El creador de la revolucionaria Hamilton y gran figura de la comedia musical de este siglo ahora va por el cine: esta semana estrena en la pantalla grande En el barrio (In the Heights), su primer trabajo en Broadway
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“Cuando creás algo estás tratando de enamorarte de eso, de expresar la mejor versión de esa idea. Soy conciente de que vivo en un mundo en el que uno de cada cinco musicales recuperan su inversión, donde la norma es el fracaso. Por lo tanto no hay que perder de vista las razones por las cuales uno hizo tal o cual obra”. Lo dice él, quien apenas entró a Broadway ya tuvo varios premios Tony bajo el brazo, quien con su marca disruptiva rejuveneció al musical y le demostró al mundo que eso era posible. Con In the Heights Lin-Manuel Miranda expuso ante todos la identidad latinoamericana lejos de los estereotipos, con su música y su calidez; y casi sin escalas, también dejó en claro que es un ciudadano de los Estados Unidos con derecho a ponerle trap a la voz de los próceres de esa nación a través de su imbatible Hamilton (que hoy puede verse por Disney+). Es el gran revolucionario y “padre fundador” del nuevo musical.
Su vínculo con el cine no es nuevo. Fue el nuevo deshollinador en El regreso de Mary Poppins y el autor de la excelente partitura de Moana. Bajo la dirección de Jon M. Chu, estrena la versión cinematográfica de En el barrio (In the Heights), su primer musical. Se estrenará el jueves en las salas en funcionamiento del país, en la ciudad de Buenos Aires a partir del viernes y, luego, en HBO Max. No le resultó fácil el camino. Cambios de director (en un principio iba a ser Kenny Ortega), y de producción (Universal dejó el proyecto en 2011, lo tomó Harvey Weinstein y finalmente lo concretó Warner); y la llegada de la pandemia (se iba a estrenar en junio del año pasado) hicieron que la concreción tardara en hacerse realidad.
Para poner más luz a la buena estrella de este creador –hijo de inmigrantes puertorriqueños–, In the Heights fue lo primero que escribió. Nada más ni nada menos que a los 19 años, cuando cursaba en la Universidad. Luego, con libro de su amiga Quiara Alegría Hudes, pudo estrenarla en Connecticut, luego en el off Broadway, hasta llegar a la Gran Manzana en 2008 arrasando con los premios Tony.
Con la consigna de sólo hablar de En el barrio, LA NACION mantuvo una charla con Lin-Manuel Miranda vía Zoom.
–¿Qué soñabas cuando hiciste En el barrio, a los 19 años?
–¡Qué les guste a los chicos de mi escuela! (risas). Para ser honesto, yo sólo quería escribir una obra larga. En aquel momento vivía en una hogar llamado La Casa, que era la sede del programa de líderes comunitarios latinos, una lugar realmente bonito en Washington Street. Tenías que escribir un ensayo para entrar. Era la primera vez que vivía con otros jóvenes como yo, primera generación nacida en los Estados Unidos, con padres que crecieron hablando español, y luego maduraron comunicándose con una mezcla de inglés y español. Toda esa información me llevó a poner mucho de mí en ese trabajo. Había escrito musicales de un acto y todos sonaban como imitaciones de Jonathan Larson, el autor de Rent, porque lo adoraba. Esa fue la primera vez que traté de incorporar la música latina que amaba, en particular el hip hop, a lo que estaba escribiendo. Más que cualquier dato en particular del argumento o la historia de algún personaje, aquel impulso es lo que sobrevive de manera más fuerte en la versión cinematográfica. Creo que podés ver ese impulso personal que todos podemos llevar a nuestro trabajo.
El film es un retrato musical de aquellos descendientes de puertorriqueños, dominicanos, cubanos, mexicanos, venezolanos –y sigue la lista– que se instalaron en el barrio Washington Hights, de Nueva York. En realidad es el espejo del primer capítulo de muchas historias de un mundo cada vez más migrante. La historia entrelaza a un conjunto de personajes durante un particular verano en el que se producen cambios sísmicos en todas sus vidas, y gran parte de la acción tiene lugar en una intersección central del barrio. Las canciones y las coreografías (diseñadas de manera magnífica por Christopher Scott) fluctúan entre el hip-hop, la salsa, el merengue, la bachata, el pop y el R & B. No tiene un argumento brillante, pero hace foco en el concepto de “gran familia” y camaradería de esa comunidad.
Sin estrellas, está protagonizada por talentos, en su mayoría provenientes de Broadway: Anthony Ramos (del elenco de Hamilton), Daphne Rubin-Vega (ex Rent), Olga Merediz (elenco original de In the Heights) y hasta una breve participación de Marc Anthony. El reparto se completa con Corey Hawkins, la cantante y compositora Leslie Grace, Melissa Barrera, Gregory Diaz IV, Stephanie Beatriz, Dascha Polanco y Jimmy Smits. Y como toda adaptación al cine, sufrió muchos cambios: algún personaje dejó de existir, se modificó el orden de algunas escenas y se eliminaron otras, e incluso la historia de algunos personajes tomó otro color que, a decir verdad, enriqueció la historia.
–¿Te costó mucho adaptar, sacrificar, cortar de aquel trabajo teatral para llevarlo a la pantalla?
–Sí, sólo costó unos 13 años (risas). Le debo todo a mi coautora: Quiara Alegría Hudes, que escribió el guión. La verdad que supo aprovechar oportunidades para adaptar el material. Sabemos que a la gente le encanta la obra pero ella igual cortó canciones, reenfocó el arco dramático. Esto no significa que la obra ya no está en la película, pero ella tomó las piezas necesarias para hacer el mejor film posible. Mi trabajo fue después de sus cambios, saber qué letras tenía que cambiar para adaptar eso y hacer que funcione. Fue duro, era romper al bebé. Tomó muchas decisiones difíciles pero inteligentes que no desechan nada de lo que cuenta la obra, sino que la actualizó de manera muy sabia. Por ejemplo, el hecho de que uno de nuestros personajes esté luchando con su estatus migratorio, creo que es esencial para el debate que se está dando en estos tiempos.
–Los cambios con respecto a la puesta teatral son muchos, pero se mantiene la esencia y también la trama. No es como ocurrió con Cabaret en su traspaso al cine.
–Esto es una comedia musical con todas las letras. Igual debo confesar que estábamos apuntando a una traslación al nivel de Cabaret. Es muy diferente el espectáculo en el escenario, pero la versión cinematográfica conserva el espíritu de ese espectáculo. Me encantan los personajes Herr Schultz y Fraulein Schneider cada vez que veo la versión teatral de Cabaret y no están en la película. Está bien porque no los eliminamos del mundo. Los veo cuando voy a ver una obra en vivo. Y eso es lo que siento por los cambios en En el barrio. El espectáculo existe. Se hará en todas las escuelas secundarias para siempre, si Dios quiere. Siempre puedes volver a visitarlo. Pero este fue nuestro intento de hacer realmente la mejor película posible, y eso requirió muchos cambios. Miramos mucho Cabaret, pienso que es la mejor adaptación, pero no es completamente fiel a la obra. Queríamos tener esas libertades para concentrar los temas.
–Más allá de tu participación como actor en un papel secundario, ¿tuviste que intervenir mucho o poco durante el transcurso de la filmación?
–Bueno, yo me puse a trabajar el personaje de piragüero pero eso fue para divertirme.
–No creo que les haya costado mucho convencerte…
–De verdad quería que sea una colaboración, mi deseo era que haya una nueva generación de actores en esos personajes, que tengan su propia familia. Quiara fue la que me convenció. “Si tú eres el piragüero no puedes cortar la canción”, me dijo. Pero intervine lo justo. Fue increíble la manera que Jon escogió para contar la historia. Él quería que sea más cinematográfico, para eso había que escoger una opción esencial: hagamos lo que no se puede hacer en un teatro. Un ejemplo es el cuadro “96.000″. Él dijo: “está bien todos comienzan a bailar y a cantar en la calle”, pero luego apareció esa pileta pública, en la 175 y Highbridge Park, con 540 personas. Después nos dimos cuenta de que casi estábamos haciendo una película de Busby Berkeley.
–Hay muchos guiños al cine dorado de Hollywood, como la escena que mencionaste o aquella en la que bailan sobre la pared de un edificio y que recuerda tanto a Boda real.
–Puede ser. Con In the Heights no pretendemos reinventar el musical, pero sí te puedo decir que hice un musical realmente bueno.
–De alguna manera sos consciente de que a pesar de ser una pieza clave en Broadway cambiaste para siempre la forma de hacer musicales en el mundo?
–No sé, nosotros estamos copiando nuestros errores. De la misma manera que En el barrio no quiere reinventar el musical, yo pienso que hice un musical realmente bueno.
–¿El caso Weinstein perjudicó mucho a la producción?
–Tuvimos mucha suerte porque a pesar de la postergación hubo opciones para hacer la película. Él ya estaba afuera de los derechos de la película, así que pudimos esperar y sacarlo de la sociedad para poder hacerlo posible y en los mejores términos. Fuimos muy afortunados al respecto.
–¿Y por qué [el director] Jon M. Chu?
–Porque de los directores que conocimos es quien sintió más empatía con nosotros. Al igual que Quiara [Alegría Hudes] y yo, Jon es primera generación. Creció en una empresita, mientras su padre montaba un restaurante. Y su papá tuvo que hacer milagros para que Jon pueda decir: “Quiero hacer películas”. Para las familias humildes que vinieron desde otro lugar y tuvieron que aprender otro idioma de manera forzada, eso es como decir “quiero ir a Marte”. Él entendió que la lucha de Nina [uno de los personajes] era a nivel molecular. Esa lucha de cuál es nuestra responsabilidad como herederos del sacrificio y el legado en el futuro. Simplemente entendió esa experiencia inmigrante en varios niveles, porque fue vivida por él.
–¿Cómo viviste la oportunidad de hablar de tu barrio, filmando una película sobre tu barrio, en tu barrio?
–Es difícil hablar al respecto sin llorar. Incluso cuando estaba haciendo el musical para un escenario, sólo esperaba representarlo de una manera que enorgullezca a mi vecindario. Pienso en la noche en que los premios Tony se estaban viendo en el restaurante Coogan’s, en la calle 168, porque In the Heights estaba multinominada. No lloré hasta que vi a un amigo, que estaba en Coogan’s, filmando a todos porque de algún modo se veían reflejados en el espectáculo. Luego, el haber ido a filmar en Washington Heights… Pienso: escribí una de las canciones cuando comenzamos a salir con mi esposa Vanesa y caminamos juntos por J. Hood Wright Park en aquella segunda o tercera cita. Y ahora están Benny y Nina caminando por el mismo sitio cantando esta canción.
–¿La llevaste de nuevo ahí?
–¡Sí! Nunca voy a olvidarme de cuando la llevé a los ensayos de la película. Vivimos a unas cuadras de ahí, así que la llamé y le dije: “Cariño, sé que estás trabajando, pero tienes que venir”. Y vino y vio dónde estaban bailando Corey Hawkins y Leslie Grace (Benny y Nina) y dijo: “Ese es el edificio de mi abuela. ¿Va a estar en la película?”. Filmar esos números en los lugares donde hemos vivido toda nuestra vida, reflejando cómo fueron muchas capas de nuestras vidas, es elevado.
–Y además ustedes no se mudaron nunca de ese barrio, en la parte más septentrional de Manhattan…
–No. Era un barrio muy dominicano cuando crecí en los años 80. Antes de eso fue irlandés, italiano, judío. Siempre es el primer capítulo, eso lo hace universal. Para algunos, el hogar está en otro sitio; para otros, el hogar es la manzana en la que están.
–Doreen Montalvo, quien interpreta la canción “Para siempre” murió unos meses después de finalizada la filmación. Fue alguien muy importante para vos y para la producción, ¿no?
–Por supuesto, fue una pena tremenda. Estoy muy agradecido de haberla incluido en la película. Doreen fue la primera intérprete que audicionó para la primera producción de In the Heights. Ella estuvo en todas las versiones de la obra y también en la película.
–La película representa el final de un viaje absolutamente increíble para vos. ¿Cómo se siente?
–Es surrealista. Lloro otra vez. En el barrio es mayor que mis hijos, es más viejo que mi matrimonio. Si fuera una persona podría salir a beber de manera legal en los Estados Unidos. Viví muchas reiteraciones en mi vida. En muchas formas. Aprendí a escribir mientras escribía En el barrio. A su vez, fue mi trabajo de graduación. Trabajando también con Quiara y haciendo eso que estrenamos en una universidad y que no era realmente bueno, pero lo convertimos en una obra que pudimos estrenar en Broadway. Y el viaje todavía está sucediendo. En este momento, Anthony Ramos [el actor que encarna el papel que Lin-Manuel hizo en Broadway] está haciendo entrevistas sobre esto y Leslie Grace hace su debut cinematográfico con esta película. El efecto secundario inadvertido de simplemente intentar crear un carril para mí es que el carril es lo suficientemente ancho como para que muchas otras personas increíblemente talentosas encuentren una comunidad, encuentren roles en los que hincar el diente, en el musical y ahora en la película.
–Cambiaste un poco el modo en que el cine norteamericano suele representar a la comunidad latina.
–Es eso de que no puedes verlo si no existe. Recuerdo las críticas originales de In the Heights cuando se estrenó en Broadway. Y fueron críticas positivas. Ciertamente fueron lo suficientemente buenos como para mantenernos funcionando por un tiempo, pero hubo muy poca representación positiva de los latinos en los medios de comunicación. El hecho de que estuviéramos retratando historias sin delitos ni drogas en el eje argumental hizo que las reseñas del Times y del Post dijeran: “Bueno, está retocado. Bueno, es Plaza Sésamo”. Te hace sentir mal. Pero, cuando tienes a dos escritores latinos escribiendo sobre su comunidad con amor, eso es lo que sucede. Centramos la alegría, el amor y el sentimiento callejero en un caluroso día de verano. Creo que eso resuena en mucha gente. Y es doblemente conmovedor ahora, porque no hemos podido reunirnos en persona durante un año y medio. Estás viendo esta película prepandémica, gente abrazándose y besándose en las calles, nadando juntos en una piscina… las cosas cotidianas que nos han quitado. Entonces esa alegría es solo más concentrada, porque representa una normalidad a la que esperamos volver algún día pronto.
–¿Qué olor o qué comida te lleva a tu infancia o a tu familia?
–El arroz con gandules. Y el aroma a “ropa vieja”, que se ve cocinar en la película por la Abuela.
Dicen que cuando se rodó la secuencia “Carnaval del barrio”, con 60 bailarines y el reparto completo, trabajaron durante 14 horas de calor y cuando el director exclamó “¡Corten!”, la celebración no se detuvo y todos siguieron cantando, bailando y agitando banderas. Mientras Miranda observaba desde la escalera de incendios todos corearon: ¡Lin, Lin, Lin! Empezó a llorar y, luego, todos siguieron llorando con él. Esa sensación de gran familia se vive En el barrio, un nuevo punto de inflexión en el cine musical, un nuevo punto de inflexión marcado por Lin-Manuel Miranda.
La adaptación a la pantalla
Como se dijo anteriormente, fueron muchos los cambios que debieron hacerse para el traslado de la obra teatral a la pantalla cinematográfica. El musical de Broadway dura dos horas y media y había que adaptarlo obligadamente. Se tomaron decisiones difíciles, como decir adiós a un puñado de escenas y al personaje Camilla Rosario (la madre de Nina y esposa de Kevin). “Después de esa decisión era importante para mí seguir teniendo un matrimonio tradicional en la obra, así que decidí que esa pareja sería ahora Daniela y Carla y que serían las propietarias del salón de belleza”, explica Quiara Alegría Hudes. “No conocía a ninguna mujer homosexual de la cultura en el escenario y la pantalla que fuera icónica para mí… pero sí en la comunidad, y a lo grande. Por eso, es muy bonito presentar ahora a Daniela y Carla como pareja”, agrega la guionista.
Las historias de algunos personajes también se ampliaron. La reticencia de Nina a volver a la universidad ya no se debe únicamente a preocupaciones económicas, en tanto Sonny ahora se enfrenta a problemas de inmigración. “Cuando escuchas a Sonny decir ‘el racismo de latente a descarado’, es más cierto ahora que en 2008″, comenta Miranda.
Perlitas del nuevo film musical
Hay algunos guiños a Hamilton que pueden advertir los cultores del género. El primero sucede cuando suena el teléfono de una oficina. Muchos advertirán que ese ringtone remite a la canción del Rey George de Hamilton. En la canción del Piragüero, que interpreta el mismísimo Lin-Manuel Miranda, sucede un “duelo” de vendedores y el contrapunto lo marca Christopher Jackson, quien encarnó a George Washington en el premiado musical que vuelve en septiembre a Broadway. Y por último, Anthony Ramos, quien interpreta a Usnavi -el protagonista-, fue Philip Hamilton y John Laurens en la obra.
Al respecto, al comenzar la película, el personaje de Ramos relata en primera persona: “Soy Usnavi y, probablemente, nunca escuchaste mi nombre”. El secreto de aquel extraño nombre propio está relacionado con el primer barco que sus padres inmigrantes dominicanos vieron al llegar a los Estados Unidos.
Es interesante saber que antes de que se encendieran las cámaras para En el barrio, el elenco tuvo diez semanas de ensayos para llegar al set de manera sobresaliente en los números musicales. Todo el elenco y el cuerpo de baile dedicó horas a aprender cada papel y a dominar las canciones y coreografías antes de la filmación.
Una anécdota que todos los que estuvieron en el set repiten es que durante la filmación, en Washington Heights, la gente de la comunidad solía pasar y convidaba al equipo con comida casera.
Con el título original In the Heights tuvo una versión en el off Corrientes, en Buenos Aires, en 2015 y 2016. Dirigida por Gabriel López, producida por Covershow, con coreografía de Marina Paiz y protagonizada por Nahuel Quimey Villarreal, Nicolás Leguizamón. Mora Fernández, Lucía Pazos, Jimena Maiorano, Jorge Maselli, Alan Madanes, Nina Fernández y Marisa Provenzano. En aquella oportunidad ganó el Premio Hugo en la categoría Musical Off por su versión del teatro El Cubo.
Un éxito en números
-1200 funciones en Broadway
-13 nominaciones a los premios Tony.
-4 premios Tony (Mejor musical, música original, coreografía y orquestación)
-1 premio Grammy por Mejor Álbum de espectáculo musical
-3 años en cartel en Broadway
Reapertura de Broadway
En la emisión del miércoles de The Tonight Show with Jimmy Fallon, se pudo ver un maravilloso segmento de comedia musical grabado entre el conductor y Lin-Manuel Miranda para promocionar la reapertura de los teatros de Broadway el próximo septiembre.
En ese video musical cantaron, actuaron y bailaron en una reversión del tema “You’ll Be Back” (el mencionado tema del ringtone en En el barrio) que pasó a llamarse “Broadway’s Back!” (¡Broadway regresó!). Incluso expresaron su nostalgia por el teatro, bromeando con que incluso extrañaban tomar vino en vasos de plástico y lidiar con quienes ingresan tarde a las funciones.
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