Laberinto, ese clásico de los 80, cumple 30 años
El film de Jim Henson atraía y espantaba al público infantil gracias a las memorables actuaciones de Jennifer Connelly y David Bowie
Hace 30 vacaciones de invierno, en ese 1986 tan recordado, la cartelera de cines argentina recibía una de las mejores películas de fantasía para todas las edades jamás realizadas: Laberinto. Lanzada el 27 de junio de ese año en los Estados Unidos, se estrenó muy rápido por acá en un caso excepcional, ya que en esa época los lanzamientos locales eran mucho más tardíos. Laberinto se estrenó en Argentina el 10 de julio de 1986 en el desaparecido Losuar, el largo cine de Corrientes entre Callao y Rodríguez Peña, entre otras salas. La calidad, la narrativa fascinante, la magia, la gracia y el encanto de Laberinto son claros, basta verla o reverla hoy para rendirse ante las evidencias. Además, es una película con muchos detalles destacables.
Fue el tercer y también el último largometraje cinematográfico dirigido por Jim Henson (los otros dos fueron The Great Muppet Caper y El cristal encantado). El creador de los Muppets moriría muy joven, a los 53 años, en 1990. Con este film, que cruzaba los mundos de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll y los fascinantes espacios de E.M. Escher, Henson profundizaba su ya enorme legado (el largometraje está disponible en Netflix).
Laberinto convirtió en estrella a Jennifer Connelly, que tenía 15 años al momento del rodaje. No fue su primer protagónico, porque el año anterior ya se habían estrenado dos películas con ella en el rol principal: la comedia dramática de iniciación sentimental Seven Minutes in Heaven y Phenomena de Dario Argento (terror con comunicación con insectos). Pero Laberinto fue una película que recorrió el mundo, y que probaba otra vez –en 1984 ya había tenido un papel secundario en la imprescindible Érase una vez en América, de Sergio Leone– que Connelly podía interactuar con grandes estrellas.
En este film, su antagonista era nada menos que David Bowie en el papel del brujo Jareth. Varios músicos fueron considerados para el rol: Michael Jackson, Prince, Mick Jagger y Sting (el que prefería Henson), pero los hijos del director –afortunadamente– lo convencieron de que fuera Bowie, que estaba más estrella que nunca en esos años: su disco Let's Dance, el más vendido de su larga carrera, fue lanzado en 1983.
Al año siguiente, en 1984 había presentado Tonight, el que muchos consideran su último álbum clásico, y que en posteriores ediciones en CD sumaría como bonus tracks singles de tres películas: "This Is Not America", de El halcón y el hombre de la nieve, de John Schlesinger; la magnífica "Absolute Beginners", del film homónimo de Julien Temple, y "As the World Falls Down", el "lento" de Laberinto que Jareth bailaba con Sarah (Connelly), en un momento de deliciosa ambigüedad y fascinación.
El personaje de Bowie en el film de Henson era un "malo" seductor, con un lado oscuro que la adolescente Sarah rechazaba y por el que a la vez se sentía atraída. El músico estaba en su salsa, y para la memorable banda sonora compuso otras canciones: "Magic Dance", "Chilly Down", "Within You" y "Underground".
Laberinto es, de sus casi treinta apariciones en cine, una de las fundamentales y más pegadas a su imagen como rockero; es, de alguna manera, una de sus apariciones cinematográficas más glam. Bowie canta, baila, actúa y domina Laberinto, película que fue, junto con La historia sin fin, uno de los ingredientes fundamentales del imaginario de los chicos de los ochenta y también de los que vinieron después.
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