Leones, jaguares y Beatles
Julie Taymor, creadora del musical El rey león y de las películas Frida y Across the Universe, anunció sus planes en América latina
BOGOTA.– Quien haya tenido la dicha de presenciar la versión teatral de El rey león seguramente se habrá preguntado: "¿Cómo se le ocurrió esto a alguien?". Quien tuvo esa fantástica visión de trasladar una película animada sobre animales a un escenario, con intérpretes envueltos en máscaras y marionetas, fue la directora Julie Taymor, cuyo nombre saltó a la fama inmediatamente. A los dos años hizo su primer film para la pantalla grande, Titus; en 2002, su película Frida tuvo seis nominaciones al Oscar; y en 2007, sorprendió a todos con Across the Universe, un film musicalcon una espectacular visión existencialista de las canciones de los Beatles. Todos esos trabajos han dejado una huella muy fuerte por la combinación de valores artísticos que Taymor ha conseguido. Pero mucho antes de todos ellos concibió una obra de teatro musical, junto a su compañero de la vida y de trabajo Elliot Goldenthal: nada menos que Juan Darién: Misa de carnaval, basada en uno de los mejores cuentos de Horacio Quiroga. "Juan Darién es un trabajo que concebimos en 1988, pero lo estrenamos en Broadway en 1996. Aunque se crea lo contrario, esa obra me ayudó a inspirarme para El rey león."
Ambos pasaron unos días por la capital colombiana para presentar un acuerdo entre el Music Theater Group y Salón Volcán, junto con el XII Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, para reponer y estrenar una nueva versión de Juan Darién en Colombia en 2011, seguido por una gira por las principales ciudades de América latina y los Estados Unidos. Aunque en un principio el montaje se hará en Colombia, también es casi seguro que pasará por Buenos Aires y México, entre otras ciudades.
Basada en un cuento del uruguayo Horacio Quiroga, la obra combina la poesía litúrgica de la Misa de Réquiem para contar la historia de Juan, un pequeño tigre de la selva (jaguar) que se hace hombre gracias al amor de una madre que ha perdido a su hijo y que, años más tarde, al morir ella, es obligado a recuperar su forma animal, como resultado del odio, el miedo y la intolerancia de los hombres. En su montaje, Taymor utiliza las más variadas técnicas escénicas, desde máscaras hasta bunraku y teatro de sombras, para contar esta fábula que transcurre en un pequeño pueblo perdido de la selva. "Siempre fue nuestro sueño traerla a América latina, porque, claramente, la inspiración proviene de la historia original uruguaya. Nuestro montaje está inspirado en varios países latinoamericanos y en sus artistas. Los espectadores de América latina se sienten conmovidos y sorprendidos. Además, no es para un solo tipo de público y no es en inglés. No tiene ningún lenguaje.
–¿Se hará con intérpretes de cada ciudad en la que se presenten?
Taymor: –Haremos audiciones para muchos papeles y no sabemos de qué países serán los artistas. Probablemente busquemos en cada lugar a los niños y vamos a movernos para encontrar cantantes locales para participar en el coro. Seguramente también alguno de los protagonistas.
–En la Argentina y Uruguay crecimos leyendo los cuentos de Horacio Quiroga en el colegio y en nuestras casas, ¿cómo dieron con esta historia?
Julie Taymor: –Eso es genial. Quien mejor puede contestar es Elliot. El la eligió.
Elliot Goldenthal: –Cuando tenía veintipico estaba aprendiendo español y me interesaba mucho la poesía sudamericana. Las lecturas de Quiroga eran cuentos con palabras muy sencillas, pero me golpeaba el poder de su lenguaje directo al corazón. Muchas de sus historias fueron fuertes para mí, pero ésta lo fue especialmente. Quería combinarlo con la Misa de Réquiem latina, que fue escrita en 1250. Las palabras de Quiroga son muy hermosas para cantar. Además quería mostrar a la iglesia, al carnaval, cómo cruzaron puentes y de Europa llegaron al Nuevo Mundo; a la jungla invadiendo a la iglesia, y al mundo natural y al europeo combinándose. Empezamos a trabajar con Julie y le agregamos elementos teatrales a la historia y los expandimos usando metáforas, en dos líneas principales de trabajo: la iglesia y la jungla, y el tigre en la jungla.
JT: –También el aspecto del carnaval. Juan entra en la jaula del jaguar, obvio, pero expandimos la historia del domador, por ejemplo. Escribimos el libro en México y, cuando la veas, encontrarás más influencias mexicanas que de otros países, ya que el Día de los Muertos juega un rol importante. Mucho antes de Frida vi muchos murales mexicanos, no sólo de Diego Rivera. De todos modos, no ocurre en ningún lugar en particular. Las historias de Quiroga están escritas para niños, pero tienen oscuridad, xenofobia y está presente el miedo de la civilización luchando contra la naturaleza.
EG: –Quiroga iba viajando por todas partes de América latina y así fue su loca vida. Obviamente éste es un trabajo personal. En lo musical tiene influencias del jazz, del circo y del carnaval, pero también de todas partes del mundo.
JT: –Los trabajos son auténticos cuando los creadores somos fieles a nosotros mismos. Me interesa eso, que sea sólido.
–¿Cuáles son los mayores desafíos de esta puesta en escena?
JT: –Juntar el dinero... [Ríe]. También encontrar al niño es siempre el mayor reto, porque debe tener algo de soprano sin tener voz de iglesia. Hay que aclarar que no es un musical, sino una nueva forma, una oratoria visual.
–¿Podés imaginarte tu trabajo sin música, Julie?
JT: –Hice la película Titus sin música. Pero sí, es difícil. Dirijo ópera y creo que es por eso que la música gravita en todas mis partes esenciales. Me gusta su poder y combinarlo con las imágenes. Incluso lo hago en La tempestad, película sobre la obra de Shakespeare, que este año se estrena, con Helen Mirren. Tiene mucha música y canciones, aunque esté orientada al diálogo.
–Tenés evidentes influencias de Lecoq en tus trabajos...
JT: –Sí, siempre es automático. Es que estudié máscara con él. Sobre todo puede verse en Juan Darién y en El rey león.
–Con respecto a este gran musical, tengo entendido que hay tratativas para que pueda realizarse en Buenos Aires. ¿Esto es así?
JT: –Sí, es verdad, se está tratando de formar una compañía para poder ir a América del Sur. Estamos cerca de lograrlo. Y si yo estuviera disponible, iría con todo gusto a montar la reposición.
–¿Cómo lograste esa magia que fusiona tantas formas artísticas y técnicas?
JT: –Quería que el público pegue un salto de fe a la imaginación desde el comienzo. La maquinaria escénica debía ser visible. El espectador debía ser partícipe. El tema dominante y la imagen emergente fue el círculo. Además de tratarse del crecimiento personal de un chico, se representa el ritual del nacimiento, la muerte y el renacimiento. Un ciclo natural evidente. Además, uno de los más poderosos elementos en la película es la humanidad de los animales. Consideré esa dualidad y, por eso, no quise esconder a un actor detrás de una máscara o un traje de animal. Quería que el ser humano sea una parte esencial de la estilización. Me sentí muy feliz cuando terminé de esculpir las máscaras de Mufasa y de Scar. Vi Disney, vi Africa y vi mi propia estética.
–¿Podrán adelantar algo de La tempestad?
JT: –La dirigí en teatro en dos oportunidades y siempre quise hacerla en cine. Luego de haber trabajado con un grande como Anthony Hopkins en Titus, pensé quién podría hacer de Próspero, pero no encontré a nadie capaz, con todo respeto. Por eso pensé en Helen Mirren, quien hará de Próspera. Tenemos un gran elenco: Djimon Hounsou, Ben Whishaw y Alfred Molina, entre otros. La filmamos en una zona muy volcánica y surrealista de Hawaii. Tiene muchos efectos y combinamos lo real con lo fantástico.
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