Antes de pilotear el Millenium Falcon en una galaxia muy muy lejana, Harrison Ford manejó un auto hot rod en las calles de un pueblo californiano. La música que acompañaba su travesía no era una composición de aires wagnerianos creada por John Williams sino hits de Bill Haley y Buddy Holly. El gran enemigo no era el Imperio sino la fatalidad de dejar la adolescencia atrás y enfrentarse a la vida adulta.
La nostalgia de los últimos días de la adolescencia y la época justo antes de que la revolución de los 60 tomara todo por asalto fue el motor de American Graffiti, la segunda película de George Lucas, que lo puso en el camino creativo que conduciría a Star Wars y el resto de su exitosa carrera en el cine.
Es la última noche del verano del 62, un grupo de amigos anda en auto, escucha rock and roll, se enamora, se pelea y piensa cómo será su futuro en esta notable película que quedó opacada en la filmografía del director y productor por el fenómeno de su saga intergaláctica.
Tras el fracaso de taquilla de su opera prima, THX 1138, Lucas estaba en bancarrota y bastante deprimido.La película recibió buenas críticas y le valió una invitación a la Quincena de Realizadores del festival de Cannes, pero no conectó con el público.
Francis Ford Coppola, su amigo y productor del film, fue muy directo en su apreciación de lo que Lucas debía aprender de la experiencia con su primera película: "No seas tan raro, intentá hacer algo que sea humano -le dijo al director, según cuenta Peter Biskind en Easy Riders, Raging Bulls-. No hagas cosas abstractas. Lo único que hacés es ciencia ficción. Todos piensan que sos frío pero podés ser cálido y gracioso. Hacé una película cálida y graciosa".
Marcia Lucas, montajista y esposa del director en ese entonces, recordó en el libro de Biskind lo que Lucas solía decir sobre hacer una película que involucre emocionalmente al público: "Cualquiera lo puede hacer con lo ojos vendados. Sólo basta un gatito y un tipo retorciéndole el cuello".
Por suerte, el realizador no recurrió a una escena de ese calibre cuando decidió que su próxima película debía repercutir en los espectadores. En vez del maltrato animal, Lucas se volcó hacia la nostalgia de su propia adolescencia en un pueblo de California e imaginó una película sobre autos, romances y rock and roll.
Fue necesario que Coppola, que venía del éxito absoluto de El padrino, se sumara al proyecto como productor para que Universal aceptara darle luz verde a American Graffiti
La cuenta del matrimonio Lucas tras el fracaso de THX 1138 apenas tenía unos miles de dólares que el director decidió gastar en viajar al festival francés. Allí consiguió que un ejecutivo de United Artists le diera diez mil dólares para el desarrollo del guión a partir de un tratamiento basado en la idea original del director, que habían esbozado Willard Huyck y Gloria Katz, quienes luego serían colaboradores en Star Wars y guionistas de Indiana Jones y el Templo de la Perdición. Cuando la pareja de escritores tuvo que dedicarse a otro proyecto, Lucas le dio los diez mil dólares a otro guionista para que hiciera una primera versión del guión. El resultado fue decepcionante y Lucas se dedicó a reescribirlo pero United Artists rechazó todas las versiones que les presentó.
Fue necesario que Coppola, que venía del éxito absoluto de El padrino, se sumara al proyecto como productor para que Universal aceptara darle luz verde a American Graffiti. Huyck y Katz terminaron la película en la que estaban trabajando y volvieron a escribir el guión definitivo de la película. Todo estaba encaminado.
Una de las claves de American Graffiti es su elenco de jóvenes actores que brillan en cada una de las historias cruzadas de adolescentes que se encuentran en las calles del pueblo y en el restaurante de comida rápida Mel’s Drive In. Coppola convocó a Fred Roos, quien trabajó en el casting de El padrino, para que ayudara a Lucas a elegir a los intérpretes. Aunque no era común contratar a actores de televisión para el cine, Roos llamó a la joven estrella de TV Ron Howard, hoy reconocido director y productor de películas como Apolo 13 y Rush, entre muchas otras.
El director de casting seleccionó a otros actores que conocía como Richard Dreyfus, Cindy Williams, Candy Clarke y Paul LeMat; mientras que a McKenzie Phillips, hija de John Phillips de la banda The Mamas and the Papas, la encontró cuando cantaba con su banda en el Troubadour de Los Ángeles. También incluyó en un papel secundario a Harrison Ford, a quien conocía porque le había hecho algunos trabajos de carpintería, oficio que practicaba para poder ganarse la vida mientras intentaba que su carrera como actor despegara. Gracias a American Graffiti, Ford estaba muy cerca de dejar el martillo y las maderas para siempre.
Con un presupuesto de 780.000 dólares, modesto aún para la época, Lucas y su equipo comenzaron el rodaje en junio de 1972, en San Rafael, California. Pronto la producción se vio en problemas, empezando con el arresto de un miembro del equipo, acusado de cultivar marihuana. Durante el segundo de los 28 días pautados para el rodaje, que ya venía retrasado, y a pesar de haber pagado 300 dólares por jornada para obtener un permiso para filmar a la noche, la intendencia retiró su cooperación por las quejas del dueño de un bar. Como si esto no fuera suficiente, esa misma noche el asistente de cámara se cayó del acoplado que funcionaba como cámara car, en pleno movimiento. El dinero era escaso por lo cual habían creado una especie de cámara car con un acoplado alquilado sobre el que ubicaban el auto que tenían que filmar. Los actores iban adentro, mientras que Lucas y el sonidista se escondían en el baúl, donde en alguna jornada muy larga encontraron al director completamente dormido.
Finalmente, el rodaje tuvo que mudarse a otra localidad californiana, Petaluma, donde la filmación volvió a retrasarse por un incendio en un restaurante. Otro inconveniente con el que tuvieron que lidiar fue la dificultad de filmar de noche, en lo que se refiere a la fotografía, en especial porque no contaban con un gran presupuesto. Lucas consiguió que el talentoso director de fotografía Haskell Wexler (Atrapado sin salida, Al calor de la noche ) fuera hasta el set cada noche, después de terminar su labor diaria en comerciales, para supervisar el trabajo de cámara y ayudar a resolver los problemas.
Por otro lado, los jóvenes actores pasaban sus momentos de ocio, cuando no les tocaba actuar, en el hotel en el que se hospedaban. Le Mat y Ford, entre otros, solían emborracharse y meterse en problemas. Una noche tiraron a Dreyfus a la pileta y el actor se golpeó la frente, quedando con un ojo morado que una de sus compañeras de elenco logró tapar con maquillaje para que no se notara en la escena que debía filmar un rato después del incidente.
Finalmente el rodaje llegó a su fin a tiempo y Lucas editó la película junto a su esposa y la legendaria Verna Fields, montajista de Luna de papel y Tiburón. Walter Murch, quien luego sería diseñador de sonido de Apocalipsis Now, fue uno de los encargados de la mezcla de la banda de sonido que incluía 42 temas populares de fines de los 50 y los 60. El diez por ciento del presupuesto total de la película se gastó en conseguir los derechos de estas canciones de Bill Haley, The Beach Boys, Del Shannon, Fats Domino y más. Incluso, según afirma una nota de la época de la revista Hollywood Reporter, el abogado del film tuvo que ir a Tennessee a buscar a la madre de Big Bopper, que murió en el mismo accidente aéreo que Buddy Holly, para convencerla de que les otorgue el permiso para usar la canción "Chantilly Lace".
La función de preestreno, que tuvo lugar en enero de 1973, en San Francisco, fue un éxito con el público. Pero el ejecutivo de Universal a cargo de la película, Ned Tannen, salió enojado y amenazando con no estrenarla tal cual estaba. Era uno de los muchos ejemplos de la desconexión que los ejecutivos de los estudios de la época tenían con la nueva cultura cinematográfica de la que directores como Lucas eran parte. Coppola se enfrentó a Tannen por el film, ofreciendo comprarlo para distribuirlo él mismo y no se hablaron por los siguientes veinte años. Aunque eso no funcionó, el éxito de El padrino y los buenos comentarios que generó el film en los meses siguientes lograron que Universal decidiera sólo cortar algunas escenas e invertir en el marketing de la película.
American Graffiti se estrenó en agosto de 1973 en los Estados Unidos, con críticas positivas y un inmenso éxito de taquilla, que significó una ganancia de varios millones por encima del presupuesto. El suceso de su segunda película puso a Lucas en una posición privilegiada para encarar su próximo proyecto, Star Wars, un cuento intergaláctico con el que volvería a su pasión por la ciencia ficción pero sin olvidar la importancia de los valores humanos y la calidez para llegar al espectador. El director le había tomado el gusto a hacer películas populares y parecía haber encontrado la receta para hacer algo propio sin dejar de conectarse con el público.
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