Las anécdotas más sorprendentes e insólitas detrás de los grandes éxitos del cine
Keanu Reeves, Julia Roberts, Hugh Grant y Sylvester Stallone son algunas de las estrellas de Hollywood que protagonizaron esta colección de anécdotas insólitas.
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Relatos de amor que pasaron de la pantalla a la vida real, clásicos modernos que estuvieron a punto de no filmarse, famosas estrellas de Hollywood dando sus primeros pasos, con muchas ilusiones pero sin plata para comer. Durante este año, la sección Detrás del rodaje puso la lupa en las anécdotas menos conocidas de películas que marcaron un antes y un después en la historia del cine. Un repaso por las más destacadas.
Un lugar llamado Notting Hill: el aburrimiento de Julia Roberts y los miedos de Hugh Grant
Un lugar llamado Notting Hill (o Notting Hill, a secas) estuvo a punto de no hacerse, o al menos no con esos protagonistas que hoy parecen perfectos para esa historia de amor pagada con el precio de la fama. “Es aburrida, tediosa, una cosa estúpida que me piden que haga”, le dijo Julia Roberts a su agente cuando recibió la propuesta. Y es que la mujer bonita vivía el asedio constantemente, y no entendía cómo tanta molestia podría convertirse en una historia de amor. Cambió de opinión cuando supo que detrás del guion estaba Richard Curtis (Cuatro bodas y un funeral).
Lo de Hugh Grant tampoco fue fácil, porque el solo hecho de trabajar con Roberts le producía más “miedo” que entusiasmo. El film se estrenó y se transformó en un clásico moderno, un destino solo empañado por la muerte de la actriz Emma Chambers, quien interpretó a la hermana del protagonista.
Punto límite: la película que convirtió a Keanu Reeves en un sex symbol
En 1986 la iba a dirigir Ridley Scott, y la iban a protagonizar Charlie Sheen y Matthew Broderick, pero no pasó nada. Cinco años después, la silla de directora de Punto límite (Point Break) quedó para Kathryn Bigelow, la producción fue de James Cameron y los protagónicos de Keanu Reeves y Patrick Swayze. Y Keanu medio de casualidad, porque como en 20th Century Fox no querían saber nada con él (básicamente porque para ese momento no lo conocía casi nadie), Bigelow amenazó con renunciar si no lo contrataban. No les quedó otra, y lo bien que hicieron.
El éxito del film le sirvió de plataforma a Reeves para erigir una imagen de héroe de acción sensible que hasta hoy continúa dándole grandes dividendos. Gracias a la película también se llevó el premio MTV al “Hombre más deseado”. Un auténtico “point break” en la carrera del actor.
Flashdance: una historia en la que nadie creía y una demanda por derechos de autor
Aquel baile final de Alex al ritmo de “What A Feeling” no era sólo la reivindicación del personaje, sino también la de una película que, antes y después, luchó contra viento y marea para mantenerse a flote. Ni David Cronenberg ni Brian De Palma aceptaron filmar Flashdance. Sí Adrian Lyne, quien todavía buscaba un proyecto que lo sacara del ostracismo. En la recta final del protagónico quedaron tres candidatas: Demi Moore, Leslie Wing y Jennifer Beals. De acuerdo al guionista Joe Esztheras, en Paramount reunieron a un grupo de varones para decidir quién era “la mejor” y ganó Beals, a pesar de tener 18 años y nula experiencia en cine.
El público la amó, pero la crítica fue despiadada. Y ni siquiera ahí terminaron los problemas para Flashdance porque, aunque se decía que la historia estaba basada en la vida de las bailarinas Mauren Marder y Gina Healey, cuando ambas mujeres vieron el film descubrieron que no estaba “basada”, sino que era una copia fiel. La esperable demanda se arregló en sede judicial. Peor le fue a Marine Jahan, actriz que dobló a Beals en las icónicas escenas de baile, y que ni siquiera apareció en los créditos.
Orgullo y prejuicio: dos protagonistas enamorados y un director que canceló su boda
Cuando se repasa Orgullo y prejuicio pocos recuerdan que su director fue Joe Wright, y es lógico porque después del film de 2005 ha tenido más intentos que éxitos, a nivel masivo. Sin embargo, cuando tuvo la oportunidad de ponerse al frente de la novela de Jane Austen fue el primero en fruncir el ceño: “No estaba interesado en hacer la película, pero me conmovió el guion, tenía un toque moderno, y a la vez mostraba cómo dos personas iban conociéndose y superando así los preconceptos que les impedían avanzar”. También quiso bajarle el pulgar a Keira Knightley como protagonista, que venía de hacer Realmente amor y la primera Piratas del Caribe. Parafraseando el título del film, lo de él también era “orgullo y prejuicio”. Wright se la cobró arrogándose el derecho de elegir un protagonista desconocido en Hollywood, Matthew Macfadyen.
Sin embargo, tanto reparo no sirvió de nada (o sirvió de mucho, según cómo se lo mire) porque acompañando el éxito de la película, la prensa se detuvo en la pareja de Knightley y Rupert Friend, relación que había nacido en el set. También fue noticia un hecho menos feliz: la cancelación de la boda con Rosamund Pike por parte del realizador, como así también su imagen de bar en bar rodeado de mujeres mientras su ex se encontraba, al decir de sus amigos, “devastada”.
Rocky: la inspiración de Muhammad Ali y un actor en quiebra desesperado por triunfar
A comienzos de la década del 70, Sylvester Stallone aceptaba cuanto papel le ofrecieran con tal de que le vieran un poco la cara y así poder iniciar su camino a la fama. Desde pequeñas apariciones en series como Kojak hasta protagonizar una película erótica, todo valía con tal de ser reconocido. Sin mucho para comer, en marzo de 1975 el actor fue a ver la pelea entre Chuck Wepner y Muhammad Ali, y de los entretelones de esa noche apareció en su cabeza una idea, que enseguida fue historia y más tarde guion. Había nacido Rocky.
El hombre que había vendido a su perro porque no tenía para darle de comer, de pronto se encontró recibiendo por su libreto 350 mil dólares, y la promesa de que llegaría a la pantalla grande. A pesar de las necesidades, el actor fue inflexible en su deseo de protagonizarla, el estudio no se quejó, porque de todos modos no pensaban invertir más de un millón de dólares en la película. Un año después, con el estreno de Rocky, Sly se convertía en leyenda, ganaba tres premios Oscar, daba el puntapié inicial para una de las sagas más lucrativas de la historia del cine y había vuelto a comprar a su perro. Una síntesis perfecta de lo que logra la perseverancia.
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