Las estaciones de Kim Ki-duk
Del prestigioso director coreano llegará un film atípico: "Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera"
El nombre de Kim Ki-duk puede resultar un trabalenguas para la mayoría de los mortales, pero para los cinéfilos de todo el mundo (incluidos los argentinos, que vienen siguiendo parte de su carrera gracias al Festival de Buenos Aires) remite a uno de los directores más talentosos, prolíficos y diversos de la siempre sorprendente producción coreana. Ahora, gracias al estreno comercial en diez salas previsto para el jueves de la bellísima "Primavera, verano, otoño, invierno? y otra vez primavera", el público local podrá acceder a una de las múltiples facetas de este aclamado realizador de 43 años que rodó ocho inclasificables largometrajes en el último lustro.
Multipremiada en las ediciones 2003 de Locarno y San Sebastián, "Primavera?" marcó el inicio de la definitiva consagración mundial de Kim Ki-duk, que luego sería distinguido con sendos galardones al mejor director tanto en Berlín 2004, por "Chica samaritana", crudo retrato sobre un par de adolescentes que se inician en la prostitución, como en la reciente Mostra de Venecia, por "3-Iron", historia pletórica de lirismo, fantasía y romanticismo sobre una pareja joven que se introduce todas las noches en distintos departamentos deshabitados, cuyos derechos también han sido adquiridos para su lanzamiento comercial en nuestro país.
Tras rodar varios films donde confluían una violencia por momentos sádica y revulsiva con búsquedas formales decididamente experimentales ("Birdcage Inn", "Real Fiction", "Bad Guy", "La isla", "Domicilio desconocido"), Kim Ki-duk sorprendió al mundo con "Primavera?", película simple y exquisita a la vez, a partir de una frescura, una placidez, una espiritualidad y una sabiduría infrecuentes en el cine contemporáneo.
Rodada en paradisíacos exteriores (un monasterio flotante en medio de una laguna ubicada entre montañas) y basada en la colorida y milenaria tradición coreana, narra a lo largo de varias décadas y en las distintas estaciones a las que alude el título la relación entre un veterano monje budista y un aprendiz que se enamora de una mujer y tiene una desagradable experiencia en la ciudad.
LA NACION estuvo con Kim Ki-duk durante la presentación de "3-Iron" en Venecia, donde también obtuvo el premio Fipresci de la crítica internacional, y luego se contactó vía e-mail con la ayuda de un traductor (el director no habla inglés) para que este referente de la "new wave" coreana contestara un cuestionario centrado en la gestación y la concreción de "Primavera?". Sólo en los últimos meses Kim Ki-duk retomó el contacto con la prensa luego de respetar un voto de silencio que se impuso después de la descarnada controversia mediática que siguió al estreno de "Bad Guy".
-¿Por qué pasó de películas tan provocativas y extremas a dos historias mucho más puras, poéticas, bellas e inocentes como "Primavera?" y "3-Iron"?
-No se trata de etapas premeditadas ni cerradas. Después del escándalo de "Bad Guy" decidí llamarme a silencio. Me atacaron demasiado, me dijeron psicópata y perverso, me denostaron con análisis superficiales, banales y simplificadores por el hecho de intentar hacer películas que desafiaran al espectador, que se salieran de los moldes que el establishment establece, y que no resultaran siempre concesivas y demagógicas. No me lo perdonaron, especialmente las líderes feministas, aunque "Bad Guy" finalmente resultó la más exitosa de mi carrera. No me van a poder encasillar. Yo no tengo una formación intelectual universitaria, como la inmensa mayoría de mis colegas. Entre los 16 y los 20 años tuve muchos empleos precarios en fábricas; estuve otros cinco años en el ejército y recién cuando me empezó a ir bien en el cine pude conseguir una beca para estudiar arte en Francia durante dos años, mientras me ganaba la vida vendiendo mis pinturas en las calles de París. El problema central en Corea es que todos los análisis están contaminados y sesgados por el lugar social y educativo desde el que están hechos. Mi sensibilidad, en cambio, es tanto la de un obrero y un ex soldado como la de un artista, y puedo escribir y filmar una historia sobre la sordidez urbana o una fábula sencilla como "Primavera?".
-¿Por qué recurrió a la tradición religiosa y espiritual coreana?
-A pesar de que varias de mis películas abordan el sexo y la prostitución y están rodadas en el Barrio Rojo de Seúl, yo soy una persona esencialmente religiosa. También, autodidacto. Por eso, en "Primavera?", que rodé sin tener un guión previo, abordo cuestiones tales como la disciplina que es necesaria para alcanzar la armonía espiritual, el tema de la tolerancia y el respeto en la relación mentor-alumno (que es un poco como la de padre-hijo) o el lugar que el budismo le da a la naturaleza y los animales. No intenté hacer -nunca podría- un tratado filosófico ni moral, aunque sí trabajé el tema de las estaciones y el paso del tiempo como idea del devenir cíclico de la vida.
-La película parece trabajar de manera simultánea una veta intimista centrada en la relación entre el maestro y su alumno, y una más sobrenatural. ¿Cómo pensó este contrapunto?
-La lectura de la película depende mucho de la perspectiva que el espectador tenga, pero efectivamente está dividida entre el proceso humano que vive el niño que luego se convierte en monje adulto y una aproximación más ligada a lo sobrenatural, a los mitos y rituales que tienen más de 3000 años de historia en Corea.
-¿Fue difícil rodar en un único escenario natural durante las diferentes estaciones?
-El lugar es bellísimo, misterioso e inspirador. Es un parque nacional y nosotros recibimos la autorización para construir el monasterio flotante y dejarlo todo el año en la laguna. Fuimos sólo cinco días en cada estación y teníamos que hacer todo muy rápido. Una o dos tomas como máximo. En total, rodamos la película en 22 días. Al final, como uno de los actores renunció a último momento, yo mismo interpreté al monje adulto en el invierno. Fue una linda experiencia, aunque por poco me congelo. No sé si la volvería a repetir. Fue mi debut actoral y muy probablemente también mi despedida.
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