Los actores votaron a sus preferidos y abren más incógnitas sobre los Oscar
Pocas semanas antes de la entrega de los grandes galardones de Hollywood, aún no se vislumbran con claridad las películas e intérpretes ganadores; Green Book sigue sumando
¿Sorpresas y giros inesperados o una trama previsible y fácil de adivinar? Cuando se trata de la temporada de premios, esa es la gran pregunta. Para algunos, tal vez sea preferible que los ganadores de los galardones que componen el largo camino hasta llegar al Oscar sean una acumulación de figuritas repetidas. Que cuando llegue el 24 de febrero los espectadores ya estén un poco cansados de verlos subir una y otra vez al escenario y tengan la sensación de estar viviendo un dorado déjà vu durante la interminable ceremonia. Para otros, lo mejor es no saber qué puede pasar, que los pronósticos prueben ser nada más que un intento de futurología, de volver ciencia exacta lo que es más bien una combinación de caprichos y gustos personales sumados a unas estrategias de negocios que la mayoría desconoce. Rutina o incertidumbre, lo que demostraron los premios entregados del SAG es que, entre esas dos opciones, los Oscar abrazaron la incógnita. Al menos en las categorías actorales, en las que los premios de anoche agregaron más confusión que certezas y pueden convertir los lauros de la Academia en los más volátiles en años. Si los premios del gremio de actores se utilizan como una vara mucho más legítima que los Globo de Oro es porque muchos de los 5000 integrantes del sindicato que votan lo hacen en los premios de la Academia (y, por ende, sus elecciones tienden a coincidir).
Sin embargo, esta temporada ni siquiera pudieron ponerse del todo de acuerdo en la etapa de nominaciones. Algo que debería haber alertado a los premiólogos.
Sin tener un nominado en las categorías principales ni en las secundarias, el premio más importante de la noche, mejor elenco en una película, fue para Pantera negra. La decisión demostró la vocación de los SAG por estar cerca de los gustos del público y por resaltar la necesidad de que haya diversidad en la pantalla grande. Un gesto que también tuvieron los Oscar al incluirla entre las candidatas a mejor film. La estatuilla de anoche funcionó como un recordatorio para los grandes estudios de que el enorme éxito de la película de Marvel no debe ser la excepción, sino la regla. Algo que mencionó Chadwick Boseman, el mismísimo rey de Wakanda, en su apasionado discurso de agradecimiento. "Sabemos qué se siente ser cola y no cabeza. Sabemos lo que es estar abajo en lugar de arriba... y con eso fuimos a trabajar todos los días. Porque sabíamos que teníamos algo especial que queríamos darle al mundo? que podíamos ser seres humanos completos en los papeles que estábamos interpretando. Que podíamos crear ese mundo ejemplar que necesitábamos ver", dijo el actor, mientras sus compañeros se preocupaban para que no se olvidara de mencionar a Kevin Feige, el mandamás de los estudios Marvel.
Se podría discutir hasta el cansancio si el afán de abogar por la diversidad y la integración no habría tenido mayor impacto si los premiados hubieran sido los actores de El infiltrado del KKKlan, de Spike Lee, un director que desde las márgenes de la industria lleva décadas proponiendo historias con protagonistas negros. Pero claro: ser bien pensante y, de paso, darle un premio a Disney (dueño de Marvel), tal vez el mayor empleador de los integrantes del sindicato, seguramente les haya resultado mejor negocio.
Si hay algo que dejó definitivamente claro la ceremonia de anoche, que condujo Megan Mullally (Will & Grace) de manera correcta, aunque poco inspirada, es que todos odian a Amy Adams. Nominada para los Globo de Oro, los Critics Choice y los SAG, la actriz de El vicepresidente: más allá del poder, no se llevó ninguno de esos galardones y, para peor, en la celebración de ayer no solo perdió por partida doble, como ya le había sucedido en todos los premios de la temporada en que estaba nominada por la película y la miniserie de HBO Sharp Objects, sino que hasta tuvo que ver cómo Emily Blunt se quedaba con la estatuilla a mejor actriz de reparto por su trabajo en Un lugar en silencio, una interpretación notable que sin embargo no le consiguió una nominación al Oscar. Así, la categoría se transformó en una de las grandes incógnitas para el 24 de febrero, con la balanza inclinada hacia Regina King, que -aunque no estaba entre las candidatas del sindicato de actores- viene bien encaminada gracias a los Globo de Oro y los Critics Choice, que ganó por su papel en If Beale Street Could Talk.
Y si los SAG aportaron más dudas que certezas para las actrices de reparto exactamente lo contrario ocurrió para sus pares masculinos gracias al triunfo de Mahershala Ali (Green Book: una amistad sin fronteras), que a esta altura ya debería empezar a escribir su discurso de agradecimiento para los Oscar. Quizá pueda pedirle prestado el que Christian Bale viene preparando desde hace meses, cuando parecía que nadie podría quitarle el premio a mejor actor por su asombrosa transformación en El vicepresidente: más allá del poder. Sin embargo, está claro que en esta temporada de premios 2019 todo puedo ocurrir. Hasta que Rami Malek esté más cerca de la codiciada estatuilla por su interpretación de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody, una biopic del montón. Y que por fin, después de seis intentos fallidos, Glenn Close continúe su racha ganadora del escenario de los SAG directo al de los Oscar.
Como volvió a suceder anoche, esta temporada de premios demostró ser imprevisible y voluble y, sorprendentemente, muy dispuesta a deleitarse con la presencia de Lady Gaga en todas las ceremonias (pero muy poco permeable areconocer su enorme trabajo y el de su coestrella y director, Bradley Cooper, en Nace una estrella). Con los premios más importantes en el camino hacia el Oscar ya entregados, parece poco probable que esa tendencia negativa vaya a modificarse. Aunque, como pueden atestiguar los integrantes del elenco de Pantera negra, en el Hollywood modelo 2019 todo puede pasar.
El guion de la TV
Si la parte de los SAG dedicada al cine estuvo llena de sorpresas y decisiones cuestionables, del lado de los premios televisivos todo siguió el curso más o menos esperado. Entre las comedias, The Marvelous Mrs. Maisel arrasó con los premios a su elenco completo, a su protagonista (Rachel Brosnahan) y Tony Shalhoub en la categoría de mejor actor de comedia, un claro triunfo de Amazon Prime Video frente a Netflix, que se salvó del desastre con la estatuilla para Jason Bateman como mejor intérprete dramático por Ozark.
Una sorpresa bastante más agradable de la que dio el premio al elenco de un drama. De las cinco nominadas, The Americans (que debió ganar), Better Call Saul, The Handmaid's Tale, Ozark y This Is Us, el triunfo de la última demostró, una vez más, la intención de los SAG de acercarse al público más masivo (en la TV norteamericana, This Is Us se ve por un canal de aire), en detrimento de propuestas más programadas y actuaciones más atrevidas.
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