escenas en las que había decenas y decenas de estos monstruos, y materializar esas imágenes fue un verdadero trabajo de ingenio y logística. Frente al desafío de presentar tantos gremlins, un productor sugirió disfrazar monos como una alternativa más económica, pero esa propuesta duró muy poco cuando, durante una prueba piloto, un mono vestido de gremlin perdió los estribos y destrozó la oficina de Joe Dante.
Un numeroso equipo de especialistas en efectos especiales fue destinado entonces a la esmerada tarea de fabricar a cada uno de esos monstruos. Para colmo, teniendo en cuenta que cada uno de los muñecos tenía un costo de producción de unos cuarenta mil dólares, los gremlins debían dormir encerrados en un camión, por temor a que alguien se los quisiera robar a modo de souvenir.
A pesar de las exigencias en materia de efecto especiales, el equipo de producción finalmente pudo poner en pantalla todos los gremlins que pedía el guion, al punto de mostrar en varias escenas un verdadero pelotón de esas criaturas. “Ser un buen marionetista es un arte. Y cuando ese arte se hace de forma tan perfecta como se llevó a cabo en este proyecto, no se necesita ningún tipo de tecnología digital”, decía Dante por entonces.
Por su parte, Galligan era un agradecido de trabajar con marionetas, y destacó: “Pretender que uno de los títeres es una criatura viva, no es distinto de pretender que una actriz a la que recién conociste es tu esposa desde hace quince años. Es más fácil reaccionar frente a algo que tenés delante tuyo, y no a algo que tenés que imaginar que está ahí, como sucede con los efectos digitales”.
Para sorpresa del equipo, cuando los jefes del estudio vieron el primer corte de Gremlins le sugirieron a Spielberg que eliminara algunas criaturas, porque eran demasiadas y generaban confusión. Con mucha diplomacia, el director se negó a acatar esa inesperada sugerencia, y con humor les respondió que quizá sería mejor sacar a todos los gremlins y que la película se llamara Personas.
Un éxito clave de los ochenta
Gremlins llegó a las salas de cine de los Estados Unidos el 8 de junio de 1984, y no tardó en consolidarse como un rotundo éxito; incluso le jugó de igual a ideal a otro clásico de ese año, Los cazafantamas. Con una inversión inicial de 11 millones de dólares, el título de Joe Dante logró recaudar más de 153 millones en todo el mundo y fue el cuarto largometraje más rentable de ese año. El público de todo el mundo caía rendido ante el encanto de los gremlins, y desde Warner no tardaron en darle luz verde a una secuela, que llegaría recién en 1990.
Con una serie animada en marcha (que contará una historia de Gizmo en la China de los años veinte), sumado a las infinitas ventas de remeras y muñecos, todo indica que la (terrorífica) fascinación del público por estas criaturas verdes y salvajes está muy lejos de pasar de moda.
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