La sonrisa que conquistó a Hollywood: cinco películas para redescubrir a Julia Roberts
1. Mystic Pizza (1988)
La ópera prima de Donald Petrie (Mi marciano favorito, Miss Simpatía) ocupa un lugar importante en la filmografía de Julia Roberts : fue la primera película que la puso en el radar, la que nos obligó a preguntarnos quién era esa pelirroja de dientes grandes que se adueñaba de la pantalla con su risa contagiosa y su carisma inoxidable. En ese 1988, para JoJo (Lili Taylor), Daisy (Roberts) y Kat (Annabeth Gish), tres amigas que pasan un verano en la pizzería Mystic de Connecticut, la secundaria apenas se extingue en un recuerdo reciente y la vida adulta se perfila en el horizonte como un incandescente misterio. Petrie filma esa efímera transición bajo la luz del verano, consigue dotar a sus jóvenes protagonistas de calidez y temprano desencanto, y pensar la pasión y el compromiso como territorios lindantes, susceptibles al encuentro y la contradicción. Roberts emerge con frescura y vitalidad como la enamoradiza para la que el final feliz siempre está a la vuelta de la esquina, sin perder nunca esa fascinante autenticidad que luego consagraría su personalidad cinematográfica.
Disponible en Qubit
2. Mujer bonita (1990)
Garry Marshall logró convertir la aventura de una noche entre un yuppie de los 90 y una prostituta de Los Ángeles en la versión moderna de Cenicienta, con sus autos deportivos como carruajes lujosos, con las botas de cuero como los zapatitos perdidos en la fiesta, con el amor convertido en fábula y ensoñación. El impacto de la presencia de Julia Roberts en Mujer bonita hoy resulta casi inimaginable. Hacerse estrella en menos de dos horas, de la noche a la mañana. Pensar que una comedia sin demasiadas pretensiones, concebida como el resurgimiento de Richard Gere en su temprana madurez, con sus canas apenas plateadas, podía ser arrebatada por una canción pegadiza y el caminar de Roberts por esa eterna vereda de sueños cumplidos es casi una ironía. Pero así fue: Mujer bonita se sacudió toda exigencia de realismo y siguió las enseñanzas de los cuentos de hadas, tiñendo el frío mundo de los negocios corporativos con los vivos colores del romance más idealizado.
Disponible en Netflix
3. Erin Brockovich (2000)
Hacia fines de los 90, Julia Roberts ya era una de las grandes estrellas de su época. Había desfilado por las tapas de todas las revistas, ganado millones, protagonizado thrillers y comedias románticas, sido objeto de críticas despiadadas y defensas a ultranza. Pero como actriz necesitaba reconocimiento, una especie de validación que la sacara del lugar de la cara bonita y el incondicional fervor de sus fans. Steven Soderbergh , salido del indie con Sexo, mentiras y video y artífice de la notable King of the Hill, parecía el director indicado para hacerlo. Erin Brockovich, basada en la vida real de una empleada de oficina que enfrentó a una poderosa corporación en un caso de contaminación ambiental, ofrecía un trabajo de composición perfecto, exento de máscaras y géneros, adherido a un tema de candente actualidad y bajo el paraguas de un director de prestigio. Y así lo demostró el Oscar que tanto se había hecho esperar. Roberts parecía cumplir una etapa, mirar su propia carrera con otra perspectiva, meditar con cuidado los ofrecimientos antes de elegir, y trascender el aura de la estrella para explorar su arte desde un nuevo punto de partida.
Disponible en Amazon Prime Video
4. La mexicana (2001)
Dirigida por Gore Verbisnki (La llamada, Piratas del Caribe: La maldición del Perla Negra), La mexicana tiene mucho de road movie, algo de comedia de rematrimonio, y un ambiente que combina los ocres del desierto de Las Vegas con el brillo del casino y el contraluz de los amores frustrados. Julia Roberts y Brad Pitt , dos de las grandes estrellas del momento, no pasan demasiado tiempo juntos en la pantalla, y eso dejó a más de uno desilusionado. Pero la película es sobre otra cosa: sobre esas leyendas que nunca se concretan, sobre los desencuentros amorosos, y sobre las interminables charlas entre Roberts y James Gandolfini que se convierten en hallazgos casi inesperados. Mientras Jerry (Pitt) intenta cumplir el encargo de un mafioso sin morir en el intento, Samantha (Roberts) se convierte en la más excéntrica de las prisioneras, locuaz y determinada como aquellas heroínas de la comedia clásica de los 40 que desarticulaban todo posible intento de contenerlas.
Disponible en Netflix
5. Larry Crowne (2011)
La segunda película dirigida por Tom Hanks cargó con un injusto menosprecio desde su estreno. Salvo raras excepciones, la crítica la tildó de inocentona, artificial, una especie de remedo a destiempo del viejo sueño americano. Pero lo cierto es que Hanks filma una fábula, una especie de homenaje a Frank Capra en tono menor, en el que conjuga una mirada crítica pero nunca estridente, una puesta en escena sencilla y unos personajes que entregan su corazón en cada plano. Larry pierde su mundo estable y empieza de nuevo. Nada es fácil pero nunca imposible. Sin embargo, esa historia que podía ser un relato de autoayuda o un mito de superación es un juego de permanentes reinvenciones en el que el amor se reserva el corazón de la utopía. Roberts y Hanks condensan esa explosión de alegría en la escena de la moto, con el viento que rebota en los cascos sin atemperar nunca el impulso del movimiento. Julia Roberts consigue ser ella misma como en ninguna de las películas del último período: no solo la chica linda y simpática de la comedia romántica sino la verdadera estrella, cuya sonrisa siempre corona el final de la película.
Disponible en Amazon Prime Video
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