Linda Hamilton huyó de Hollywood, pero Terminator igual la encontró
NUEVA ORLEANS (The New York Times).- Después de casi tres décadas tratando de sacarse de encima la sombra de Sarah Connor, Linda Hamilton, de 62 años, finalmente ha vuelto a calzarse la piel del personaje para Terminator: destino oculto, que se estrena este jueves en los cines locales. La memorable frase de la franquicia, "I’ll Be Back" ("Volveré"), parece aplicarse ahora a Hamilton, pero han pasado tantos años de la primera entrega de la saga –treinta y cinco, para ser más exactos–que nadie podría culpar al espectador que se pregunte qué ha sido de la vida de la actriz en todo este tiempo.
La respuesta puede encontrarse en la colorida casa urbana de Hamilton en Nueva Orleans, donde me recibió a principios de agosto con una sabrosa tasa de té Earl Grey. "Acá tenés, querida", me dijo, un ejemplo de las grandes diferencias entre la actriz y su personaje: Linda Hamilton es de las que llaman "querida" a una perfecta desconocida, mientras que Sarah Connor suele dedicarles, a lo sumo, un insulto.
El día de nuestro encuentro, Hamilton estaba rubia, con el pelo corto y a cara lavada. Dos perros seguían cada uno de sus movimientos, un enorme pastor de Anatolia llamado Turk, y un perrito faldero llamado Noodle. "Matrimonio de opuestos", bromea Hamilton. En su muñeca lleva un tatuaje con las coordenadas de la casa de Malibú que vendió en 2012, poco después de que terminaran sus apariciones en la serie televisiva Chuck. "Un día me desperté y me di cuenta de que estaba en mi hermosa mansión, que mis hijos ya se habían ido de casa, y que mi representante no llamaba. Todo era muy irreal."
Desilusionada, dejó atrás todos sus muebles y huyó de Los Ángeles para instalarse unos años en una granja en Virginia y luego mudarse a Nueva Orleans, ciudad que adora por su espíritu jovial. "En todos esos años en Malibú no llegué a conocer tanto a nadie como conozco a algunas personas con solo cuatro años en Nueva Orleans", comenta. Las paredes de su casa de dos pisos están cubiertas hasta el techo de pinturas y retratos. Y la única razón por la que consideraría volver a casarse, bromea Hamilton, es si se lo propusiera su artista favorito, Kehinde Wiley.
Más allá de eso, su vida en Nueva Orleans es espartana. "Adoro mi tiempo de soledad como nadie", dice la actriz, que en 1999 se divorció de James Cameron, director de Terminator 2, película de la cual Destino oculto es continuación directa, haciendo caso omiso a las otras tres entregas realizadas en este período, Terminator 3: La rebelión de las máquinas (2003), Terminator: la salvación (2009) y Terminator: Genisys (2015) . "Hace al menos quince años que soy célibe. Una pierde la cuenta, pero la verdad que no importa, o al menos a mí no me importa. Mantengo una relación muy romántica con mi mundo cotidiano y con las personas que lo integran."
El director Tim Miller, que fue el encargado de seducir a Hamilton para que aceptara volver a su legendario rol en esta nueva película, asegura que, a la actriz, "la parafernalia del estrellato le importa un bledo", y que de hecho "la rechaza". Y agrega: "Precisamente, lo que más le costó a Linda la hora de aceptar el papel fue saber que estaría una vez más en el centro de todas las miradas". Hamilton lo reconoce. "Por eso dudé tanto: ¿estaba dispuesta a cambiar esta vida real y verdadera por todo eso? No quería que mis vecinos empezaran a mirarme con otros ojos. Somos vecinos por quienes somos como personas, y no por lo que hacemos, y no quiero que eso vuelva a interferir con mi vida."
Durante el rodaje de la primera Terminator, estrenada en 1984, Hamilton nunca imaginó el impacto que tendría en su incipiente carrera. "¿Si pensé que me iba a convertir en estrella del cine de acción? ¡Ni por asomo!", dice Hamilton, que creció en Salisbury, Maryland, y estudió en Nueva York con el maestro de actores Lee Strasberg. "Yo iba a ser una actriz shakesperiana, y con Terminator, todo se dio vuelta."
En aquella trascendente película de ciencia ficción, Sarah Connor era una mujer común que se convertía en blanco de un cyborg enviado del futuro para asesinarla (Arnold Schwarzenegger), antes de que pudiera engendrar al futuro líder de la resistencia contra las máquinas. El elenco y el equipo trabajaban hasta tarde durante el rodaje, y el personaje de Hamilton se la pasaba escondiéndose o escapando. "Fue psicológicamente estresante", recuerda. "Cuando terminamos, sufrí un tiempo de depresión y seguía soñando con el Exterminador".
Lo que nunca soñó es que habría una secuela. Varios años más tarde, cuando Cameron apareció de la nada para preguntarle su quería participar de Terminator 2, Hamilton hizo un solo pedido: en vez de volver a interpretar a una "damisela en apuros", quería que Sarah estuviera loca. "Y yo escribí el personaje sobre la base de esa directiva", reconoce Cameron.
Esa versión de Sarah Connor recluida en un psiquiátrico llevaba la guerra en la mirada y tenía el cuerpo entrenado como un arma letal. Para interpretarla, Hamilton tuvo que someterse a un extenuante entrenamiento físico. Pero había un pequeño problema: "Cuando Jim (Cameron) me vino a ver, yo estaba embarazada de seis meses, y había engordado mucho."
Cuando Cameron tuvo la idea de la secuela de Terminator, la actriz seguía casada con el actor Bruce Abbott. Para cuando el cineasta volvió con el guión definitivo, Hamilton estaba amamantando a su recién nacido, Dalton, y Abbott le había pedido el divorcio. No era precisamente un buen momento para aceptar un rol de acción tan exigente, pero la actriz vio la oportunidad de volcar en el personaje de Sarah todo lo que estaba sintiendo. "Me habían abandonado, así que lo que tenía que hacer era volver a ponerme de pie, ser fuerte para criar a mi hijo, y prepararme para la película", dice. El resultado fue una de las heroínas de acción más indelebles de la historia del cine, una madre musculosa que peleaba como los mil demonios.
"Es un personaje que no han logrado normalizar hasta el día de hoy", dice Mackenzie Davis, coprotagonista de Terminator: Destino oculto, conocida por el episodio "San Junipero" de la serie Black Mirror y Halt and Catch Fire. "Ella no era parte de la estética híperelegante o híperfemenina de entonces, y eso permitió que Sarah Connor se convirtiera en un ícono trascendental."
Pero la contracara de esa potente transformación fue que Hollywood simplemente le mandaba a Hamilton guiones con mujeres guerreras, ninguna de las cuales le resultaba tan interesante como Sarah Connor. "Nadie lo pensó en términos de que si había hecho a Sarah Connor, podía hacer cualquier papel", dice Hamilton, que tenía la esperanza de saltar de las películas de acción a la comedia. "Por el contrario, pensaban: ¡Nos va a comer crudos! La realidad es que no sabían qué hacer conmigo."
En entrevista telefónica, Cameron dice al respecto: "Después de Terminator 2, ni Linda sabía que hacer consigo misma. Yo le dije que podía convertirse en la Bruce Willis femenina, pero no le interesaba hacer una seguidilla de películas de acción." Hamilton se explica: "Lo que pasa es que esa no es mi idea de la actuación". De todos modos, acepta parte de la culpa por las pocas oportunidades que tuvo después de aquella película. "Mi reacción frente a ese éxito inesperado fue quedar embarazada con Jim Cameron y desaparecer por completo del mapa. ¡Qué oportuno!"
Después de Terminator 2, diferentes estudios intentaron prolongar la saga sin la participación de ambos. En 2003, La rebelión de las máquinas dio por muerta a Sarah Connor fuera de la pantalla y no logró el éxito de taquilla de sus predecesoras. Los intentos más recientes de revivir la franquicia, como La salvación, y Génesis, con Emilia Clarke como Connor en definitiva, resultaron inviables.
Por eso Hamilton se sorprendió al recibir hace dos años una carta de Cameron, en la que le preguntaba si estaba dispuesta a interpretar a Sarah Connor una vez más. Tras dirigir Deadpool, Miller iba a dirigir una nueva Terminator producida por Cameron, y ambos sentían que para que Destino oculto funcionara, había que hacer borrón y cuenta nueva, deshacerse de las otras secuelas, y que Hamilton debía volver a su legendario rol.
"Al principio de esta nueva película Sarah es una persona quebrada, una mujer sin país, a la deriva, llena de furia", dice Hamilton. Para interpretarla, tuvo que escarbar mucho más hondo que nunca, aprender a disparar un lanzacohetes, y entrenarse para el combate a los 60 años. "Tuve que esforzarme diez veces más que para la segunda película", señala la actriz.
Se fue a entrenar al desierto con los Boinas Verdes, y los médicos le dieron una dieta con suplementos y hormonas bioidénticas para recuperar masa muscular. "Una legión de expertos para intentar sacar lo mejor de este cuerpo", dice Hamilton, aunque el objetivo no era la vanidad. "No espero que nadie venga a decirme lo bien que estoy para mi edad, porque no se trata de eso. Espero que la gente diga, ¡Por Dios! ¡Cómo envejeció!"
Cameron dice que "lo que está realmente bien es que se le un papel protagónico de acción a una actriz de 62 años". Algo que también ocurrió el año pasado con el revival de Halloween, que interpretó Jamie Lee Curtis a los 59 años. "Creo que los ejemplos anteriores se cuentan con los dedos de una mano."
"Es increíblemente liberador interpretar a una persona de esa edad", dice Hamilton, aunque Miller no se apiadó de ella. En Destino oscuro, Sarah Connor pelea en cielo, mar y tierra, y el rodaje fue extenuante. La actriz insistió en hacer la mayoría de las escenas de acción sin dobles: si después de todos estos años iba a volver a ser Sarah Connor, no quería hacer las cosas a medias. "Los desafíos siempre sacan lo mejor de Linda", señala Cameron.
Hamilton admite que cuando el rodaje terminó, se pasó "tres meses tirada en el sofá comiendo torta", y cada mañana se despertaba pensando, "¡Qué bueno que estuvo!" Y vuelve a soltar esa risa gutural que la caracteriza. "Fue de lo más difícil, y de lo mejor", dice la actriz. "¿No es eso acaso lo que todos deseamos?"
(Traducción de Jaime Arrambide)
Kyle Buchanan
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