Cuando se habla de clásicos del cine, una de las primeras imágenes que vienen a la mente es la de una figura femenina recortada sobre un atardecer de tintes anaranjados. O tal vez la de un hombre y una mujer a punto de besarse frente a un incendio descomunal. Ambas pertenecen a la misma película, una de las más famosas de la historia: Lo que el viento se llevó.
Aunque hoy sea discutida por su contenido ideológico, al punto de ser calificada de "racista" y que la plataforma de streaming HBO Max haya decidido retirarla de su catálogo hasta que pueda desarrollar materiales complementarios que contextualicen su mirada sobre la vida en el Sur norteamericano durante la Guerra de Secesión, la película protagonizada por Vivien Leigh y Clark Gable es un clásico que sigue teniendo vigencia, en especial como muestra de lo que era una superproducción de la época de oro de Hollywood. El film, dirigido por Victor Fleming, se convirtió en legendario en el instante mismo de su estreno pero el camino para llegar a la pantalla fue largo y su producción estuvo plagada de problemas.
Todo comenzó con la novela escrita por la periodista Margaret Mitchell, nacida y criada en Atlanta, en 1900, cuando la ciudad aún mostraba las marcas de la devastación que la Guerra Civil había dejado en el estado de Georgia. Los recuerdos frescos del horror y también del pasado de "esplendor" (para los blancos, por supuesto) de la vida en las plantaciones de algodón inspiraron a la escritora para crear una historia romántica y de supervivencia, llena de acción y de drama, centrada en una mujer hermosa, caprichosa y valiente llamada Pansy O’Hara. Por suerte, un editor le dijo que el nombre era horrible y la protagonista de la novela pasó a llamarse Scarlett.
Antes de que fuera publicado, en 1936, el libro cayó en manos de Kay Brown, una agente y reclutadora de talento que trabajaba con el productor David O. Selznick, que vio el potencial cinematográfico de Lo que el viento se llevó y se lo envió a su jefe. En principio, el productor se negó a comprar los derechos de la novela, pero terminó haciéndolo para que no se lo quedara un productor rival. Ni se imaginaba que pasaría los siguientes tres años intentando transformar el libro en una película, ni que sería la obra por la que pasaría a la historia del cine.
Cuando Selznick leyó la obra de Mitchell entendió lo que Brown había visto en él, pero le pareció muy complicado de adaptar. Para hacerlo reclutó a uno de los mejores guionistas de la época, Sydney Howard, quien tras un buen tiempo de trabajo entregó un guion que implicaba que la película duraría unas seis horas.
Mientras la adaptación comenzaba a tomar forma, el libro fue publicado y se convirtió en un éxito rotundo. Selznick aprovechó el fanatismo que la novela generaba para montar una estrategia de marketing en torno a la película. Inició una muy publicitada búsqueda de la actriz que interpretaría a Scarlett, que incluyó rumores de la lista de grandes nombres que estaban siendo considerados para interpretarla, como Bette Davis, Norma Shearer, Joan Crawford y Katharine Hepburn; pruebas de cámara con numerosas actrices, entre consagradas y debutantes; además de una gira por el sur norteamericano de sus agentes para encontrar a una belleza local capaz de encarnar el papel.
Decidir quién sería la protagonista era complicado, pero nadie tenía dudas acerca de quién debía interpretar a Rhett Butler. Todo el mundo sabía que era Clark Gable. El único que tenía dudas era Selznick, pero no por sus cualidades interpretativas o su aspecto físico: Gable era una de las grandes figuras de MGM, comandado en ese entonces por Louis B. Mayer, su suegro. El productor estaba decidido a triunfar sin la ayuda de su Mayer pero terminó teniendo que negociar con el estudio para poder contratarlo.
El director elegido fue George Cukor, quien había dirigido a Greta Garbo en La dama de las camelias, a Katharine Hepburn en Mujercitas y Una muchacha sin importancia. El realizador comenzó el rodaje de Lo que el viento se llevó cuando aún no habían elegido a la actriz que haría de Scarlett.
Paulette Goddard estuvo muy cerca de convertirse en la heroína de la historia. Era una actriz reconocida, además de amiga de Selznick y Cukor. Sus pruebas de cámara habían convencido al productor. Había un problema con la vida personal de la actriz: Goddard vivía con Charlie Chaplin pero no se sabía si estaban casados. La actriz le dijo a Selznick que habían contraído matrimonio en un barco en alta mar, pero no tenía el certificado que lo probara. El público no aprobaba el hecho de que vivieran juntos sin casarse y el productor tuvo que ceder ante la presión social, quedándose sin su Scarlett.
Pero fue una actriz británica la que dio el golpe y se quedó con el papel. Vivien Leigh tenía experiencia en cine y teatro cuando llegó a los Estados Unidos acompañando a su amante, Laurence Olivier. Para asegurarse de conseguir el rol de Scarlett decidió que su agente en Hollywood sería el mismo que el de su pareja, Myron Selznick, el padre del productor de Lo que el viento se llevó. La leyenda cuenta que el agente llevó a Leigh al set en el que se estaba filmando la batalla de Atlanta y el productor quedó fascinado."Con solo mirarla una vez supe que era la indicada, al menos en su apariencia física –dijo Selznick sobre el encuentro–. Cuando tenés la imagen de alguien en tu cabeza y de repente ves a esa persona no necesitás más evidencia. Nunca me recobraré de esa primera vez que la vi". Leigh se quedó finalmente con el papel tan codiciado y provocó la ira de muchos fanáticos, que consideraban una afrenta que la heroína sureña fuera encarnada por una británica.
El elenco principal se completó con Olivia de Havilland, la única intérprete aún viva del elenco, quien tuvo que ganarse la buena voluntad de la esposa de Jack Warner para que ésta convenciera al mandamás de los estudios de que la libere de su contrato para interpretar a la bondadosa Melanie. Leslie Howard fue el elegido para encarnar a Ashley Wilkes, personaje que odió pero aceptó porque Selznick le prometió incluirlo como productor en su próxima película.
Cambio de directores
Después de 18 días de rodaje, Cukor fue despedido a causa de su minuciosidad y atención a los detalles, que no permitieron seguir el ritmo de filmación requerido por Selznick. Esa es la versión oficial: otras, en cambio, apuntan a que Gable tuvo que ver con la salida del director. Algunos dicen que el actor temía perder espacio ya que Cukor era conocido como un "director de mujeres". Otros apuntan a que no quería trabajar con un director homosexual, e incluso que la estrella temía que su pasado en la prostitución masculina fuera revelado por Cukor.
Sea por el motivo que fuere, Cukor fue reemplazado por Victor Fleming, quien quedaría en la historia como el director que estrenó en el mismo año, 1939, dos clásicos del cine: Lo que el viento se llevó y El mago de Oz. Fleming era menos amable con Leigh que Cukor. La actriz que encarnó a Scarlett y su compañera de elenco De Havilland siguieron consultando a Cukor como asesor para trabajar sobre sus personajes.
Cuando Fleming se sumó a la producción, él y Selznick pusieron manos a la obra para hacer modificaciones al guión escrito por Howard y sobre el que trabajaron otros escritores como John van Druten, F. Scott Fitzgerald y Jo Swerling. La leyenda hollywoodense cuenta que el productor se encerró con el nuevo director y el famoso guionista Ben Hecht durante una semana para reescribir y cortar lo que fuese necesario de la trama. El detalle surrealista lo puso el hecho de que supuestamente Selznick sólo permitió que comieran bananas y maníes para que la comida no los aletargara y trabajaran a todo vapor. Esa historia se convirtió en la obra de teatro Moonlight and Magnolias, escrita por Ron Hutchinson.
Con el nuevo director, el rodaje marchó bien pero no faltaron los inconvenientes. Fleming tuvo un colapso nervioso mientras trabajaba en la película. Se tomó dos semanas de descanso, durante las cuales Selznick contrató a Sam Wood para no perder días de filmación. El suplente hizo un buen trabajo y Fleming apareció pronto a reclamar su lugar. Wood quedó como director de la segunda unidad, posición común en las grandes producciones que permite dividir el rodaje con dos equipos que trabajan simultáneamente para avanzar con mayor celeridad. En Lo que el viento se llevó llegó a haber cinco unidades filmando al mismo tiempo. Al fin y al cabo, la figura central detrás del film era Selznick.
La complejidad de la producción, que incluía grandes sets construidos en el estudio y el uso de la nueva tecnología Technicolor, implicó obstáculos casi a diario. Por ejemplo, una de las escenas más famosas de la película, cuando Scarlett camina por un campo en el que están acostados en el piso cientos de soldados confederados, se complicó debido a que el sindicato de actores no consiguió los 2500 extras que Selznick quería para la secuencia. La solución fue mezclar a los 1500 que sí estuvieron disponibles con 1000 muñecos con uniformes. Los extras tuvieron que moverle los brazos del muñeco que tenían al lado, mediante un mecanismo ubicado en su espalda, para que parecieran personas reales.
Cuando el rodaje terminó aún quedaba mucho por hacer: varios detalles tuvieron que agregarse sobre los fotogramas para lograr el esplendor visual de la película. Jack Cosgrove, encargado de los efectos visuales, pintó a mano varios fotogramas para completar lo que no se había podido conseguir durante la filmación.
La última gran batalla que tuvo que pelear Selznick antes de disfrutar el éxito de Lo que el viento se llevó fue por el uso de la palabra "damn" en la última frase que Rhett dice en el película ("Frankly, my dear, I don’t give a damn"). La MPAA, todopoderosa Asociación de Productores de Cine de los Estados Unidos, se ceñía por entonces al Código Hays, una serie de reglas sobre lo que se podía y lo que no se podía mostrar y decir en una película. Toda película de Hollywood que se estrenara debía someterse previamente a esta autocensura. Después de probar varias alternativas que no le convencieron, Selznick insistió en el uso de la palabra y logró que se lo permitieran. La frase se convirtió en una de las más famosas de la historia del cine.
Lo que el viento se llevó se estrenó el 15 de diciembre de 1939, en Atlanta. Las imágenes del evento parecen las de la visita de un presidente o una boda real por la cantidad de gente que se acercó a ver cómo las estrellas de la película llegaban al cine. Al terminar la proyección, la propia Margaret Mitchell declaró estar muy conmovida por la adaptación. El film obtuvo trece nominaciones a los Oscar de las cuales ganó ocho, incluido el premio a Actriz de Reparto para Hattie McDaniel, quien se convirtió en la primera intérprete negra en ser reconocida por la Academia de Hollywood y aún así tuvo que sentarse lejos de sus compañeros de elenco, en el fondo del teatro durante la ceremonia, debido a la segregación imperante por ese entonces en los Estados Unidos, que hoy la trae de nuevo a los titulares.
Lo que el viento se llevó
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