Lo que queda del día: una película sobre sentimientos, silencios y política que albergó un secreto romance detrás de cámara
El film protagonizado por Anthony Hopkins y Emma Thompson, que cumple 30 años, se convirtió en una verdadera joya con muchas lecturas
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De cómo se teje la textura de la memoria y los misterios del amor. Borges sostenía que el cine saciaba, sin proponérselo, dos necesidades del alma humana: el melodrama y la épica. En el cine, el melodrama representa las emociones a partir de las relaciones amorosas que se construyen en vida: vínculos familiares, de amistad o (sobre todo) de pareja. Lo que el melodrama representa son las dificultades o tragedias que rompen esas relaciones. Puede ser la guerra, la división de clases, el racismo, una catástrofe natural o cualquier evento que evite el amor que pudo haber sido. Titanic, El secreto de sus ojos, Mujercitas, Secretos y mentiras, Imitación de la vida, Lo que el viento se llevó: entre otros grandes exponentes clásicos en la historia del cine. Lo que queda del día, uno de los mejores clásicos del género, cumple 30 años en 2023 y ofrece, delante y detrás de la pantalla, una de las historias más fascinantes del cine.
La película fue el producto de una unión inusual entre el productor indio y musulmán, Ismail Merchant; el director angloirlandés James Ivory; la guionista judeo-alemana Ruth Prawer Jhabvala; y el novelista británico-japonés Kazuo Ishiguro, que este año fue nominado al Oscar por el guion de Living (adaptación de Vivir, el clásico de Akira Kurosawa), en 1989 escribió Lo que queda del día, la novela que relata la historia de un mayordomo, Stevens, en una mansión inglesa. El relato está dividido en dos momentos: el viaje que realiza Stevens, en 1956, para encontrarse con un colega; y sus recuerdos al servicio de la mansión Darlington, durante la década de 1930, en la época dorada del Imperio Británico.
Ishiguro no sabía nada de mayordomos, y quienes encararon el proyecto para cine tampoco. En Darlington Hall reina el orden y la tradición, representada en el mayordomo Stevens y Lord Darlington, que en el cine encarnaron con hidalguía Anthony Hopkins y James Fox. La historia se centra en ese mayordomo que, como un cura, cree con devoción en algo más grande que él: la nobleza que representa el Lord que atiende. En una época de pasiones, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, el mundo de Stevens obedece a las reglas de la servidumbre hasta el extremo donde su propio corazón está encerrado.
La llegada de dos nuevas presencias alborota el mundo de Darlington Hall. Lewis, el americano que revoluciona a los lores ingleses cuando les advierte que son amateurs en política internacional, y la nueva ama de llaves, Miss Kenton. Los dos representan el choque (cultural, generacional) entre el modo de ver, vivir y sentir, entre el viejo y el nuevo mundo. Ismail Merchant y James Ivory creían que el proceso de casting era más crucial que los ensayos en el trabajo con los actores. Eso parece confirmar Lo que queda del día, una película donde todos están en los puntos más altos de sus respectivas carreras.
Christopher Reeve, que interpretó a Lewis, salió tan emocionado después de ver por primera vez la película, que le dijo a Ivory: “Cualquiera sea la próxima película que hagas, quiero ser parte de ella”. Hugh Grant (en la película interpreta al ahijado de Lord Darlington), que todavía no había saltado a la fama internacional con Cuatro bodas y un funeral, alguna vez admitió que esta era la mejor película que él había hecho.
Espacios y miradas
Lo que queda del día comenzó como un proyecto a ser dirigido por Mike Nichols, el director de El graduado, y protagonizado por Jeremy Irons y Meryl Streep. Nichols se bajó de la dirección para ayudar en la producción a Ismail Merchant. James Ivory ya había hecho con Ismail Merchant otras películas: Un amor en Florencia y La mansión Howard, también protagonizada por Anthony Hopkins y Emma Thompson. Con esas dos películas, Ruth Prawer Jhabvala ganó dos Oscar como guionista por adaptar para la pantalla grande las novelas del mismo nombre.
Las producciones Ivory/Merchant se caracterizaban por presentar locaciones y escenarios distinguidos y lujosos, algo que el propio Ivory cree que le jugó en contra a la hora de ser considerado uno de los grandes directores ingleses, porque muchas veces se malinterpretó la majestuosidad de los paisajes y escenarios. En todas estas películas, todo tiene su razón de ser en el drama. Los vestuarios, la dirección de arte, el diseño de producción: todo es funcional al relato.
El mundo de Lo que queda del día es uno que se traduce en espacios y miradas que dicen las cosas que escapan al orden simbólico del lenguaje. Hopkins, después de ganar el Oscar por El silencio de los inocentes, decía que con este personaje (por el que volvió a estar nominado al Oscar) había interpretado nuevamente a un hombre (emocionalmente) encarcelado y enjaulado. “Evitó el dolor, pero por eso también evitó la felicidad. No vivió”.
“Todos tuvimos experiencias en donde alguien del sexo opuesto no entiende qué estás diciendo”, explicaba Emma Thompson sobre la relación de su personaje, Miss Kenton, con Stevens. Para Hopkins, Miss Keaton es “un personaje que fascina, es atrevida”.
Un romance secreto detrás de cámaras
Merchant, el productor, tuvo un romance oculto durante más de cuatro décadas con su compañero de trabajo, el director James Ivory. “Ismail era un indio musulmán de familia conservadora, no se podía decir que éramos pareja. Nos queríamos mucho y yo de ninguna manera quería perjudicarlo a él”, admitió Ivory años después de la muerte, en 2005, de quien fue su pareja secreta.
Ivory, en 2018, se convirtió en el ganador del Oscar más grande de la historia del premio, con 89 años, por el guion adaptado de Llámame por tu nombre: “No importa si somos heterosexuales, gays, o algo en el medio. Esta fue una historia por algo que todos alguna vez pasamos (espero): el primer amor”. Ivory le dedicó el premio a dos fallecidos: Merchant y a la amiga de ambos, Ruth Jhabvala: “No estaría acá si no fuera por mis dos grandes compañeros de vida”. Un trío tan inusual como exitoso, los tres vivieron siendo amigos hasta los últimos días.
No es difícil asociar el melodrama, el género sobre las dificultades que separan a las historias de amor más fuerte, con la relación oculta de Ivory y Merchant. Pero Ivory dice que la de ellos no fue una relación triste, sino todo lo contrario. “Tuve una vida fácil. No sentí la ansiedad por reprimir mis sentimientos”. Los actores que trabajaron con Ivory lo describen, como alguna vez hizo Samuel West, como una persona avocada a la belleza.
Sentimientos, nostalgia y política
Lo que queda del día es la historia del riguroso mayordomo que no se deja llevar por los sentimientos, pero también es un retrato sobre la transformación del mundo, la decadencia de la aristocracia inglesa y el nacimiento de otro contexto sociopolítico. Los lores ingleses sienten culpa por la “humillación” que sufrió el pueblo alemán después de la Primera Guerra Mundial, y quieren respaldar su reconstrucción con el auge del nazismo. “Es contribuir al mal sin quererlo, desde las más nobles intenciones”, explicaba Ishiguro.
La historia sentimental de Stevens tiene su análogo, en cierto sentido, con la de Lord Darlington y los errores cometidos en el pasado. “Toda nuestra vida cuenta una historia y tiene un punto, pero no lo vamos a saber hasta que lleguemos al final. El truco de vivir es tomar una serie de decisiones morales con eso siempre en la mente”, aseguraba el autor de la novela.
En una de las secuencias de Lo que queda del día, un lord inglés llama a Stevens para preguntarle sobre distintos problemas políticos, económicos, sociales y culturales que atañen al Imperio Británico a nivel local e internacional. Stevens, rígido y con respeto, admite no tener respuesta para esos problemas. “Este hombre no puede auxiliarnos en estos asuntos y, sin embargo, continuamos con la noción de que las decisiones de esta nación pueden quedar en manos como las de este buen hombre y millones como él”, se ufana un lord inglés después de exponer al mayordomo frente a otros lores. Lo que queda del día es una película intrínsecamente política.
De ocasos y amores inconclusos
Pero también, Lo que queda del día es una historia sobre los sentimientos, no sentimentalista. Miss Kenton trata de llegar al corazón inexpugnable de Stevens cuando, literalmente, lo arrincona entre su escritorio de trabajo y su biblioteca personal. Descubre que está leyendo un “viejo libro sentimental”, pero él le dice que solo lo lee para mejorar su vocabulario.
Entre el ir y venir temporal del relato, el “presente” en la narración es el viaje de Stevens para reencontrarse con Miss Kenton, el amor no concretado de su vida cuando ambos servían a Lord Darlington. “Es una película trágica, porque Stevens es un hombre extraordinario, pero perdió la oportunidad con Miss Kenton. Eso le rompe el corazón a cualquiera, porque todos experimentamos una situación similar de pérdida, que nos hace sentir en lo que podríamos haber hecho, lo que habríamos hecho, y lo que tendríamos que haber hecho”.
Lo que queda del día fue un suceso internacional. Recaudó más de 60 millones de dólares con un presupuesto de apenas 15 millones, fue aclamada por la crítica y recibió 8 nominaciones al Oscar (aunque perdió contra La lista de Schindler).
Ishiguro decía que el atractivo de la historia era universal porque es “sobre todos nosotros, sobre nuestros autoengaños, la deshonestidad y nuestros propios errores. Pero, lo que sientas con pasión, te va a llegar”. Para Ismail Merchant esta era una película triste porque, en esencia, era sobre un hombre que no podía expresar lo que sentía por la mujer que quería: “Si no estás listo para expresarte o capturar el momento, te quedás afuera”. En Afterglow, Borges escribió que siempre es conmovedor el ocaso, “aquel brillo desesperado y final que herrumbra la llanura cuando el sol último se ha hundido”. Esta es la historia de ese ocaso, Lo que queda del día.
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