La Primera Guerra Mundial revive de la mano de Peter Jackson
Peter Jackson muestra las cartas desde el comienzo. Los créditos iniciales de Jamás llegarán a viejos (They Shall not Grow Old), el primer documental de la carrera del aplaudido director de El señor de los anillos, es un trabajo por encargo solicitado por el gobierno británico para formar parte de las conmemoraciones del centenario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, en 1918. A la convocatoria se sumaron el Museo Imperial de la Guerra de Londres (Imperial War Museum) y la British Broadcasting Corporation (BBC), que pusieron a disposición de Jackson la extraordinaria materia prima de una obra absolutamente inusual. También hizo su aporte la Oficina de Guerra del Reino Unido.
El largometraje de Jackson llega este jueves a 15 complejos de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, más uno de La Plata y otro de Mar del Plata, luego de estrenarse en la Argentina la última semana como parte de la programación del Bafici 2019. La distribución pertenece a Warner, que decidió lanzar este largometraje en 18 países luego de la premiere mundial que tuvo lugar a mediados de octubre de 2018 en el London Film Festival. La Argentina es uno de los pocos privilegiados que tuvo esa suerte. Jamás llegarán a viejos hoy ya está disponible en el Reino Unido dentro de la programación de la BBC. También llegará allí a las escuelas, pero merece verse en pantalla grande. En Estados Unidos alcanzaron apenas tres días de exhibición para convertirla en el documental más visto de los últimos tiempos. En algunos países llegó a mostrarse en copias 3D.
Aquí no se habla ni de estrategias, ni de batallas ni del contexto histórico del conflicto. Nuestro foco está en la experiencia humana y social de haber estado en la guerra
Desde hoy, Jamás llegarán a viejos está disponible en los cines argentinos en la versión 2D subtitulada. Jackson, que venía trabajando desde 2015 en este proyecto, anticipó en su momento que su nueva obra no podría compararse con los muchos trabajos documentales que aparecieron el año pasado en distintos canales y formatos televisivos para recordar el final de la Primera Guerra Mundial.
"No hicimos una película para mostrar la experiencia de lo que fue pelear o entrar en combate durante esa guerra. Aquí no se habla ni de estrategias, ni de batallas ni del contexto histórico del conflicto. Nuestro foco está en la experiencia humana y social de haber estado en la guerra. Son las caras de los hombres que participan de los enfrentamientos lo que te conmueve. Son los seres humanos que estaban allí de verdad, empujados a esa situación extraordinaria que definió sus vidas", adelantó Jackson cuando estaba en plena producción.
Lo que hizo Jackson es prodigioso. Tomó cientos de horas de material fílmico original de aquél tiempo (la Primera Guerra Mundial fue el primer hecho de su tipo registrado de manera sistemática por las cámaras) y transformó ese valioso acervo conservado en el Imperial War Museum en un largometraje con su sello. Le aplicó a ese patrimonio alguna de las técnicas de vanguardia en efectos visuales y sonoros utilizada en sus trabajos previos y logró, de alguna manera, que cobrara vida. Un archivo de imágenes mudas recuperó el sonido gracias a la audaz decisión de Jackson, que fue sumando efectos para que puedan escucharse el rumor de las tropas, el paso de los primeros vehículos mecanizados o los estallidos de los proyectiles arrojados por los cañones. Además, como si quisiera alimentar la polémica con los cultores de la pureza documental, Jackson decidió colorizar esas imágenes. Pero no de cualquier manera: esa paleta reproduce texturas, tintes, gamas y tonalidades propias de quienes participaron de la conflagración. Como señaló Adam Gopnik al comentar la obra en The New Yorker, con la ayuda de ese deliberado manojo de artificios Jackson logró que la Primera Guerra Mundial llegue hasta nosotros con la máxima autenticidad.
A la vez, con la ayuda de especialistas en lectura de labios, logró reconstruir lo que dicen quienes aparecen frente a las cámaras. Aquí está el otro aporte crucial para que este trabajo documental resulte completamente distinto a todo lo conocido. Es el registro oral de decenas de voces de auténticos combatientes acopiado a lo largo de varias décadas por la BBC y guardado en sus archivos sonoros. No hay ni un solo especialista ni historiador ni locutor profesional en los 99 minutos de este documental. Unicamente la palabra de quienes estuvieron en el frente y recuerdan todo lo que pasó durante la Gran Guerra, un conflicto que parece volver a cobrar vida, en toda su cruenta magnitud, a través de un trabajo de reconstrucción que no dejará de sorprendernos y que Jackson dedica a su abuelo, testigo presencial y participante del conflicto.
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