El protagonista Chadwick Boseman y el director Ryan Coogler hablan del éxito de taquilla y por qué es un momento clave para los afroamericanos en Hollywood
Hace dos años, Chadwick Boseman estuvo en una película llamada Gods of Egypt. No era una muy buena película. Pero además de no ser buena, también fue tristemente célebre por whitewashing -es decir, por haber dado los papeles de antiguas deidades africanas a un hombre blanco de Escocia, un hombre blanco de Dinamarca y al menos siete personas blancas de Australia-. Boseman, el único actor principal negro, hacía de Thoth, el dios egipcio de la sabiduría e inventor de las matemáticas. Antes de que saliera la película, un entrevistador le preguntó acerca de las críticas, y Boseman dijo que no sólo estaba de acuerdo con ellas, sino que ellas habían sido la razón por la cual había aceptado el papel: para que el público viera al menos a un dios de ascendencia africana. "Pero, sí", agregó con indiferencia. "La gente no hace películas de 140 millones de dólares con protagonistas negros o morenos."
Qué diferencia que pueden hacer dos años. Porque ahora tenemos Pantera Negra. No sólo es una película de 140 millones de dólares con protagonistas negros y morenos, sino una de 200 millones. Hacía rato que era hora. Stan Lee y Jack Kirby crearon a Pantera, el primer superhéroe negro, en 1966, pero no apareció en la pantalla grande sino hasta 50 años después, cuando Boseman se robó Captain America: Civil War. Ahora, después de una década de películas del universo de Marvel con protagonistas desproporcionadamente blancos, el mundo finalmente tiene su primera película de un superhéroe negro.
"Es un momento de cambios radicales", dice Boseman. "Todavía me acuerdo de la excitación de la gente por ver Malcolm X. Y esto es más grande, porque también incluye a otra gente. Todo el mundo viene a ver la película de Marvel."
No está exagerando. La película rompió el récord de preventa de entradas de películas de superhéroes, y al momento en que se escriben estas líneas se acercaba a una semana de apertura de 165 millones de dólares -más que cualquier otra no secuela de Marvel con excepción de The Avengers-, y probablemente lo suficiente como para llegar al Top 10 de recaudaciones en primeros fines de semana de toda la historia.
Un manual básico: Boseman hace de T'Challa, rey de la nación africana imaginaria de Wakanda -la civilización más rica y tecnológicamente avanzada de la Tierra-. De noche, es Black Panther, un guerrero afro-futurista con superpoderes y la tarea de proteger a su gente. Según el jefe de los Marvel Studios Kevin Feige, Boseman era su única opción para el papel. Y cuando llegó la llamada, él ya estaba listo. "Aceptó por teléfono", recuerda Feige. "No sentí que dudara mucho."
Hasta ahora, Boseman, 41 años, era famoso por ser el tipo de las biopics, habiendo representado los papeles de una serie de íconos afroamericanos de vanguardia: Jackie Robinson (42), James Brown (Get On Up), Thurgood Marshall (Marshall). De algún modo, Pantera Negra era el siguiente paso lógico -Thurgood Marshall con garras de vibranio y un avión furtivo-. Hacía años que Boseman quería hacer de este personaje, y tenía un diario con notas desde 2012. "Es un casting perfecto", dice el director Ryan Coogler. "Su físico, su personalidad reservada, que parezca más joven de lo que es, la sabiduría más allá de sus años."
"Chad hizo una actuación infernal", dice Michael B. Jordan, en el rol de su archienemigo, Killmonger. "No me podría imaginar a otro."
Un par de semanas antes del estreno de la película, Boseman está tratando de mantener la calma, tomando té de menta en el café hipster de L.A. donde solía venir a escribir, cuando era un aspirante a guionista recién llegado de Nueva York. Está de pies a cabeza vestido de negro -cardigan, remera, pantalones chinos, medias- con excepción de unas zapatillas de gamuza Valentino y un collar panafricano rojo, dorado y verde. Es alto y esbelto, con dedos largos y elegantes y nudillos de boxeador. (Coogler dice que a veces peleaban un poco en el set para animarse). Uno de sus puntos fuertes como actor es una vigilancia tranquila e intensa, y es igual en la vida real, enfrentando el mundo con una mirada escéptica. ("Yo lo veo todo", dice Boseman). Cuando habla, es invariablemente atento y va hasta el fondo de las cosas. "¡Me estás diciendo que soy puras palabras!", dice riéndose.
En cierta forma, Boseman es una elección rara para estrella de una película de acción taquillera. Es "90 por ciento" vegano, nombra al pasar a intelectuales radicales negros como Yosef Ben-Jochannan y Frantz Fanon, y dice que se pone nervioso en escenarios frente a mucha gente. ("¿Ir a un talk show? Dios mío, no"). Pero también sabe que es un conducto para algo más grande: "De verdad pienso que hay una verdad que tiene que entrar en el mundo en un momento particular. Y por eso la gente está entusiasmada con Pantera. Este es el momento".
Es un momento clave para los afroamericanos y Hollywood. El elenco es una ronda de talentos. Además de Boseman y Jordan, está Angela Bassett, Forest Whitaker y varios actos de ascendencia africana inmediata, incluyendo a Lupita Nyong’o, de Star Wars (quien creció en Kenya), Danai Gurira, de The Walking Dead (en Zimbabwe) y Daniel Kaluuya, de Huye (cuyos padres llegaron a Inglaterra desde Uganda). Y no es sólo la primera película de superhéroes con un elenco predominantemente negro: es, además, la primera con un director negro, escritores negros, diseñadores de vestuario y producción negros, y un productor ejecutivo negro. Grupos comunitarios están alquilando salas de cine enteras para pasarla; la gente está organizando campañas para juntar fondos para comprar entradas para chicos negros que quizás, de otra manera, no podrían verla.
"Estamos haciendo una película sobre lo que significa ser africano", dice Coogler. "Ese fue el espíritu que todos le pusimos, más allá de la herencia. El nombre en código del proyecto era Motherland [patria], y eso es lo que era. Todos fuimos a la escuela en Africa."
"El dinero y el trabajo que se necesita para crear todo este mundo africano es una producción enorme", dice Boseman. "Pero esto no es Star Wars: ¡es una película de un superhéroe negro!" Por un lado, todavía no puede creer que esté ocurriendo. Pero por el otro: ¿por qué no debería? Aún más, dice Boseman: "¿Qué significaría si no pasara? Sería como una segunda clase de películas de Marvel. Una ciudadanía de segunda."
Para Boseman, la negritud de la película es inseparable de su atractivo. "Algunos actores [negros] dicen: ‘No quiero hacer de un personaje sólo porque es negro’", dice. "Y eso es genial, yo no digo que estén equivocados. Pero así te estás perdiendo toda la riqueza que encubrieron los blancos."
Habla apasionadamente acerca de la batalla de los actores negros para recibir buen material ("Muchas veces, la humanidad de los personajes negros no está ahí") y la doble moral de Hollywood a la hora de identificar talento negro joven. ("Todos los años, los agentes van a Australia a encontrar al próximo actor blanco. ¿Pero qué otro viaje de 14 horas están haciendo para encontrar al próximo negro?").
"Hay muchas cosas buenas ocurriendo", concede Boseman. "Si pensás en Barry [Jenkins], Ava [DuVernay], Ryan; es un renacimiento del cine negro. Pero no es suficiente. Es una cuestión de números. Si tenés 15 planos, yo tengo tres. Si tenés nueve oportunidades para equivocarte, yo tengo una. Todos nosotros sabemos que si te equivocás, se terminó tu carrera. Yo veo la intensidad. Veo cómo es Ryan. Si tenés un fracaso, no volvés a trabajar en esta ciudad."
Se ríe. "¡Corregime si me equivoco!"
***
Salimos del café, y Boseman se sube al asiento trasero de un Escalada, camino al Larry King Show. "Dejame llamar rápido a mi mamá así no me meto en problemas", dice.
"Hey", dice cuando lo atiende. "Estoy bien, te llamaba para ver cómo estabas. ¿Ya sabés qué te vas a poner en el estreno? La pollera africana. ¿Esa te la traje de Ghana? OK. Decile que te saque una foto y me la mande."
Pasan un par de minutos hablando de una proyección de Pantera que está organizando Boseman para más o menos 150 chicos en su ciudad natal. "Está bien", dice Boseman. "Tengo que hacer una entrevista para la televisión." Empieza a colgar, pero la mamá lo detiene. "Yo también te quiero", dice. "Chau."
Boseman se crió en Carolina del Sur, en una ciudad pequeña llamada Anderson. Su mamá, Carolyn, era enfermera; su papá, Leroy, trabajaba en una fábrica textil y tenía un negocio paralelo de tapizados. Siguen viviendo ahí.
Chad, como le decían ("De hecho no sé por qué mi mamá me puso Chadwick. Es un nombre raro para un negro"), era el más chico de tres hijos. Su hermano del medio, Kevin, es bailarín y cantante, que fue parte de una gira de El rey león y bailó con la compañía Alvin Ailey. Su hermano mayor, Derrick, es pastor en Tennessee. "Creo que es bautista", dice Boseman avergonzado. "Les acabo de donar plata, pero no me acuerdo de lo que escribí en el cheque."
El racismo era un hecho en su vida. Su distrito escolar estaba segregado hasta apenas pocos años antes de que él naciera. "Por supuesto, me dijeron ‘nigger’, me corrieron de la calle diciéndome: ‘Fuck you, nigger’", dice. "Vi camiones con banderas de la Confederación camino a la escuela. No digo que fuera algo de todos los días, pero si alguien, un día, se sentía tradicional..."
El verano de 2015, dos semanas después de que un supremacista blanco asesinara a tiros a nueve fieles de una iglesia Emanuel AME Church en Charleston, Carolina del Sur, Boseman, quien estaba en Atlanta filmando Captain America: Civil War, fue a su casa a ver a su familia. "Mis primos me llamaron y me dijeron: ‘No vayas por ahí, porque están haciendo una marcha del Klan en el estacionamiento’", dice. "Así que no es algo del pasado."
Boseman era un chico callado al que le gustaba dibujar y quería ser arquitecto. También le encantaba el básquetbol, y era lo suficientemente bueno como para lo reclutaran para un equipo universitario. Pero durante su tercer año de la secundaria, asesinaron a un chico de su equipo. Boseman le hizo frente a la tragedia escribiendo una obra de teatro en respuesta al incidente, que llamó Crossroads y representó en su escuela. Se dio cuenta de que le gustaba contar historias. "Tenía la sensación de que esto me llamaba", dice. "De repente, jugar al básquet no era tan importante."
Solicitó para estudiar dirección en Howard, la universidad históricamente negra de Washington, D.C., conocida cariñosamente como la Meca. En su libro Between the World and Me, Ta-Nehisi Coates -contemporáneo de Boseman en Howard y casualmente escritor de los comics de Pantera Negra- la llama "la intersección de la diáspora negra", donde "vástagos de la aristocracia nigeriana vestidos de traje chocan los cinco con tipos pelados con rompevientos violetas". Boseman lo absorbió todo. Consiguió trabajo en una librería africana y viajó a Ghana. También aprendió acerca de cierto superhéroe africano.
"En una universidad históricamente negra, aprendés sobre todas estas cosas: el panteón de nuestra cultura", dice. "Están John Coltrane, James Brown. Y está Pantera Negra."
Boseman tomó clases extra de actuación para que lo ayudara con su dirección. Una de sus profesoras era Phylicia Rashad, también conocida como Clair Huxtable de The Cosby Show. Se transformó en su mentora. "Ella hacía obras en D.C., y yo iba a verlas, y después ella me llevaba a casa y me hablaba", dice. "‘¿Cómo estás comiendo? Estás muy flaco. Tenés que comer cerdo’. Nosotros aspirábamos a su excelencia."
Rashad tiene recuerdos cariñosos de Boseman. "Chad era un chico desgarbado con ojos grandes y una sonrisa adorable y una personalidad gentil", dice. "Lo que vi en él era que el cielo era su techo. Nunca me pidió que le presentara a nadie. Ese no era su modo. El lo iba a lograr por sus propios méritos."
Mientras tomaba el curso de Rashad, Boseman y algunos compañeros solicitaron a un prestigioso programa de verano en Oxford para estudiar teatro. Los aceptaron, pero no tenían dinero para ir. "Ella nos apoyó", dice Boseman. "Esencialmente, hizo que algunos amigos famosos nos pagaran el viaje." ("No quiero decir quién pagó por mí", agrega. "No, no fue Bill Cosby".)
Cuando estaba en Oxford, estudió el canon occidental: Shakespeare, Beckett, Pinter. "Pero siempre sentí que los escritores negros eran igualmente clásicos", dice. "Es igual de difícil hacer August Wilson, y las historias que cuenta son épicas."
Después de graduarse, Boseman se mudó a Bed-Stuy, en Booklyn, donde se enamoró de la escena de teatro del hip-hop de Nueva York, escribiendo y dirigiendo obras con estrellas de rap y coros griegos con beatboxes. "Lo que está haciendo Hamilton ahora", dice con orgullo, "nosotros lo hacíamos hace 15 años." Para pagar las cuentas, también daba clases de actuación a chicos en el Schomburg Center, una biblioteca de investigación negra en Harlem. ("Eso le daba tanto orgullo y satisfacción", dice Rashad. "Cuando hablaba de eso, se iluminaba, lo amaba"). Finalmente, empezó a hacer trabajos en los programas habituales -Law & Order, CSI: NY, Cold Case- antes de su primera revelación, el papel de Robinson en 42. Pero a lo largo del proceso, siempre buscaba proyectos que tuvieran el mismo peso emocional que él sentía cuando tenía 17 años y una bala se llevó la vida de su amigo y lo inspiró a hacer su primera obra.
"Para mí, para hacer esto tiene que haber un significado", dice Boseman. "Porque así fue como empezó."
***
Cuando Boseman recibió el papel de Pantera Negra, una de las primeras cosas que hizo fue pedirle a su padre que se hiciera una prueba de ADN. Quería saber más sobre sus raíces. "AfricanAncestry.com", dice. "Son muy específicos acerca de qué grupo étnico venís, y no sólo de qué país." (Dicho sea de paso: Yoruba, de Nigeria, Limba y Mende, de Sierra Leona, y Jola, de Guinea-Bissau). Dice que también rastreó su linaje americano lo más lejos que pudo. "Para ir más lejos", dice con una sonrisa seca. "Tendría que haber buscado archivos de propiedades."
Para T'Challa, Boseman se basó en un amplio abanico de influencias de la vida real: Shaka Zulu y Patrice Lumumba, discursos de Mandela y canciones de Fela Kuti. Leyó sobre guerreros Masai y habló con un babalawo Yoruba. Para sus primeras escenas de pelea, se entrenó en artes marciales africanas -boxeo Dambe, lucha Dambe y capoeira angoleña. También viajó dos veces a Sudáfrica para hacer investigaciones. En un viaje, un músico callejero de Ciudad del Cabo lo bautizó con un nombre Xhosa: Mxolisi, o "el hacedor de la paz".
"Creo que fue su manera de decir: ‘Como afroamericano, sé que estás desconectado de tus ancestros y tu cultura y tus tradiciones’", dice Boseman. "‘Esta es mi forma de recibirte de vuelta’."
Lo más importante para él fue el acento. En la película, los habitantes de Wakanda esencialmente hablan en Xhosa, uno de los lenguajes oficiales de Sudáfrica, y cuando hablan inglés, lo hacen con un acento Xhosa. "Tuve que esforzarme para eso", dice Boseman. "Sentí que no había forma de hacer la película sin acento. Pero tuve que convencer [al estudio] de que era algo que podíamos hacer sin tener miedo. Mi argumento era que había que entrenar el oído del público en los primeros cinco minutos -darles subtítulos, darles lo que necesitaran- y creo que lo van a seguir del mismo modo que siguen el acento irlandés o cockey. Vemos películas todo el tiempo en las que pasa esto", agrega. "¿Por qué, de repente, es: ‘No podemos seguirlo’, porque es africano?"
Y después, por supuesto, estaba Obama. Cuando apareció la idea de una película de Pantera Negra, un negro era presidente de Estados Unidos. "Creo que su presencia abrió la puerta para esto, de algún modo", dice Boseman. Tomó prestado de Obama el concepto de "un líder que no responde a las críticas -el tipo de persona que puede tragarse la lengua-, y mantener la calma". También dice que él y Coogler hablaron sobre el vibranio -el metal ultravalioso que provee a Wakanda de su riqueza y su poder tecnológico- como un arma nuclear. "Es algo similar", dice. "¿Quién querría recibir la llamada a las tres de la mañana? Prefiero ser alguien como [Obama] o T'Challa que... cualquier otra persona."
Lo cual nos lleva al mandatario actual. ¿Qué piensa Boseman que pensaría T'Challa -el genio multimillonario monarca del reino más sofisticado de Africa- de que el presidente Trump se refiriera a algunas naciones africanas como "países de mierda"?
Boseman -quien el año pasado dijo que Trump "les estaba dando voz a los supremacistas blancos"- hoy apenas sonríe. "Me encantaría contestar eso", dice. "Pero no quiero darle tiempo de Pantera."
***
Un par de días después, Pantera Negra tiene su estreno comercial en un cine de L.A. Pareciera que medio Hollywood negro está acá: Don Cheadle mastica pochoclo en el palco, Laurence Fishburne reparte saludos con el puño en la escalera, Donald Glover se pasa hilo dental con un traje color mandarina, Jamie Foxx tiene una remera que dice WAKANDA FOREVER. Cuando pasan la película, hay gritos, llantos, risas y múltiples ovaciones de pie. Es una celebración. La gente lo siente.
Más tarde esa semana, Coogler está sentado en el balcón de un hotel en Beverly Hills, tratando de procesarlo todo. "Los estrenos son emocionalmente abrumadores, man", dice. Estaba enfocado sobre todo en los alrededor de 50 miembros de su familia que fueron a verla desde la Bay Area, algunos de ellos, como su abuela, ancianos y en silla de ruedas. "Estaba tratando de asegurarme de que estuvieran bien", dice. "Tenía la cabeza a mil."
Se dijo mucho acerca de que Coogler fuera el primer director negro de una película de Marvel, pero comparativamente poco acerca de su edad. Tiene sólo 31, impactantemente joven como para estar a cargo de una película tan gigante. "Es el director más joven que jamás hayamos contratado", dice Feige, de Marvel. "Tiene un talento tremendo."
Las dos películas anteriores de este niño maravilla -la favorita de Sundance de 2013, Fruitvale Station, acerca del asesinato de Oscar Grant, un hombre negro desarmado asesinado por la policía por la espalda mientras estaba boca abajo en la plataforma de un subte en Oakland; y el relanzamiento de Rocky de 2015, Creed, acerca de un boxeador joven, el hijo de Apollo Creed, que crece en centros de detención juvenil y aprende a canalizar su broca en el ring- fueron éxitos de taquilla y de críticas, lo cual no dejaba ninguna duda de que Coogler estaba a la altura del desafío. Pero Jordan, protagonista de ambos filmes, dice que seguía siendo "surrealista" estar en el set de una película de 200 millones de dólares con el mismo director que, cinco años atrás, estaba filmando una película independiente de 900.000 dólares con, según dice Jordan, "algo de duct tape y una cámara".
"Cada tanto, estábamos armando la siguiente toma", dice Jordan, "parados a un costado, los dos diciendo: ‘Man, ¡esto es una locura!’."
Por su parte, Coogler dice que estaba demasiado estresado como para disfrutarlo realmente. "Pero todos los días veías algo y decías: ‘Dios. Estoy haciendo esto en serio’."
Coogler dijo que Pantera Negra es la película más personal que haya hecho, lo cual parece poco probable, hasta que lo explica.
"¿No sé si alguna vez escuchaste a James Cameron hablar de cómo hizo Titanic?", dice. "Escuché entrevistas con él, e hizo Titanic porque quería explorar el océano. Lo que más lo apasionaba era bucear en el mar, y encontrar tesoros bajo el agua, y vio Titanic como la oportunidad de hacer eso, que le pagaran, y quizás incluso sacar una película de ahí. Hizo una película increíblemente exitosa como resultado de la curiosidad de un tipo."
La Pantera Negra de Coogler, trata sobre muchas cosas: familia, responsabilidad, padres e hijos, el poder de las mujeres valientes. Inmigración, fronteras, refugiados. Lo que significa ser negro. Lo que significa ser africano. Lo que significa ser un ciudadano del mundo.
Pero también es una película sobre Estados Unidos -los Estados Unidos de las penas mínimas obligatorias y el comercio transatlántico de esclavos-. Trata sobre cómo, en palabras de un personaje: "los líderes fueron asesinados, y las comunidades desbordadas de drogas". Y trata sobre -en las cautivantes últimas palabras de otro personaje-: "mis ancestros que saltaron de los barcos, porque sabían que la muerte era mejor que las cadenas".
Cuando Coogler era chico en Oakland, su padre trabajaba en un centro de detención juvenil en San Francisco. "Se llama YGC -Youth Guidance Center", dice Coogler. "Es donde encarcelan a los jóvenes. Y es una mierda."
Cuando Coogler cumplió 21 años, también consiguió un trabajo ahí. "Frisco es una ciudad predominantemente blanca y asiática", dice. "Pero vas ahí, y son todos chicos negros e hispánicos. Los ves con [penas] extendidas que no tienen sentidos. O vas el día de visitas familiares y ves a las familias: ‘Oh, man. ¿A eso tienen que volver esos chicos? Esos chicos no tienen ninguna chance’."
Algunos de los temas con los que tuvo que lidiar Coogler en el YGC serían centrales en sus dos primeras películas: familias rotas, excesos policíacos y de encarcelación, la muerte de oportunidades para los jóvenes negros. También aparecen en Pantera Negra. Sobre todo, es a través del personaje de Jordan, Killmonger, un miembro abandonado de la familia real de Wakanda que se crió huérfano en Oakland y se transformó en integrante de la Navy-SEAL devenido asesino encubierto. Regresa a su país ancestral para sacar a T'Challa del trono, al igual que para usar las riquezas y las armas de Wakanda para iniciar una revuelta racial internacional. "De donde yo vengo, cuando los negros empezaban revoluciones, no tenían poder de fuego ni recursos para luchar contra sus opresores", dice en un momento. Su plan es armar a la gente de color de todo el mundo, "para que puedan levantarse y matar a los que tienen el poder".
Jordan, como Boseman, para hacer de Killmonger también se basó en figuras de la vida real: Malcolm X, Marcus Garvey, Huey P. Newton, Fred Hampton, Tupac Shakur. "Es un joven negro de Oakland, que se crió bajo opresión sistemática, sin su mamá ni su papá, criado en adopción, como parte del sistema", dice Jordan. "Como [Killmonger] es afroamericano como yo, entendí su rabia, y cómo pudo llegar al punto en el que tenía que hacer lo que tenía que hacer, lo que fuera necesario."
Para Boseman, Killmonger y T'Challa son dos lados de la misma moneda. No tanto Malcolm y Martin -porque T'Challa también quiere luchar- pero algo parecido. Radical versus diplomático, revolucionario versus pacifista. "Esas ideas, ese conflicto; llevo toda mi vida teniendo esa conversación", dice. "Pero nunca ocurrió en un escenario en el que pudieras escucharla. Así que el hecho de poder tener esa conversación, y que la puedas escuchar -y que tengas que hacer algo con ella-, es lo que hace que esta película sea muy diferente."
En otras palabras, disfrutá de tu película de superhéroe negro. Pero preparate también para hacerte cargo de 500 años de opresión sistemática.
"Mucha gente compró sus entradas", dice Boseman con una sonrisa. "Pero no se esperan eso."
***
Tras un largo día de publicidad, Boseman está relajándose en The Dime, un bar de hip-hop cerca de West Hollywood. Está con Logan Coles, su compañero de escritura y gran amigo de Howard, y Addison Henderson, su amigo y entrenador. Están acá para festejar: además de la película, la mujer de Coles está embarazada de ocho meses de su primer hijo. "Está por explotar", dice Boseman. Levanta su vaso de tequila: "¡Por la nueva vida!".
Mientras el DJ mezcla Tupac y Nas, se apiñan alrededor de una banqueta y planean el futuro. Ciertamente vamos a ver más de Pantera Negra este verano, cuando se junte con Capitán América para defender al mundo contra una invasión alienígena en Avengers: Infinity War. Pero Boseman parece más entusiasmado con volver a escribir. Coles y él están por empezar a trabajar en un guión acerca de un pastor y activista anti-pandillas de Boston, cuyo papel Boseman espera interpretar. También están afinando los detalles de un guión que escribieron y se llama Expatriate, acerca del secuestro de un avión en los 70, que Barry Jenkins, ganador del Oscar (Moonlight), ya aceptó dirigir.
Boseman tiene muchas cosas que quiere hacer. "En nuestra cultura hay un montón de historias que no fueron contadas, porque Hollywood no creía que eran viables", dice. "Estaría bueno ver porciones de la historia que no hemos visto con figuras africanas. Como los africanos en Europa, los moros en España. O si vas a Portugal, tienen estatuas de gente negra por todos lados. No sólo estuvimos acá", dice Boseman, "sino que afectamos directamente todo lo que vos pensás que es europeo."
"Es notable, man", dice Coles. "Me acuerdo estar sentado en un café en Bed-Stuy, y teníamos plata para dos cafés. Pero conocíamos al amigo que era dueño del lugar, y nos traía sopa, y nos quedábamos hasta la noche trabajando en los guiones. Nunca nos imaginamos algo de superhéroes."
La moza trae más tragos, y Boseman propone otro brindis. "Por ver la película", dice. "¡Y por saber que está buena!"
Antes de separarnos, Boseman cambia de opinión. Está hablando del viaje a Oxford, del famoso que le dio el dinero a Rashad. "Cuando volvimos, recibimos una carta del benefactor", dice. "Denzel me pagó a mí."
Sí, ese Denzel. "Estoy seguro de que él no tiene idea", dice Boseman. "Fue de casualidad." Le escribió una carta cuando lo descubrió -"¡No veía la hora de escribirle la carta de agradecimiento!"- pero a menos que Washington sea un acaparador o tenga memoria fotográfica, no hay razones para creer que se acuerda de un estudiante universitario de hace 20 años. "No veo la hora de conocerlo, para decirle."
Hay una razón por la que antes no me lo quería decir. "Uno no quiere hacer que alguien sienta que te debe algo más", dice. "Ya te dieron lo que supuestamente te tenían que dar. Pero esta mañana, me di cuenta de que llegué a un un punto en el que nadie va a creer eso." Sonríe. "Ya no necesito más ayuda."
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