Lo que tenés que saber de Desearás al hombre de tu hermana, la película de Pampita Ardohain
El film de Diego Kaplan que marca el debut de la modelo como actriz, llegó ayer a las salas de todo el país
La película que marca el debut de Pampita Ardohain en el cine llegó a las salas de todo el país ayer y mientras la pregunta sobre si la modelo e ícono mediático podrá calzarse el título de actriz con dignidad flota en el aire, el film hace un recorrido paralelo: más allá de Pampita, generó encendidos debates entre los críticos y fue calificada como prohibida para menores de 18 años. La polémica se alimentó tanto como la curiosidad de los espectadores por verla y entre la ferviente oposición a tal prohibición de parte de la autora del guión, Erika Halvorsen, responsable también de la novela que le dio base al film, se cuela una idea de que el sexo explícito cunde en cada rincón de la película. Pero vamos a derribar algunos mitos: Desearás... cuenta la historia de dos hermanas, Lucía (Mónica Antonópulos) y Ofelia (Pampita Ardohain) que crecen experimentando el sexo de manera absolutamente diferente. Mientras Lucía no puede disfrutar, Ofelia lo hace sin culpas. La diferencia enfrentará a las hermanas en una perturbadora lucha interna y externa en busca del deseo y la satisfacción.
La narración se sitúa en el momento de la boda de Lucía con Juan (Sorini). Ofelia llega a la fiesta sin avisar, invitada por su madre, junto a su marido Andrés (Guilherme Winter). Todos pasarán unos días en una casa de ensueño llamada, claro, La Soñada, y allí la convivencia encenderá pasiones escondidas, solapadas, candentes.
Pese a la prohibición para menores, la película no presenta directamente escenas de violencia o sexo explícito. Para los que piensen que es una oda a la desnudez rayana en lo pornográfico, es importante aclarar que nada de eso ocurre. Repasemos algunos puntos para tener en cuenta antes de verla.
1. No es una película erótica
Basada casi por completo en el libro Desearás, de Erika Halvorsen, la traducción del libro al formato audiovisual pasó por una transformación drástica: mientras la novela busca un tono de drama erótico, con un elemento misterioso y casi mágico que podría emparentarla con Como agua para chocolate, la película cuenta la misma historia con otro tono. Con una estética kitsch cada escena es una acumulación de excesos y la curva dramática suele crecer hasta interrumpirse con un brusco elemento insólito, desopilante o ridículo, para desactivar el erotismo del relato. Sin dudas consigue sorprender y mantener la atención constante del espectador en la hora y media de duración que transita el film. Cada momento es imperdible.
2. No hay sutilezas
Diego Kaplan echa mano a los rastros que quedan en el inconsciente de todo el que vio el cine de Armando Bo con la Coca Sarli, e incluso algo de Almodóvar, para contar esta historia. Aunque no hay una búsqueda del realismo, todo es explícito: los desnudos son totales y las referencias sexuales pueden resultar tan literales como grotescas: una mujer que bebe leche y deja que esta se derrame por sus labios ante la mirada de los hombres; un hombre chupa con devoción una naranja ante la mirada de las mujeres. Una mujer que no siente decide quemarse con una brasa encendida allí donde debería arder de deseo.
3. Todo es bello
La fotografía es uno de los grandes hallazgos de este film, así como lo es la creación de un espacio donde todo es perfecto. Algo así como un paraíso. La Soñada, la estancia donde sucede la acción, tiene todo para el disfrute al alcance de la mano. De la misma manera, cada escena tiene una belleza estética que atrae como un imán. El goce voyeurista del personaje de Mónica Antonópulos se traduce en esta mirada escenográfica que propone el director: el espectador espía a estos personajes bellos encerrados en su universo de placer y pasiones extremas y sobre todo, excesivas.
4. Un código difícil
Quizás los únicos que se hicieron completamente cargo de que la película no sería igual que la novela de Erika Halvorsen fueron Andrea Frigerio y Guilherme Winter. Sus actuaciones son las destinadas a poner la frutilla del postre al exceso empalagoso y melodramático de los personajes de Pampita, Mónica y Juan Sorini, que constituyen los tres vértices del triángulo amoroso que es el principal conflicto de esta historias. Mientras ellos protagonizan el culebrón - Pampita, es una revelación en su pericia a la hora de transitar los conflictos de su personaje-, el rol de Frigerio como madre manipuladora y mujer indómita, y el de Winter, el marido engañado y terrenal, generan los remates más hilarantes de la película.
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