La pieza de Franz, esa vanguardia infinita encerrada en una sonata
Se verá por primera vez en el país la película que Alberto Fischerman rodó en los años 70, nacida de las performances del legendario Grupo de Acción Instrumental, alrededor de la obra de Liszt
En la música del siglo XX argentina, Margarita Fernández tiene un capítulo -o un libro entero- que todavía no se escribió. Que no se haya escrito, responde a una causa muy evidente: la aventura de nuestra pianista y performer mayor sigue abierta. A los 92 años, vuelve de visita a un mundo anterior, el del Grupo de Acción Instrumental, que ella creó en el filo de los años setenta, junto con otro pianista, Jorge Zulueta, Jacobo Romano ("Coco", para los amigos) y del que participaron entre otros Edgardo Cozarinsky.
Casi no hay registros, salvo por un detalle: la película La Pieza de Franz, de Alberto Fischerman, que casi nadie vio (las peripecias de las copias son novelescas), y que tendrá hoy su estreno oficial en el Teatro Cervantes, con una performance -una versión escénica, en realidad- imaginada, claro está, por la propia Margarita.
"Conozco pocos films tan marcados por la historia, por la zarpa de esa mayúscula despiadada, como La pieza de Franz". Eso dice Cozarinsky en las notas de programa de este estreno. A propósito de Wozzeck, el filósofo Theodor W. Adorno creía que algo había madurado en la pieza de Georg Büchner desde su escritura hasta que Berg la convirtió en ópera. La idea me gusta porque trae implicada una maduración más o menos secreta, que en algún momento puede salir a la luz. ¿Qué habrá madurado en La Pieza de Franz en todo este tiempo? O para decirlo de otra manera: ¿qué era La pieza de Franz entonces y qué es ahora? "Lo que señala Adorno me vuelve más creyente de William Blake, cuando él dice que la eternidad está enamorada de las obras del tiempo -responde Margarita Fernández-. Porque el artífice de esa maduración es el devenir del tiempo, el tempo del tiempo. La obra tiene no que atravesar su posteridad sino vivirla para que se liberen sus signos y reciban la fecundidad de quienes quieren conocerla penetrándola y depositando en ella, a su vez, sus propios nutrientes. En La Pieza de Franz, la Sonata de Liszt se sacó las ganas de mostrar su insaciabilidad. Pero para mí, y al hacerlo, creció en el reconocimiemto de su identidad. Hoy es una Sonata que recuerda haber sido La Pieza de Franz y se mide con una película que documenta su voracidad, pero que la deja finalmente a solas con su partitura".
Pero no habría que pensar la película de Fischerman (una trilogía con Players versus Ángeles caídos y Gombrowicz o la seducción) sea un simple documento. "La singularidad de esta obra fílmica reside en que, si bien es reflejo del "manifiesto" del Grupo de Acción Instrumental, es también una película autárquica con su propia historia, convertida casi en un secreto film de culto del que se ignora en general toda la transformación músico dramática que la precedió y a la que debe su origen".
Lo que se verá en el Cervantes, como cierre de la temporada del teatro, es la versión escénica actual de La Pieza de Franz, que nació con la intención de exhumar la que se había presentado en junio de 1973 en el Teatro Coliseo. Su nombre entonces era el de Autodeterminemos nuestras hipotecas y aún ignoraba su ulterior destino cinematográfico. "De esa versión, atravesada de principio a fin por acciones escénicas, no quedó registro -cuenta Fernández-. Sería el cine el que habría de guardar fielmente el 'machete' musical de la obra escénica, reproduciendo en su banda sonora la Sonata de Liszt con todas sus inserciones: Vivaldi, Debussy, Chopin, Schönberg, Ravel, Satie, Beethoven, Scriabin, Berg, Cage, el propio Liszt con su Vals Mefisto, Brahms, Mussorgsky". Parece "post", pero aquello que parece "post", en las manos de Margarita se convierte en "pre".
La pieza de Franz
Pianista: Jorge Zulueta, performer: Barbara Hang. Versión fílmica: Jacobo Romano, Ana María Stekelman, Zulueta y Fernández.
Hoy, a las 20, en el Teatro Cervantes
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