Liga de la Justicia: ¿vale la pena ver el corte de Zack Snyder?
La versión del director original del film de DC es una película muy distinta a la estrenada en 2017: melancólica y altisonante, tiene un antagonista mucho más llamativo en Darkseid; ya está disponible en la nueva plataforma HBO Max
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Tras que Marvel diera forma a su “universo cinemático” (un conjunto de películas de superhéroes que existen en un mismo universo ficcional y unidas por una fuerte continuidad), la compañía Warner, propietaria de DC Comics, se propuso hacer lo propio y encargó la tarea al director Zack Snyder, quien había realizado una muy exitosa adaptación de 300 de Frank Miller y luego otra más cuestionada de Watchmen de Alan Moore, dos historietas universalmente veneradas.
Dado que Christopher Nolan ya había hecho un extraordinario trabajo con su versión de Batman, Snyder comenzó por reinventar al otro superhéroe emblemático de DC en El hombre de acero (2013), con el musculoso novato Henry Cavill en el rol central. Si bien la película no replicó el éxito de las de Nolan ni de los tanques de Marvel tuvo una recepción favorable que le dio luz verde a un plan ambicioso: una secuela que sentara las bases para la formación de la Liga de la Justicia (la agrupación de los principales superhéroes de DC, es decir, el equivalente en esta compañía de Los Vengadores de Marvel) y, luego, una trilogía de films sobre este grupo.
La secuela Batman vs Superman: el origen de la justicia introdujo a un nuevo Batman en la piel de Ben Affleck, presentó a Gal Gadot como la Mujer Maravilla e insinuó la existencia de otros futuros superhéroes como Flash o Cyborg, al tiempo que ponía en escena la pelea del título, uno de los eventos más festejados entre los fanáticos de DC. A pesar de todo, resultó un fiasco tanto para la crítica, que con buen criterio la despedazó, como en la boletería.
La película recaudó globalmente unos 800 millones de dólares. Si esta cifra exorbitante fue una decepción se debió a que el film tuvo un costo de 300 millones, otro desembolso aproximado en publicidad y a la recaudación corresponde restar la tajada de los exhibidores. Tras hacer las cuentas, un monto que parece un éxito superlativo no hace más que cubrir los gastos, algo que para una de las llamadas “tentpole movies” resulta inaceptable. La metáfora se refiere al palo central de una carpa que sostiene todo: del mismo modo, estos films no tienen otro objetivo que sostener financieramente a su estudio. Si una tentpole movie no genera ganancias considerables es un fracaso.
Un mito de Internet
Tras la decepción de ese film, la credibilidad de Snyder para llevar adelante el proyecto del “Universo Expandido DC” quedó seriamente minada. El estudio ya no confiaba es su visión grandilocuente y oscura, en particular al contrastarla con las películas de Marvel, que mantienen un tono mucho más ligero y humorístico y baten consistentemente récords de boletería. En medio de esta virulenta disputa con el estudio por el control creativo del film, una de sus hijas, Autumn, de 20 años, se suicidó tras una larga depresión. Snyder abandonó su trabajo para quedarse con su familia y el estudio, no demasiado conmovido por esta tragedia personal, vio una oportunidad inmejorable para obtener la película que quería: Joss Whedon, el realizador de los dos primeros films de los Vengadores, tomó el lugar de Snyder en uno de los pases de escudería cinematográfica del año. Whedon reescribió buena parte del guion y volvió a filmar más de la mitad del metraje final, aligerando el tono del film con su característica fórmula de rematar cada piña con un one liner, a veces de muy debatible ingenio. El resultado fue una mezcla de la pomposidad operística de Snyder con la liviandad adolescente de Whedon y, obviamente, no satisfizo a nadie. La película fue un fracaso certificado que selló el destino de esta franquicia. A poco de nacer, la Liga de la Justicia ya estaba terminada. Al menos, hasta que los fans descubrieron que existía una versión alternativa del film.
Aparentemente, cuando Snyder abandonó el proyecto, se llevó en su computadora una copia de lo que había hecho hasta el momento como un recuerdo, una curiosidad para mostrar a amigos y colegas. Algunos de los actores del film, como Ray Fisher (Cyborg) o Jason Momoa (Aquaman) afirmaron que había visto esa versión y que era abiertamente superior a la que había llegado a la salas. Así nació el mito del “Snyder Cut”, una versión del director cuya dudosa existencia fue ganando tracción en las redes hasta evolucionar en un reclamo persistente (“¡Liberen el corte de Snyder!”). Eventualmente, el director confirmó que tenía en su poder un montaje de más de 240 minutos solo con el material registrado antes de su salida del proyecto.
Los pedidos de los fans se hizo tan abrumadora que el estudio, ya con un fracaso a cuestas, propuso a Snyder el estreno de su versión tal como estaba. El realizador percibió esto como una trampa, como un modo de demostrar que no había sido un error entregar el film a Whedon porque lo que existía era muy inferior, de modo que, envalentonado por la insistencia de los fans, puso como condición que se le permitiera terminar los efectos especiales y rodar algunas nuevas escenas. Logróque se le asignara un presupuesto de 30 millones de dólares que se convirtieron en 70 cuando apareció la oportunidad de estrenar el film en el nuevo servicio de streaming HBO Max. Finalmente, el “Snyder Cut” sería una realidad, algo que pocas veces sucedió en la historia de Hollywood: que un realizador expulsado de un film pueda regresar años después a plasmar su visión (curiosamente, otro film que involucra al hombre de acero, Superman II, tuvo un derrotero similar: el realizador original, Richard Donner, logró, tras el reclamo de los fans, completar el film que le había sido arrebatado). Esta versión, de 242 minutos, con más del doble del metraje que llegó a las salas en 2017, es la que desembarcó hoy en HBO Max en Estados Unidos y en los servicios on demand de DirecTV y, a partir de mañana, de Flow en nuestro país.
El juego de las diferencias
Con la confirmación del estreno en HBO Max –plataforma que ya está disponible en nuestro país y la tiene en su catálogo–surgió una nueva catarata de rumores y verdades a medias, como el que film sería en blanco y negro y sería emitido como una miniserie de cuatro episodios. Si bien nada de esto resultó cierto, no es exagerado decir que se trata de una película muy distinta de la que se vio hace cuatro años en los cines.
Aunque no es en blanco y negro, los colores están notablemente desaturados, no muy lejos de la paleta de los grises (el uniforme de Superman es aquí negro y plateado). Curiosamente, y para dar un efecto aún más arcaico y nostálgico que el blanco y negro, el formato elegido por el realizador es 1.33:1, es decir, la relación de aspecto característica del cine mudo (que se ve como el cuadro de los viejos televisores, antes de la llegada de los panorámicos) y que contrasta fuertemente con el dominio de CGI en el film, dado que son formas separadas por décadas.
Snyder confirmó que quitó de la película toda imagen rodada por Whedon, algo que se nota en la recuperación del tono altisonante, subrayado por una banda sonora en la que domina el dramatismo (los temas de Nick Cave y las versiones casi a capella de “Song to the Siren”, de Tim Buckley, y “Hallelujah”, de Leonard Cohen, hacen pensar que la película es un prolongado requiem). Si bien muchas de las escenas centrales son reconocibles, ahora tienen un desarrollo que les otorga mayor densidad y un sentimiento de melancolía inexistente en la original. La versión de 2017 parece un resumen apresurado de aquello que conservan en común. Claro que quien no tenga demasiado tolerancia para el tono rumboso de Snyder sentirá esta nueva temporalidad como un letargo infrangible.
Una mejora sustancial está en el aspecto del villano Steppenwolf, quien tiene un nuevo uniforme y una presencia mucho más amenazante pero, y esto es lo más importante, ya no es el único antagonista: la película marca el ingreso al universo cinematográfico de DC de los personajes principales del “cuarto mundo”, una mitología creada por el gran Jack Kirby en los años 70 con la que el “rey” de los comics renovó el panteón de DC y originó a su villano mas perdurable, Darkseid.
Este personaje, que ahora puede ser descripto como el Thanos del universo DC (aunque en verdad fue creado antes), es una entidad casi todopoderosa que en lugar de buscar las gemas del infinito busca la ecuación de la anti-vida con la que podría controlar a todos los seres vivos. Darkseid iba a ser el antagonista principal de la Liga de la Justicia pero por la presión de Warner para atenuar la oscuridad fue abandonado. Aquí hace su reingreso.
La película está divida en seis partes y un epílogo interminable, el momento más inflamado del film y que incluso introduce una nueva línea narrativa y nuevos personajes en un mundo incinerado. Ese momento final sella el tono fúnebre del film, la tristeza que la nueva extensión deja aflorar, impregnándolo todo. Esta es, después de todo, una película sobre la muerte: la de Superman para los personajes y, por extensión, la de su hija para el director. Y también sobre el poder de la ficción, porque es el único lugar donde tal cosa tiene arreglo.
La liga de la justicia de Zack Snyder está disponible en HBO Max
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