La niña de la foto: cómo es el perturbador documental de Netflix que está entre lo más visto de la plataforma
La nueva producción “true crime” del servicio de streaming parte de la investigación de un presunto accidente en la ruta y desemboca en múltiples y devastadores relatos
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La niña de la foto (Girl in the Picture, Estados Unidos/2022). Dirección: Skye Borgman. Fotografía: Arlene y Michael Nelson. Música: Jimmy Stofer. Edición: Fernanda Tornaghi. Con: Dana Mackin, Robert Christopher Smith, Sarah French, Mark Chinnery. Duración: 100 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
Es complejo analizar un documental como La niña de la foto y no sentir, cuanto menos, una inquietante sensación de que fuimos voyeurs de una historia desgarradora. Por lo tanto, la tarea que a priori tenía Skye Borgman era la de no repetir el mismo abordaje que su otro documental “true crime” para Netflix, Abducted in Plain Sight. En ese caso, la directora se limitaba a recreaciones algo banales de -también- situaciones horrorosas, con inclusión de valiosos testimonios, pero todo estaba teñido por una cierta superficialidad narrativa. Lo contrario sucede con su reciente producción, que no solo no se mueve de lo más visto de la plataforma en nuestro país sino que también generó el efecto “water cooler” pero en el mundo virtual, donde el trabajo de Borgman es comentado con un sentimiento lógico de profunda angustia.
De la historia que se narra (y los hilos que la conectan con tantas otras) se desprende un debate que merece ser tomado con seriedad por los tópicos que se nos presentan: abuso infantil, femicidio y búsqueda de la identidad, entre muchos otros. Sin ir más lejos, el afiche que promociona el documental es, precisamente, la representación visual más clara y devastadora de lo que se nos irá contando de manera paulatina y que tiene como figura central a Tonya Hughes. La niña de la foto comienza con la investigación de la muerte de esa joven quien, en 1990, aparece herida al costado de la ruta en Oklahoma y quien luego fallece a sus 20 años en el hospital al que fue trasladada. La primera arista sobre la que trabaja Borgman es el motivo por el cual Tonya muere cuando, según los médicos que la trataron, no presentaba heridas demasiado graves ni tampoco compatibles con las de una accidente vial. De esta forma entra en escena otra de las figuras clave del documental, Franklin Delano Floyd, marido de la joven, quien además era madre de un niño, Michael.
El panorama se empantana cuando el trabajo de Borgman fragmenta a Tonya y nos hace conocerla a través de dos vías. Por un lado, el mundo de la noche, y el club de strippers en Tampa donde trabajaba para mantener a su niño. Por el otro, el de la escuela secundaria de la que había egresado, donde era conocida como Michelle Hughes, querida y respetada por sus compañeros, alumna ejemplar con un gran futuro por delante. La relación con su padre es lo que trastoca los planes de Michelle y el motivo -al menos inicialmente- por el que se mudan constantemente y ella no puede hacer su vida sola en ningún lugar.
A través de numerosos testimonios, desde la mejor amiga de la secundaria hasta los jefes de policía que investigaron la muerte de Michelle, Borgman comienza a responder uno de los tantos interrogantes: cuál era el verdadero vínculo entre esa joven y Franklin Floyd. La respuesta no es fácil de digerir y en el documental se intenta no caer en los lugares comunes del género, donde casi todo se pasa por el mismo tamiz: música de suspenso cuando es debido, dilación manipuladora de los testimonios, un giro argumental para que no cese la atención...
Si bien ocasionalmente Borgman se tienta con esas herramientas que tiene a disposición para concebir un trabajo atrapante, las va dejando de lado cuando la historia se vuelve cada vez más espesa. Para ello, presenta a Matt Birkbeck, el autor del best seller A Beautiful Child, quien buscó por años la identidad de la niña de una foto que revelaba mucho más de lo que podía creerse. La unión entre esa búsqueda y lo que efectivamente sucedió con Michelle se relata con mucho respeto por los padecimientos de la joven y por las consecuencias de las acciones de Floyd. En ese tramo, el documental cobra una fuerza ineludible pero, al mismo tiempo, se torna insoportable de ver.
El efecto dominó que puso a Michelle en el lugar equivocado provoca un dolor tan grande que La niña de la foto deja de ser un documental más, incluso el acto de recomendarlo puede representar una paradoja. ¿Realmente estamos dispuestos a ser testigos del sufrimiento ajeno? Cuando percibimos el valor que tiene esa búsqueda de la identidad que emprende Birkbeck y compañía, la respuesta es que toda obra que ponga la lupa, sin artilugios, sobre la desprotección que padece la mujer en un mundo abyecto es necesaria, sobre todo cuando hay una perspectiva de género detrás, en este caso aportada por la realizadora de un documental difícil de olvidar.
La niña de la foto está disponible en Netflix.
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