La otra cara de un comediante
El jueves se estrenará En busca de la felicidad, que le valió una nominación al Oscar
NUEVA YORK.- Will Smith, uno de los actores cuyo nombre recauda más en las taquillas de los Estados Unidos y del mundo, no siempre tuvo una buena relación con el dinero. En los años 80, cuando de la noche a la mañana ganó una fortuna como cantante, la malgastó en autos, joyas y mujeres, lo que lo dejó al borde de la bancarrota.
Fue esa experiencia lo que lo motivó a protagonizar la historia de En busca de la felicidad , película que, dirigida por el italiano Gabriele Muccino, se estrenará el jueves en la Argentina, y que narra la historia real de Chris Gardner, un vendedor de San Francisco que tras varios y desafortunados sucesos terminó sin un peso, abandonado por su esposa, en la calle y con su pequeño hijo a cuestas (interpretado por su propio hijo menor, Jaden Smith).
"Al menos cuando yo tuve problemas financieros estaba soltero y sin hijos -destacó Smith durante una entrevista con LA NACION-. Afrontar esa situación con un hijo es mucho más difícil, desesperante y desmoralizante; te sentís fracasado como padre. Y eso es algo contra lo que Chris Gardner luchó sin darse por vencido. Tuvo que dormir en baños públicos con su hijo; yo ahí me hubiera quebrado. El, en cambio, lo bañaba por la mañana, lo llevaba a la escuela y luego iba a buscar trabajo. Eso me pareció maravilloso".
Perseverante y siempre optimista, el verdadero Gardner logró finalmente conseguir una pasantía en una firma bursátil en la que pudo desarrollar su talento natural para las matemáticas. Ascendió, pagó sus deudas y hoy es dueño de una multimillonaria empresa financiera.
A Smith no le terminó yendo nada mal tampoco. Luego de esos traspiés en el mundo de la música, pasó a actuar en una serie de televisión que tuvo mucho rating, El príncipe de Bel Air , y de ahí saltó al cine con éxitos comerciales en tono de comedia o acción como Chicos malos , Día de la independencia , Hombres de negro , Enemigo público , Wild wild West y Hitch , que lo convirtieron en uno de los actores más populares y, por ende, rentables de su generación. Sin embargo, eso parece no contentar a este nativo de Filadelfia de 38 años, que a toda costa quiere ser considerado un actor serio.
Ya demostró que puede hacerlo en Alí , la película de Michael Mann en la que encarnó al mítico boxeador Mohamed Alí y no sólo se ganó los aplausos de la crítica sino también una nominación a un premio Oscar en 2001. Y con En busca de la felicidad lo ha logrado de nuevo. Pero tal vez como en aquella oportunidad, cuando perdió frente a Denzel Washington (por Día de entrenamiento ), este año su mayor obstáculo para conseguir la dorada estatuilla sea también otro actor negro, Forest Whitaker, favorito por su papel en El último rey de Escocia .
El Smith que ingresó a la suite del hotel Waldorf Astoria donde se realizó la entrevista es una mezcla del comediante que todo el mundo espera de él con algunas pizcas del actor respetado que quiere ser. Aunque viste muy formal con traje gris y lleva su enrulado pelo un poco más largo de lo habitual, con algunas canas a la vista, lo que le confiere un look más adulto, no bien llega, no deja de mover los brazos cuando habla, hacer muecas con la cara y pararse para bromear.
-¿Te resulta difícil no andar haciéndote el payaso todo el tiempo?
-Y sí. Para mí, la comedia es mi primer instinto natural y me cuesta un poco de tiempo ponerme dentro de un personaje dramático. Estoy acostumbrado a filmar películas más livianas y comerciales, pero creo que es posible hacer una película seria, con actuaciones profundas, que también sea comercial. Y en esto estoy experimentando ahora, en esta etapa de mi carrera. No creo que tengas que sacrificar la naturaleza artística de la actuación para hacer algo comercial.
-¿El humor te sirve de mecanismo de defensa en tu vida?
-Hum...Yo diría que la paciencia y la calma son mis mecanismos de defensa. Mi padre siempre me enseñó que si estás frente a una situación en la que no sabes qué hacer, mejor no hacer nada, pensar y luego actuar. El humor lo uso después. Me gusta hacer reír a la gente, ir iluminándole el día o apenas un momento. Hay algo en ese efecto que produzco en mucha gente que me alimenta el espíritu. Sin duda, es algo que buscaba antes de manera consciente. Probablemente haya algo de máscara en ello, y a medida que he ido creciendo lo fui dejando atrás. Trabajar en este tipo de películas, que me despojan totalmente de mis máscaras, me permite mostrarme con más dimensiones como persona también. Lo que me gustó primero con Michael Mann y ahora con Gabriele Muccino es que lograron sacar todos esos tics y formas de comportarme que me hacen Will Smith. Gabriele me decía todo el tiempo: «Estás posando. No quiero que hagas poses para mi cámara. Estás haciendo muecas como si sintieras dolor, pero quiero verlo de verdad. Paremos de filmar una hora y volvé cuando te duela en serio». Fue agotador; era como que él podía ver mis patrones de respuesta y me sacaba todo el tiempo de esos movimientos míos patentados.
-Tu hijo más pequeño, Jaden, de 7 años, interpreta también al hijo de tu personaje en el film. ¿Te costó trabajar con él?
-No; de hecho, fue mucho más fácil que trabajar con otros niños actores. Hay una química entre él y yo que es natural, que se siente en pequeños detalles desde cómo nos miramos hasta cuando él se da vuelta instintivamente cuando le pongo el abrigo. Son cosas que luego en la pantalla se ven con una textura mucho más auténtica, creo. Dudo de que hubiéramos logrado algo similar con otro chico.
-Muchos te acusarían de nepotismo por haberlo incluido en el film. Además, los paparazzi se escudarían en que estás exponiendo a tu familia públicamente para andar siguiéndolos por todos lados por una foto.
-Creo que son dos cosas muy distintas. En primer lugar, fue idea de Jaden ir a la prueba de casting; él insistió. No se trata del caso de un niño que fue forzado a actuar en una película para la que no estaba preparado. Cualquiera que vea el film se dará cuenta de que tiene condiciones actorales, algo que pocos niños de su edad tienen. Y yo no tuve nada que ver con eso; es su talento natural. Lo único que hicimos sus padres fue ir a México y tomar mucho tequila En cuanto a lo de lanzarlo a la arena pública, el que quiera ser actor no lo hace necesariamente una persona pública, como se toman la libertad de pensar los paparazzi . No les da derecho a saltar verjas para tomarle una foto; pueden hacerlo en una función de estreno o en algún otro evento al que vaya como actor, pero no en su colegio o cuando está jugando con otros chicos en un parque. Entiendo que es parte de lo que viene con este negocio, pero no me parece correcto.
-Siempre has dicho que tuviste un padre estricto. ¿También sos estricto con tus tres hijos?
-No; mi mujer [la actriz Jada Pinkett] y yo tenemos un entendimiento: somos socios de nuestros hijos en la aventura de sus vidas, pero los hacemos a ellos responsables de sus propias vidas, de sus decisiones. Les enseñamos a ellos a hacerse responsables de lo que hacen más que obligarlos a hacer lo que nosotros queremos.
-¿Creés personalmente en la felicidad, en que es algo que se puede alcanzar o que siempre estamos buscando?
-Creo que la constante búsqueda de la felicidad significa de alguna manera haberla alcanzado. Es mantener una actitud positiva, con dignidad, que nos acerca en el camino hacia las cosas que buscamos. Pero no creo que las cosas materiales te puedan traer felicidad. Más allá de garantizarte las necesidades básicas como comida, techo y remedios, lo único que hace el dinero es crearte un colchón más cómodo, no tiene capacidad para hacerte feliz. Creo que la virtud de la felicidad uno la encuentra en el camino.
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