Los diez mejores trabajos de Robert Redford como actor
El mes próximo, el festival de cine Toronto será testigo del adiós de una gran figura de Hollywood: Robert Redford , quien anunció en una reciente entrevista que se despide de la actuación. Una carrera tan colosal y próspera —delante y detrás de cámaras—, bien amerita un repaso por algunos de sus trabajos más destacados como intérprete.
DESCALZOS EN EL PARQUE (Barefoot in the Park, Gene Saks, 1967). Las peripecias de dos recién casados ( Redford y Jane Fonda) que tratan de aprender lo que significa el matrimonio mientras se pelean con los vecinos de su pequeño departamento. Su puesta en escena puede lucir envejecida, pero Redford le saca lustre a su primer éxito como protagonista por la naturalidad y el desenfado con que sostiene junto a su partenaire las chispeantes situaciones y los veloces diálogos escritos por Neil Simon, en el debut como guionista adaptando su propia obra teatral.
BUTCH CASSIDY (Butch Cassidy and the Sundance Kid, George Roy Hill, 1970). Hombre del Oeste por convicción, Redford protagonizó dos westerns crepusculares (el otro fue La ley del talión). El título con que se estrenó en la Argentina ignora la mención expresa que en el original tiene el personaje de Redford, Sundance Kid, socio de Butch Cassidy (Paul Newman) en sus andanzas como fugitivo de la ley dentro y fuera de los Estados Unidos. Film de enorme popularidad con uno de los personajes más atractivos de Redford, el del ladrón incapaz de matar que disimula a pura simpatía la tristeza por un género clásico que empezaba a despedirse.
EL CANDIDATO (The Candidate, Michael Ritchie, 1972). Segunda película del tándem Ritchie-Redford después de la muy subvalorada Monte Abajo (1969) y todavía considerada como uno de los mejores retratos fílmicos de la política estadounidense. Redford entiende aquí a la perfección lo que significa aprovechar como actor su condición ya afirmada de estrella personificando a un aspirante a senador que lleva adelante su campaña mezclando el influyente poder de su familia y el aprovechamiento integral de su condición de tipo pintón. El mismísimo Dan Quayle, vicepresidente de George Bush padre, reconoció más tarde haber usado esa película como guía y plataforma para su candidatura.
NUESTROS AÑOS FELICES (The Way we Were, Sydney Pollack, 1973). De la mano de uno de los directores que mejor lo entendió, el actor se animó por primera vez a construir con la máxima exigencia un personaje que es el resultado de la fusión entre algunos papeles previos mucho más ligeros. Barbra Streisand y él se sacan chispas como una pareja que trata de sostener un amor imposible en medio de diferencias personales y políticas cada vez más difíciles de aparentar. Una película que merece revisarse más allá del bello y siempre vigente tema musical, uno de los himnos de la carrera de Barbra.
EL GOLPE (The Sting, George Roy Hill, 1973). Quienes sostenían hasta aquí que la fama de Redford tenía que ver nada más que con su apostura física debieron aceptar la realidad y reconocer, casi definitivamente, que detrás de esa estampa aparecía un actor con enorme timing para la comedia y talento para saber en todo momento lo que debe hacer un actor de cine (cómo pararse, dónde mirar, qué expresión facial hay que emplear, cuándo hay que hablar y cuándo hay que callarse). Un éxito colosal que fortaleció además su indestructible amistad con Paul Newman.
TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE (All the President´s Men, Alan J. Pakula, 1976). Nadie podría imaginar a otro actor en la piel de Bob Woodward, uno de los dos artífices de la memorable investigación periodística (el otro fue Carl Bernstein) que desde el Washington Post corrió el telón del caso Watergate. Una película urgente que quedó en la historia y que Redford interpretó con la conciencia de estar ocupando un lugar de elevado valor cívico. Casi el boceto de su comportamiento posterior frente a los hechos políticos de su país.
BRUBAKER (Stuart Rosenberg, 1980). No son pocos los que afirman que Redford entrega en esta austera película el mejor papel de su larguísima carrera como actor. Lejos de cualquier glamour se carga al hombro la adaptación al cine de la historia real de Tom Murton, el encargado de una pequeña prisión rural de Arkansas que denunció los escándalos de corrupción en el sistema carcelario de ese estado. "En esta historia el villano es el sistema, como lamentablemente suele ocurrir". Esta referencia de Redford al film se convirtió en una de sus frases de cabecera.
EL SEÑOR DE LOS CABALLOS (The Horse Whisperer, Robert Redford, 1998). Primera y única vez en la que Redford se dirigió a sí mismo. Tal vez no haya sido su papel más depurado, pero vale la pena incluirlo en cualquier antología porque nunca el Redford intérprete estuvo más cerca de lo que él mismo imagina como el ideal de su vida cotidiana. En esta fábula más tierna que rigurosa sobre un entrenador de caballos capaz de corregir junto a ellos traumas físicos y psíquicos de seres humanos muestra a Redford en su elemento (la vida cotidiana en un típico rancho del oeste estadounidense) y por eso exhibe la autenticidad que no tienen otras apariciones suyas.
TODO ESTÁ PERDIDO (All is Lost, J. C. Chandor, 2013). No haberle dado por este papel a Redford lo que hubiese sido su primera nominación al Oscar como actor sigue viéndose hoy como una de las más flagrantes injusticias cometidas por la Academia de Hollywood en los últimos años. Son 106 minutos en los que Redford, a sus 76 años y casi sin palabras, entrega una lección de actuación cinematográfica como el solitario timonel de un velero que queda a la deriva por una tormenta y debe ingeniárselas como pueda para sobrevivir. Una de las más notables muestras de compromiso físico y actoral sobrellevadas por una estrella de Hollywood de su edad en toda la historia.
MI AMIGO EL DRAGÓN (David Lowery, 2016). Una de las joyas recientes más escondidas y menos conocidas de Disney es, al mismo tiempo, otra pequeña gran muestra de la extraordinaria dignidad actoral de Redford, que encarna aquí un papel que a cualquier figura le encantaría hacer cuando llegue el momento, el del gran narrador de cuentos que les transmite a los chicos la memoria eterna e imborrable de las grandes historias. No es casual que después de este magnífico papel, Redford haya confiado en Lowery como director de la película con la que decidió despedirse de la actuación. The Old Man and the Gun tendrá su estreno mundial en septiembre durante el Festival de Cine de Toronto.
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