Loco corazón: la verdad de la música country, un cantante en busca de redención y el Oscar para Jeff Bridges
Uno de los actores más clásicos y queridos de Hollywood es el protagonista de una historia de caída y recuperación dirigida por Scott Cooper, que esta semana estrena su película más reciente
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“¿Qué es la música country? Tres acordes y la verdad”. Estas palabras del compositor, guitarrista y cantante Harlan Howard encontraron hace algo más de una década su más perfecta traducción cinematográfica. Crazy Heart (Loco corazón) es la ópera prima como director de Scott Cooper, un talentoso y fino observador de la vida en los márgenes de la sociedad estadounidense, reconocido hoy como uno de los realizadores más talentosos de su generación después de llevar adelante entre 1999 y 2009 una discreta carrera en la actuación. Su película más reciente, Espíritus ocultos (Antlers) se estrena mañana en la Argentina.
Loco corazón, además, le permitió a su protagonista, el gran Jeff Bridges, ganar su primer Oscar. Fue el 7 de marzo de 2010, la misma noche en que Juan José Campanella subió al escenario del entonces llamado Teatro Kodak de Hollywood para recibir el premio a la mejor película extranjera por El secreto de sus ojos. Poco después de ese histórico triunfo para el cine argentino, en uno de los momentos culminantes de la ceremonia, Bridges recibió la estatuilla al mejor actor protagónico de ese año con un emotivo agradecimiento a sus padres actores, Lloyd y Dorothy Dean Bridges.
Antes de ese emocionante momento triunfal, coronado por un aplauso de pie que le brindó todo el teatro, Bridges había sumado cuatro nominaciones antes de ganar el Oscar, y tras ese reconocimiento sumó otras dos. Hace poco anunció que había superado un cáncer y se disponía a retomar la actividad con varios proyectos, entre ellos la serie The Old Man. Aquel premio de la Academia de Hollywood por Loco corazón es, fuera de toda duda, la culminación de su carrera en el más estricto sentido del término, el que alude al “momento de mayor perfección en la trayectoria o actividad de una persona”.
El personaje que interpreta Bridges en Loco corazón se llama Bad Blake. Tardaremos mucho en saber cuál es el verdadero nombre de este cantante que hace honor a la clásica frase de Harlan Howard. Blake supo en otro tiempo componer temas exitosos, pero nunca logró quedar envuelto en el abrazo multitudinario del público como ocurre con otras figuras del country más convencional, representado en la figura de su viejo discípulo Tommy Sweet (Colin Farrell).
La película nos muestra a Blake andando literalmente a los tumbos en una vieja camioneta con la que recorre los caminos de Texas y Nuevo México (como en un western clásico) para presentarse en pequeños lugares y pasar las noches en hoteles al paso. “Tengo 57 años y diez dólares en el bolsillo. Estoy quebrado”, cuenta al principio del relato como una confesión inacabable que se prolonga mientras vacía atados de cigarrillos y botellas de whisky.
Bad Blake es una versión patética, oscura y borracha del Dude de El gran Lebowski, uno de sus grandes personajes del cine. Y no podría existir sin Jeff Bridges, como escribió Fernando López en estas páginas cuando Loco corazón llegó a los cines argentinos, en marzo de 2010. Dice sobre la historia del personaje y su última oportunidad de redimirse que llamarían muy poco la atención (sobre todo porque estamos ante un tema explorado una y mil veces por el cine estadounidense) si no fuese Bridges el responsable de personificarlo y de darle toda la verdad necesaria.
“Bridges no es sólo un actor excelente, de esos a los que nunca se ve actuar y que jamás hacen exhibición de sus recursos: tiene el extraño don del carisma. Es un tipo al que se reconoce como par: inspira simpatía y ternura”, puntualiza López en su crítica. Allí está lo que la Academia termina reconociéndole al darle el Oscar. Su condición de actor invisible y, por esa misma razón, mucho más convincente y creíble que cualquier otro.
Bridges no hace el “esfuerzo” de mostrarnos a través de gestos o posturas elocuentes (el andar tambaleante, la barriga a la vista, la actitud despectiva o desafiante hacia quienes le cuestionan tanto desapego) un camino autodestructivo que parece irreversible. Por el contrario, deja que la cámara atrape con la mayor naturalidad esa conducta asumida desde lo más profundo del ser, como si el actor estuviese interpretando, una atrás de la otra, las grandes canciones de la historia del country. Esas canciones que cuentan la verdad en tres acordes.
Hay otra frase de Harlan Howard que define con la misma perfección lo que Cooper narra en Loco corazón: “Las personas felices no pueden componer buenas canciones”. Bad Blake es una de ellas. Y también es uno de los grandes personajes del cine de Cooper, un creador que siempre confesó su predilección por los seres marginales. “Nací en Abigdon, Virginia, un pueblo y una región atravesadas por esas historias. Ahora vivo en el sur de California y me siento completamente ajeno a ese tipo de opulencia que caracteriza a este lugar y que me rodea. No conozco a esas personas y no es que me desinterese de ellas. Simplemente me interesa más contar historias de gente que enfrenta cada día toda clase de dificultades para vivir como seres humanos”, dijo hace unos años.
Así como Jeff Bridges contó que sus padres le enseñaron desde muy chico los principios básicos de su oficio, Cooper recibió de los suyos una educación musical. Junto a ellos, el pequeño Cooper escuchaba en los escenarios ubicados junto a la imponente Cordillera Azul (las Blue Ridge Mountains de Virginia) a algunos grandes pioneros del bluegrass y del country más profundo: Bill Monroe, Doc Watson, Ralph Stanley.
Hay una conexión directa entre esos recuerdos y la primera película de Cooper. En una entrevista con The Washington Post, el director contó que una de las primeras cosas que hizo cuando se propuso llevar al cine la novela de Thomas Cobb que cuenta la historia de Bad Blake fue llevársela a T-Bone Burnett, el músico y productor que dedicó gran parte de sus búsquedas a la recuperación de la esencia y la raíz del country y de todas las expresiones musicales estadounidenses que se conjugan en el común denominador de americana. “Cuando fui a su oficina, delante de mi vista tenía una imagen en tamaño real de Ralph Stanley. En ese momento me convencí de que mi idea podía funcionar”, evocó Cooper.
El director le acercó el libro a alguien más. Era Kris Kristofferson, una de las leyendas vivas de todas las manifestaciones posibles que tiene el country. Y dueño, además, de una vida muy parecida a la de Bad Blake. “En un momento, después de ver la película, me dijo que sentía estar viendo su propia existencia en la pantalla”, dijo Cooper poco después. La película está dedicada a Stephen Bruton, otro de los grandes talentos escondidos del country como compositor e intérprete. Fue guitarrista de Kristofferson y falleció de cáncer, a los 60 años, casi al mismo tiempo en que se estrenaba la película. Pudo verla en su casa antes de morir.
Bruton tuvo mucho que ver con uno de los puntos altos de la película, su banda de sonido. Allí escuchamos a Bridges cantar varios temas con una mezcla áspera y dulce, propia de algunas de las grandes voces del country. Cooper señaló que su estilo es muy parecido al de Waylon Jennings, uno de los próceres del country, que atravesó a lo largo de su vida varios episodios de caída, adicciones y recuperación similares a los de Bad Blake en Loco corazón. “Le dije a Jeff que Bad Blake pudo haber sido el quinto integrante de los Highwaymen”, dijo Cooper en alusión al supergrupo country que se formó en la década del 80 y dejó una memorable estela de grandes shows y grabaciones. Lo integraban Jennings, Kristofferson, Willie Nelson y Johnny Cash.
“Mi pasado es escabroso / Y mi futuro es tan largo / ¿Por qué pienso que tenemos una oportunidad?”, canta Bridges en una de las canciones de la película. Las estrofas son una síntesis perfecta de la trama de Loco corazón, en la que Bad Blake encuentra en una sensible periodista (encarnada a la perfección por Maggie Gyllenhaal) la posibilidad de mitigar su larga soledad. El tema de la paternidad y de los hijos es otro eje fundamental de ese complicado vínculo.
Cooper llegó a Burnett y a Kristofferson a través de Robert Duvall, otro monumento vivo de la actuación que en 1984 también interpretó a un cantante country en decadencia, dispuesto a esforzarse por recuperar su dignidad y su tiempo de esplendor. El juego de paralelismos es asombroso. Como Bridges, Duvall suma hasta hoy siete nominaciones al Oscar y ganó una sola vez el premio de la Academia por esta película, estrenada en la Argentina como El precio de la felicidad (Tender Mercies).
“Cuando empecé a pensar en dirigir usé el poco dinero que tenía en comprar los derechos de la novela de Cobb. Le mandé el primer borrador del guion a Bobby Duvall con todas las dudas del mundo porque su película influyó profundamente en mí. Me respondió diciendo que le había gustado mucho y que se sumaba al proyecto. También me preguntó cómo podría ayudarme. Le dije que necesitaba su ayuda para hablar con dos personas, desconocidas para mí hasta ese momento: T-Bone Burnett y Jeff Bridges”, contó Cooper. Las escenas en el film compartidas por Bridges y Duvall son un prodigio de espontaneidad. Duvall parece estar improvisando todo el tiempo en ellas.
Poco después de ganar el Oscar, con los ecos de Loco corazón todavía resonando, Bridges lanzó su primer álbum solista con la ayuda de T-Bone Burnett y de Stephen Bruton, con un repertorio que perfectamente podría integrarse como suma de bonus tracks a la trama de la película de Cooper. En sus últimos meses de vida, Bruton trabajó como mentor del actor en la elección y el desarrollo del material del disco. Allí hay canciones compuestas por Bridges y perfeccionadas por el propio actor durante las últimas tres décadas.
“Estás tan concentrado en lo que creés que es la búsqueda de perfección que al final terminas extrañando lo que realmente es la perfección: nada más y nada menos que estar vivo. Así de sencillo”, dijo Bridges sobre el contenido de un álbum en el que no es difícil, como en Loco corazón, descubrir lo esencial: tres acordes y la verdad.
Dónde verla. Loco corazón está disponible en Star+.
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