Las dos mujeres de Oblivion
Andrea Riseborough y Olga Kurylenko pasaron por Buenos Aires junto a Tom Cruise y hablaron sobre la película, que se perfila como la más vista del fin de semana en la cartelera local
Todavía no se apagaron los ecos del rutilante paso de Tom Cruise por Buenos Aires para participar de la avant premiére mundial de Oblivion, el tiempo del olvido . El astro de Hollywood regaló a lo largo de aquel 26 de marzo tanta simpatía y cordialidad que la presencia simultánea entre nosotros de Andrea Riseborough y Olga Kurylenko, figuras femeninas del film, pasó casi inadvertida.
Estrenada comercialmente anteayer en nuestro país, la película dirigida por Joseph Kosinski se perfila como líder de la concurrencia a los cines durante este fin de semana. Anteayer, día de su estreno comercial, fue vista por 12.835 espectadores, según las cifras de Ultracine.
Con proyectos de esta envergadura, queda claro también aquí que ante los ojos más atentos tanto Riseborough como Kurylenko ya cuentan con experiencia suficiente y reconocimiento bien ganado como para convertirse en figuras centrales de producciones de alto presupuesto y acontecimientos como el que las trajo a la Argentina.
Por lo tanto, y más allá de su fugacidad, esta doble visita tiene la significación de tener entre nosotros, al menos por unas horas, a dos figuras cada vez más requeridas por Hollywood, que al mismo tiempo son capaces de desenvolverse con soltura en proyectos internacionales de amplio rango y múltiples exigencias.
Una ciudad, dos carreras
La inglesa Riseborough y la ucrania Kurylenko viven en la misma ciudad (Londres) y sus respectivas carreras muestran que en muy poco tiempo han logrado superar etapas de elevada exigencia. A sus 24 años y con un reconocido pasado como modelo, Kurylenko ya adquirió para siempre el privilegiado título de chica Bond (en Quantum of Solace , el penúltimo título de la serie) y trabajó en el más reciente film de Terrence Malick, la aún inédita en la Argentina To the Wonder . Dos años menor, Riseborough ya llevó a la pantalla exigentes retratos de personajes clave de la vida real de su tierra natal: fue una brillante Margaret Thatcher en el telefilm de la BBC The Long Walk to Finchley y encarnó a Wallis Simpson en W. E. El romance del siglo , dirigida por Madonna.
En el hotel de Recoleta en donde se alojó la delegación internacional de Oblivion , las dos actrices conversaron por separado mano a mano con LA NACION. La muy fotogénica Riseborough, elegantísima en un traje sastre negro, mostró a primera vista por qué aparece como la inquieta e inteligente heredera de ese signo de distinción que caracteriza en un punto a los intérpretes británicos. Cuida cada palabra en sus respuestas y no duda en tomarse su tiempo hasta encontrar el adjetivo más certero para cerrar un juicio de valor.
Kurylenko, en tanto, lucía en consonancia con su natural y sencilla belleza un colorido vestido estilo new look de diseñador, más adecuado para una pasarela que para desfilar por la alfombra roja. En sus dichos todavía se refleja parte del asombro de quien llega desde muy lejos y logra en poco tiempo ganarse un lugar selecto entre el jet set cinematográfico.
La charla con Riseborough estuvo casi exclusivamente dedicada al perfil de su personaje, Vika, compañera sentimental y laboral de Jack Harper (Cruise). "Mi personaje no es alguien común -explica, muy concentrada en buscar la máxima precisión a través de sus palabras-. Ella se encarga de pasar en limpio la memoria, porque ya se olvidó de todo lo que ocurría en el mundo y en el tiempo previo a la acción. Lo único que sabe es que vive en esa caja blanca y está aterrorizada por la inestabilidad climática del planeta que la rodea. No tiene ni relación ni conexión alguna con ese lugar."
Otra clase de futuro
Para Riseborough, Vika expresa un tipo completamente diferente de personaje en relación con lo que conocemos desde el cine sobre el futuro posapocalíptico. "En mi opinión -justifica- el conocimiento del apocalipsis se traduce en la esperanza y la reminiscencia. El recuerdo de la paz. Pero ella no tiene interés en acopiar o guardar los pocos vestigios de vida que quedan en el planeta. Por supuesto, mi visión es otra: me interesa tanto el futuro como el pasado. Creo que siempre podemos tomar prestado algo de lo que perdimos y al mismo tiempo imaginar consecuencias muy estimulantes de todo lo que estamos haciendo ahora."
¿Y qué otras semejanzas o diferencias aparecen entre la actriz y su personaje en Oblivion ? "Yo me pierdo todo el tiempo en mí misma -responde-, mi cuerpo es bastante flexible y me siento una persona más bien floja y liviana en la actitud física. Vika, en cambio, se autolimita y lo manifiesta muy claramente en su postura más bien rígida. Ella tiene la habilidad de autoconvencerse de que cualquiera sea la situación ella y Jack se las ingeniarán para resolverla. Pero vive inquieta porque sabe que jamás podrá capturar los sentimientos de Jack. En esa tensión está lo más interesante del personaje."
Kurylenko, en cambio, prefiere hablar de Hollywood, ese lugar que antes miraba desde lejos y ahora la reclama. "Cuando no estaba allí tenía de Hollywood la idea de un mundo gigante como Disneylandia, un lugar en el que todo puede ocurrir y cualquier sueño se hace realidad. Desde adentro lo veo de otra manera: claro que es posible concretar aquí una fantasía que parece imposible, pero para lograrlo hay que trabajar muy duro. Esto es realidad, no ciencia ficción", dice con una risa franca.
En Oblivion , la actriz encarna a la astronauta Julia Rusakova, una de las integrantes de una nave terrestre cuyo encuentro con Jack Harper será determinante para entender las conexiones entre el pasado y el futuro de ambos personajes y, por extensión, del género humano: "Mi personaje tiene exigencias físicas, pero mucho más fuertes son las psicológicas. No sabemos si Julia es buena o es mala, si es real o es otro tipo de criatura. Tuve que tomarle la mano a un montón de movimientos exigidos por la filmación, que a veces se parecía a una montaña rusa, pero los enigmas personales me movilizaron todavía más".
A Kurylenko le gusta imaginar el futuro como una instancia en la que puede ser posible encontrar enfrentamientos, encrucijadas y fascinantes máquinas voladoras: "Me gusta la ciencia ficción que le deja lugar al romance. Es mi debut en el género y todavía me quedan otros por descubrir. A lo mejor digo todo esto porque nunca estuve en una comedia romántica. Ojalá sea mi próximo paso".