La Revolución de Mayo en el cine argentino: el primer film, anécdotas y polémicas
A diferencia de otras cinematografías, la nacional no se ha ocupado particularmente de recrear momentos históricos. La excusa por excelencia para soslayar temas tan argumentalmente ricos como, por ejemplo, la Revolución de Mayo, siempre fue de origen presupuestario. Reproducir situaciones, escenarios, batallas y hasta vestuarios de época a niveles de superproducción nunca estuvo en las prioridades de directores y productores. Y si a eso se le suman las corrientes revisionistas que podían poner (y de hecho pusieron) en jaque a cualquiera de las muchas historias a narrar, la ecuación por lo general dio negativo.
Sin embargo, aunque no abundaron, existieron a lo largo de la historia del cine argentino algunos producciones que acentuaron su mirada en los hechos ocurridos el 25 de mayo de 1810, como así también en los patriotas que los protagonizaron. Estos son algunos ejemplos.
La Revolución de Mayo (1909)
Los primeros pasos del cine nacional fueron épicos. Cuando todavía se estaba tratando de entender este nuevo formato de entretenimiento, el inmigrante italiano Mario Gallo fue el primero en tratar el tema. Su modesta La Revolución de Mayo es considerada la primera película argumental de nuestro país, y uno de los pocos registros de su obra que se ha conservado. Con telones pintados a modo de Cabildo, y hasta "curiosos" convertidos en extras, el film mudo condensa en cinco minutos, el antes, el durante y el después de la gesta de Mayo. Gallo también fue responsable de otros títulos en esa línea como La creación del himno (1910), El fusilamiento de Dorrego (1909) y La batalla de Maipú (1912).
Cabeza de tigre (2001)
En agosto de 1810, y como consecuencia de los hechos de mayo, se decide el fusilamiento de Santiago de Liniers (Héctor Alterio), quien había sido el antecesor de Cisneros en el cargo de virrey y preparaba una contrarrevolución en Córdoba. A instancias de Mariano Moreno (Roberto Vallejos), Juan José Castelli (Damián de Santo) y Domingo French (Pablo Cedrón) quedan a cargo de la tarea de ejecutar por el delito de sedición a un hombre que respetan como líder, y como defensor de sus ideas. Cabeza de tigre nace de un guion de Juan Bautista Stagnaro y Claudio Etcheberry (también director).
Güemes, la tierra en armas (1971)
A pesar de situarse unos pocos años después de la revolución, los acontecimientos narrados por Leopoldo Torre Nilsson (luego de un frustrado intento de adaptación por parte de Mario Soffici), son consecuencia directa de aquel espíritu de independencia que explota en la semana de mayo. Alfredo Alcón (que un año antes le había lustrado el bronce a San Martín en El santo de la espada, 1970) interpreta al caudillo Martín Miguel de Güemes y su lucha por la independencia, en un registro lineal casi de western. Los avatares del período ya se habían representado mejor en La guerra gaucha (1942), considerada una de las grandes películas del cine argentino. Güemes, la tierra en armas no obtuvo el éxito esperado y aunque recuperó lo invertido marcó el final de una etapa en la carrera del realizador.
La revolución es un sueño eterno (2012)
El texto homónimo de Andrés Rivera encuentra en la mirada del director Nemesio Juárez un vehículo de expresión que lo acompaña a la par. En este caso, La revolución es un sueño eterno repasa los acontecimientos del Cabildo Abierto del 22 de mayo (una instancia habitualmente omitida en las adaptaciones cinematográficas), del fusilamiento de Liniers y del Ejército del Norte desde el recuerdo de un Juan José Castelli (Lito Cruz) enfermo de cáncer y a instancias de un juicio promovido por el Triunvirato. Completan el elenco Luis Machín como Manuel Belgrano, Juan Palomino como Bernardo de Monteagudo, Mónica Galán como María Rosa Lynch y Adrián Navarro en el papel de Mariano Moreno.
Bajo el signo de la patria (1971)
Cierra la lista la aproximación más interesante a los acontecimientos de Mayo y sus consecuencias. Bajo el signo de la patria fue el vehículo que el imprescindible realizador René Mugica encontró no solo para recrear un hecho histórico, sino también para metaforizar algunos momentos de la Argentina de los '70. El film -pensado como un homenaje al bicentenario del nacimiento del patriota- toma el período en el que Manuel Belgrano (Ignacio Quirós) se coloca al frente del Ejército del Norte hasta su victoria en Salta. Al momento de su rodaje, nuestro país se encontraba bajo la presidencia de facto de Roberto Marcelo Levingston, por lo que Mugica aprovechó la película para poner en valor temas como la crisis del ejército y el accionar revolucionario. Como descripción de la época en la que se hizo el film, en una biografía de René Mugica escrita por Fernando Martín Peña se consigna que el guionista Isaac Aisenberg tuvo que firmar su trabajo bajo el seudónimo de Ismael Montaña, porque el poder de turno no estaba de acuerdo en que "un judío (aunque Aisenberg era católico) escribiera sobre la patria y la bandera".
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