Desde San Sebastián, ciudad a la que llegó para acompañar la presentación de Puan en la competencia oficial de un festival de cine con mucha presencia nacional, el experimentado actor manifesto su preocupación por las amenazas de Javier Milei
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SAN SEBASTIÁN, ESPAÑA.- Leonardo Sbaraglia pasó por San Sebastián para acompañar el estreno de Puan, la película argentina de María Alché y Benjamín Naishtat programada en la competencia oficial del festival de cine de esta hermosa ciudad española que, además, tiene serias chances de ser la elegida para representar al país en los próximos Oscar. Su nombre es un anzuelo para el público español, que lo conoce de sobra: Sbaraglia vivió y trabajó durante casi una década en Madrid. Su hija Julia -que hoy tiene 17 años y se dedica al diseño de indumentaria- nació allí, de hecho.
En Puan su rol es el de un docente canchero y muy seguro de sí mismo que llega a Buenos Aires después de vivir unos años en Alemania para postularse como candidato a dirigir una cátedra de la Facultad de Filosofía, un cargo que también desea el protagonista de la película, interpretado por Marcelo Subiotto. El recorrido del personaje de Sbaraglia es muy interesante. Cuando aparece en la historia, genera distancia por su notoria soberbia. Su actitud levanta sospechas de inmediato, tanto en su rival académico como seguramente en el espectador. Pero con el desarrollo del relato ese perfil se va modificando. Rafael Sujarchuk -así se llama el profesor que compone Sbaraglia en esta ficción que muy pronto se estrenará en salas argentinas- se da corte con citas filosóficas en alemán y no esconde sus ambiciones profesionales, pero su personalidad no es tan fácil de definir con un solo calificativo. “A mí me gustó mucho el guion de la película, me entusiasmó el personaje que me ofrecieron porque es realmente complejo -asegura el actor en diálogo con LA NACION-. Y también me gustó la idea de trabajar con María y Benjamín. A mí me parece que Rojo es una de las mejores películas argentinas de los últimos años”.
-La desconfianza que produce este personaje que interpretás se va diluyendo a medida que la historia avanza. Es un cambio gradual, pero que te obligó a tocar más de una cuerda en la actuación.
-Efectivamente, es un personaje atractivo justamente por eso. Podrá hacerse un poco el piola, pero también tiene cierta consistencia intelectual. Será algo histriónico y un poco ególatra, pero no es un payaso. Que tenga una inclinación a expandir sus éxitos para que los demás se enteren de quién es no quiere decir que sea un salame. Si lo fuera no provocaría una verdadera crisis en el protagonista, un tipo que vive en un mundo bastante rutinario y cerrado. Uno de los temas importantes de la película es la precariedad económica con la que deben lidiar los docentes universitarios. El protagonista de Puan tiene que darle clases particulares a una señora adinerada que se queda dormida cuando él le está hablando... Y el aire nuevo, la información distinta que trae mi personaje le cambia la agenda, lo empieza a modificar.
-La egolatría es todo un tema para un actor, ¿no? El hecho de ser observado casi de manera permanente, sobre todo si se trata de alguien popular, la alimenta bastante.
-Eso te puede resultar funcional en un momento de tu carrera. Ser un poco ególatra es común en esta profesión, pero a mí hoy en día me sirven más otras cosas. Ya quedaron atrás algunos deseos que tenía cuando era más joven. Mis deseos hoy son otros. Me interesa tener claro qué lugar ocupo en cada proyecto que encaro y si estoy dispuesto a ocupar ese lugar, por ejemplo. Qué instrumento toco en la partitura que me dan, digamos. Ordenar la cancha en ese sentido es clave. Saber por qué elegís un proyecto y por qué no elegís otro.
-Ya que hablás de elegir, está claro que vos hoy podés darte ese lujo, pero muchos de tus colegas no están en la misma situación. El boom de las plataformas de streaming no produjo todavía la mejoría que se esperaba.
-Siempre fue una profesión inestable. Mi vieja se dedica a esto hace muchos años y la tuvo que pelear muchísimo, por citar un caso que conozco de cerca. Se orientó más a la docencia porque le resultó muy difícil hacer pie en el circuito más comercial. Son muchos los actores desocupados, se sabe. Pero a mí lo que más me preocupa, al margen del nuevo escenario que se plantea con la aparición de las plataformas, es que haya desaparecido la ficción nacional de los canales de la TV abierta. Es un problema a tener en cuenta porque no todo el mundo tiene Netflix.
-En este panorama, ¿qué sensaciones te produjo la amenaza de cierre del INCAA que lanzó hace poco uno de los candidatos presidenciales? De hecho, el más votado en las PASO...
-Lo que está pasando en este Festival de San Sebastián es una prueba concreta de lo valorado que es el cine argentino en todo el mundo. Me resulta complicado responder a una provocación tan injustificada. Que un candidato a presidente diga que quiere cerrar el INCAA, el CONICET y el Ministerio de Educación es grave. El desarrollo científico argentino es de vanguardia, más allá de la escasez de recursos en el país. Lo que me produjo esta noticia es un estado lógico de alarma. Es una violencia que empieza de allá para acá, ¿no? Uno se siente lógicamente violentado y amenazado. Yo llevo casi cuarenta años trabajando en esta profesión, me rompí el lomo toda mi vida. Obviamente, algo así te tiene que provocar desconcierto. Si bien una película tan importante como Argentina, 1985 se hizo con la financiación de Amazon, la excelencia de todos los rubros que notás cuando la ves tiene que ver con el trabajo de profesionales argentinos y con el apoyo del INCAA, que además es un ente autárquico y se autofinancia, vale la pena aclarar. No le quiero atribuir al hecho más que lo que el hecho en sí significa, no quiero opinar de un candidato político con el que no comulgo. Lo que digo es que a mí me llegó una amenaza. Y ante una amenaza, es normal estar en estado de alerta. En Argentina, la ciencia, la educación y la cultura están hoy en estado de alerta.
-Además, la industria audiovisual ha pasado a ser estratégica en la economía de muchos países. ¿Argentina tiene una oportunidad en ese terreno?
-Claramente, por la calidad de profesionales que tiene el país claro que se abre una gran oportunidad, pero ojo que esto no pasa sólo en Argentina. En España el éxito internacional de La casa de papel potenció a la industria audiovisual, la hizo subir varios escalones. Sin embargo, un partido como Vox también censura, miente y amenaza. Es una pena porque esto que está pasando en San Sebastián no es una excepción. El cine y el teatro argentinos son muy respetados desde hace años en todo el mundo y son actividades que están en diálogo permanente con la educación. Está todo unido. El negocio de la industria audiovisual, por otra parte, ya existe en el país y le da trabajo a miles de familias y lo que producimos se exporta. Lo bueno de esta discusión, en todo caso, es que tenemos información clara, contundente para dar a conocer. Lo que producimos en la Argentina, sobre todo en las condiciones en las que muchas veces trabajamos, es descomunal.
-Recién mencionaste una película que recorrió el mundo y generó consenso, Argentina, 1985. ¿Qué te provocó verla?
-Me parece por sobre todas las cosas una película muy necesaria. Así como yo sigo haciendo en teatro El territorio del poder porque es un espectáculo que se va actualizando todo el tiempo con las cosas que pasan, películas como esta son importantísimas, muy pero muy valiosas. Hay que estar agradecido de que se haya hecho.
-Y pronto habrá otra ficción sobre la historia reciente en la que tenés un papel central, la historia de Carlos Menem, otra producción de Amazon, pero en formato serie.
-Estoy muy contento con lo que hicimos. Va a ser muy poderosa esa serie. Ariel Winograd, el director, está muy entusiasmado y la verdad es que tiene razones para estar feliz. El elenco es un seleccionado nacional. Es otra oportunidad para darnos cuenta de la calidad de actores, actrices y técnicos que tenemos en la Argentina.
El rodaje de la serie Menem, donde Sbaraglia asumió el que ha definido como uno de los más grandes desafíos de su carrera, ya está terminado. Ahora Winograd (Vino para robar, Permitidos, El gerente, El robo del siglo) trabaja en el montaje de los capítulos con el objetivo de estrenar el año que viene. Será una de las apuestas fuertes de Prime Video en América Latina para 2024. Además de Sbaraglia en el papel del expresidente, son parte del elenco Griselda Siciliani, Juan Minujín, Jorgelina Aruzzi, Marco Antonio Caponi, Agustín Sullivan, Cumelén Sanz, Alberto Ajaka y Violeta Urtizberea, entre otros. “Es un personaje riquísimo -sostiene Sbaraglia.-. No sé hasta qué punto pude lograr toda la dimensión que tenía ese hombre. Sin meterme en disquisiciones políticas ni ideológicas, creo que fue un animal político sin igual, una bestia política. Lo investigué mucho durante meses y meses, hablé con casi toda su mesa chica y comprobé que fue alguien con un trayecto extraordinario: ¡salió de un pueblito como Anillaco y fue elegido tres veces gobernador de La Rioja y dos presidente de la Nación! Es una historia increíble, que merece ser contada. Y la serie puede iluminar algo de esa historia, nos puede hacer reflexionar sobre lo que pasó en la Argentina en los años 90. Por momentos, a partir de la comedia, que es un género que Winograd maneja muy bien, pero sin dejar nunca de atender la complejidad de la época y de la cabeza del protagonista.
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