Los Bilbao confirma el talento de un director que retrata vidas difíciles con una franqueza fuera de lo común
Después del reconocimiento local e internacional ganado con su ópera prima Rancho, Pedro Speroni confirma ese recorrido a través de una secuela que obtuvo un premio en el Bafici 2023 y podrá verse a partir de este viernes en el auditorio del Malba
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Pedro Speroni siempre cuenta que se reconoció por primera vez como director de cine el día en que quedó en el medio de una pelea muy grande entre presos en un penal de máxima seguridad de la provincia de Buenos Aires. Speroni llevaba un buen tiempo allí registrando con su cámara la vida cotidiana de un grupo de convictos. Se había ganado la confianza plena de algunos de ellos y logró que aceptaran mostrar muchas de sus vivencias con una franqueza y una cercanía pocas veces vistas en el cine documental argentino.
Cuando el enfrentamiento parecía complicarse cada vez más un hombre fornido y de gesto rudo, uno de los que se estaba peleando, apartó a Pedro y lo llevó a un lugar seguro, lejos de cualquier riesgo. Ese hombre con espíritu de boxeador llamado Iván Bilbao fue una de las figuras centrales de Rancho, la ópera prima de Speroni, y ahora es el protagonista excluyente de su secuela, que está a punto de iniciar su recorrido por distintas salas del circuito de cine de autor en la ciudad de Buenos Aires.
Los Bilbao se estrenará este viernes a las 20 en el auditorio del Malba y estará disponible en esa sala todos los viernes a la misma hora en esa sala. El 15 de febrero llegará a la Sala Lugones y el 22, al cine Gaumont. Como ocurrió con Rancho, ganadora como mejor ópera prima en la competencia oficial argentina del Bafici 2021, Los Bilbao obtuvo un reconocimiento en la edición 2023 de la misma muestra. Allí obtuvo el Gran Premio del Jurado, también dentro de la competencia oficial argentina.
También pasó antes de llegar al circuito porteño por Visions du Réel (una de las muestras de cine documental más importantes de Europa que se desarrolla cada año en Nyon, Suiza) y distintos festivales consagrados al género: Guadalajara, La Habana, DocsMéxico, DocsBarcelona, 3 Continents (Francia), Edoc Eduador y Festival Latino de Los Angeles.
“Cuando hice Rancho no tenía en la cabeza ninguna idea alrededor de una posible secuela. Tampoco sabía en ese momento que Iván quedaba en libertad casi en el mismo momento en que me estaba despidiendo de los pibes con los que había compartido tanto tiempo dentro del penal”, le cuenta Speroni a LA NACION.
Entre todos ellos, el realizador entabló el vínculo quizás más fuerte de todos con Iván Bilbao, un preso de 33 años en el que había descubierto gestos y comportamientos de una gran humanidad ocultos detrás de una máscara dura y casi impenetrable. “Varios meses después, mientras editaba Rancho, fui a visitar a Iván a Chascomús, su pueblo, al que había decidido regresar después de recuperar su libertad. Sabía que el final de Rancho iba a tener la imagen del momento en que Iván dejaba la cárcel, pero no imaginé una secuela hasta que pude registrar esa toma”, agrega el director.
La extraordinaria confianza que Speroni logró establecer con los presos, expresada a través de la cámara, se prolongó en ese nuevo encuentro con Iván, ya libre y de regreso en su hogar después de cinco años cumpliendo su condena. Allí se reencontró con su esposa y su hija con la idea de rehacer su vida y recuperar el pasado perdido. Mientras tanto, para enriquecer todavía más en cuadro, la pareja espera la llegada de un segundo hijo.
Todas las dudas y la desconfianza de ese momento tan intenso queda atrapado por la cámara de Speroni con la misma intensidad, la misma precisión y la misma capacidad para atrapar el detalle más íntimo y personal que había logrado en Rancho, en ese caso dentro de la cárcel.
Una fuerte conexión
Ahora fuera del penal, la conexión entre el director, el exconvicto y su familia se fue haciendo cada vez más fuerte con el tiempo. Speroni empezó a pasar seguido por Chascomús y entre viaje y viaje creció el impulso de filmar esta continuidad de Rancho, ahora concentrada en un solo personaje y su complicado entorno.
“Sentí la necesidad de hacer esta secuela –relata Speroni-. En ese momento yo tenía más confianza y entendí ahora en plenitud lo que había sido nada más que una intuición cuando filmé Rancho. Lo más importante de esta película pasa por el vínculo que se establece con la persona a la que uno está filmando”.
La intimidad de Bilbao y sus seres más queridos se muestra cada vez más de cerca, como parece ya ser costumbre a través de la cámara de Speroni. Lo que antes se registraba dentro de un penal ahora ocurre fuera de la cárcel, en una ciudad del interior bonaerense. No faltan discusiones apasionadas que Bilbao protagoniza, por ejemplo, con sus propios padres.
¿Hay límites en ese retrato tan genuino y descarnado de la vida cotidiana de un hombre que acaba de salir de la cárcel y regresa a su pueblo? Speroni responde que el límite se relaciona directamente con el compromiso de no traicionar jamás la confianza recibida. “Iván –explica- me hizo sentir parte de su familia. El vínculo entre nosotros es tan verdadero que perdura más allá de la película misma”. La crónica de la vida de los Bilbao que registra la película pertenece a 2019. Desde ese momento y hasta hoy, Speroni sigue visitándolos en su hogar de Chascomús.
Mientras tanto, el realizador prepara sus próximos proyectos. Uno de ellos se inició en 2021 y aspira a convertirse en el cierre de una suerte de trilogía abierta con Rancho y Los Bilbao. Este tercer documental se inicia con otra experiencia inusual a la que Speroni se animó. Después de pasar un año en una prisión de máxima seguridad en la que se alojan varones se propuso replicar la experiencia, ahora en una cárcel de mujeres.
En medio de ese extenso trabajo de observación y diálogo con las reclusas, especialmente con una de ellas llamada Talía, que entró en la cárcel a los 18 años y hace poco recuperó su libertad. “Talía tiene al igual que Iván una personalidad muy fuerte y un exterior bastante duro. Pero por dentro está llena de humanidad y muestra un corazón enorme. Voy a contar a través de ella otra historia con el mismo espíritu”, adelanta Speroni.
Más adelante comenzará un nuevo desafío. Speroni está escribiendo su primer largometraje de ficción junto al guionista Martín Caamaño, que viene de trabajar junto a Lisandro Alonso en su última película, Eureka, todavía inédita en la Argentina. “Cuando empecé a hacer estos documentales era mucho más inconsciente –concluye-. Ahora por fin siento que soy director y que hago películas. Tengo que cerrar un círculo y empezar otro”.
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