La muerte de Eleanor Coppola: testimonios de la vida fascinante y apocalíptica que compartió con su marido, el director de El padrino
Falleció a los 87 años, poco antes del estreno mundial de Megalópolis, la última película de Francis Ford Coppola, con quien tuvo tres hijos; escribió un libro extraordinario sobre el rodaje de Apocalipsis Now y registró con su cámara imágenes para un documental memorable
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“Yo también miraba desde el punto de vista del observador, sin darme cuenta de que formaba parte del viaje”, confiesa Eleanor Coppola en el comienzo de Hearts of Darkness: A Filmmaker Apocalypse (Corazones de las tinieblas: el apocalipsis de un director), el largometraje documental que The Washington Post llegó a definir como el film más revelador de toda la historia del cine sobre el rodaje de una película.
Esta extraordinaria película de 1991, que lamentablemente (como tantas otras obras imprescindibles) no está hoy al alcance del público argentino en ninguna plataforma de streaming, es el primer recuerdo que aparece en la memoria de cualquier admirador del buen cine apenas conocida la noticia del fallecimiento de Eleanor Jessie Neil, la mujer que estuvo a lo largo de los últimos 61 años al lado de Francis Ford Coppola y adoptó para siempre, frente a los ojos de todo el mundo, el apellido famoso de su marido.
Eleanor, casi tres años mayor que Francis, murió a los 87 años en su casa de Rutherford, un minúsculo enclave urbano instalado en el corazón del Valle de Napa, la región del norte de California en la que el director de El padrino y Apocalipsis Now se consagró a su otra gran pasión: la elaboración de vinos finos, famosos en todo el mundo.
Hollywood llora la muerte de Eleanor no solo por haber sido la gran matriarca de una de las familias más destacadas de esa tan particular realeza que forma parte de la industria del cine. Allí se piensa, en medio de tanto dolor, todo lo que significará en este momento semejante ausencia en lo que parece ser el último gran acto de la excepcional vida artística de quien ahora es su viudo.
Cuando Eleanor, con su cámara, hizo entre 1976 y 1977 todo el registro documental de los 238 días del enloquecido rodaje de Apocalipsis Now en el archipiélago de las Filipinas, la apuesta artística y personal que aceptó llevar adelante junto con su marido fue a todo o nada. “Para hacer la película, Francis puso todos nuestros bienes en garantía. Un par de millones de dólares salieron de su propio bolsillo”, contó una vez. Quería plasmar sin condicionamientos su visión sobre la guerra de Vietnam y arriesgó en ella casi todo lo mucho que había ganado con las dos películas de El padrino.
La historia se repite, pero de una manera mucho más triste a partir de ahora. A los 85 años, Coppola se sumará este año a la competencia oficial del Festival de Cannes (en donde ganó la Palma de Oro de 1979 por Apocalipsis Now) con Megalópolis, el proyecto con el que viene soñando desde hace 40 años y pagó de su bolsillo. Buena parte de los 120 millones de dólares invertidos en esa producción surgieron de la venta en 2021 de los viñedos de Napa y la bodega Francis Ford Coppola Wine, ambas de su propiedad.
Detrás del vértigo, del ruido, de la audacia sin límites y de la actitud decidida siempre sin vuelta atrás que caracterizaron siempre a su marido, Eleanor aportó en silencio el equilibrio, la calma, el poder de observación y todas las sutilezas necesarias para que el barco conyugal y familiar no terminara de naufragar, inclusive durante aquellos momentos en los que, a semejanza de la nave que conduce al oficial Willard (Martin Sheen) hacia la guarida del tenebroso Coronel Kurtz (Marlon Brando) en Apocalipsis Now, todo parecía ir a la deriva y sin rumbo.
A Eleanor Coppola se la recordará también como una de las artistas que llegó a la edad más longeva como directora debutante. Hizo su ópera prima con una historia de ficción cuando tenía 81 años, París puede esperar (Paris Can Wait, 2016), con Diane Lane, Arnaud Viard y Alec Baldwin. Esta obra sí llegó a estrenarse en los cines argentinos y hoy está disponible en el catálogo de Amazon Prime Video.
Pero esta amable y delicada comedia romántica no resulta suficiente para entender el significado de su obra artística y sobre todo su papel decisivo y crucial en el momento más importante de la carrera de su famosísimo marido. Sin Eleanor a su lado, hubiese sido casi imposible para Francis Ford Coppola llevar a cabo una de sus obras maestras, de lo más influyente que tuvo el cine estadounidense desde el momento en que se hizo hasta la actualidad.
Con sus propias inquietudes artísticas
Como señaló muy bien el crítico Joe Utichi en un gran perfil publicado hace pocas horas en el sitio de información y análisis de Hollywood Deadline, el testimonio documental que Eleanor Coppola realizó sobre el rodaje de Apocalipsis Now (disponible en Star+) funciona desde hace tres décadas como “un bálsamo para cualquier cineasta que haya encontrado obstáculos en su camino, es decir, para todo cineasta”.
Eleanor debe haber sentido en ese momento que ese era el lugar que le tocaba y desde el cual habría de canalizar todas las inquietudes artísticas que espontáneamente se fueron forjando en su temperamento natural de artista. Nacida y criada muy cerca de Los Ángeles, hija de un ilustrador y caricaturista político del diario San Francisco Examiner, se convirtió en artista múltiple con destacadas intervenciones en la elaboración de murales, la escultura y las instalaciones en video.
Además de las imágenes registradas con su cámara en el documental, Eleanor escribió un diario de rodaje que luego se convirtió en un libro apasionante. En el libro Notas a Apocalipsis Now, que Emecé editó entre nosotros en 2002, junto al relato estremecedor e impactante de un rodaje tan desbordado, cuenta sin vueltas cómo esa experiencia marcó para siempre el derrotero de su propia vida y la de su familia.
“Viajamos a Filipinas como una familia circense, con Francis en la cuerda floja y el resto de nosotros sosteniendo la soga”, confiesa en una de las mejores biografías sobre Coppola, firmada por el crítico y estudioso británico Peter Cowie. Eleanor y Francis se conocieron en Irlanda mientras se rodaba Dementia 13, la ópera prima como director de Francis. Era 1963. Para ese momento, Eleanor ya se había graduado en Artes en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) y estaba en ese momento de novia con un asistente de fotografía de la película. En Irlanda terminó acercándose al director, que extendió el interés romántico a un terreno más prosaico: si la ayudaba, le daría el 1% de las ganancias de la película.
Eleanor y Francis se casaron en Las Vegas en 1963. La boda misma fue una muestra del poco interés de la pareja por construir una vida parecida a la que Hollywood espera de las figuras que trabajan en ese pequeño gran universo. Eleanor estaba allí trabajando en la elaboración de un mural artístico ubicado en el aeropuerto local y aprovechó la ocasión para invitar a unos pocos parientes y amigos, que llegaron en tren para acompañar la celebración.
A partir de allí, la vida en común fue una sucesión de muestras y pruebas de equilibrio, concesiones mutuas y resignación por momentos (de parte de ella) a los efectos más incómodos del comportamiento caudaloso, anárquico y a veces irresponsable de su cada vez más célebre marido.
Cuentan los narradores más rigurosos de la vida de Coppola que Eleanor nunca quiso transformarse en la arquetípica esposa y madre de una familia identificada con algunos valores de la tradición italiana con la que soñaba Francis, pero se consagró al mismo tiempo sin límites a la crianza y el cuidado de los tres hijos de la pareja, Gian Carlo, Roman y Sofia. El primogénito falleció en 1986, cuando tenía apenas 25 años, al ser decapitado por un cable durante un accidente a bordo de una lancha. Como sus hermanos menores, también había elegido dedicarse al cine.
A Roman (guionista y productor) y Sofia (la destacadísima realizadora de Perdidos en Tokio, por ejemplo) les tocó recoger el legado de sus padres y mantener con algunas obras brillantes en lo más alto el apellido familiar. Con personalidad propia y genuino talento (ambos tuvieron nominaciones y triunfos en el Oscar) se sumaron al extenso clan familiar que también integran Gia Coppola (la hija de Gian Carlo, actriz, directora, guionista), Talia Shire (hermana de Francis y reconocida actriz), y dos estrellas más, sobrinos de Francis y Eleanor: Nicolas Cage y Jason Schwartzman.
El documental sobre el rodaje de Apocalipsis Now refleja varias veces todo el compromiso familiar de Eleanor. Allí cuenta, por ejemplo, que llegó a Filipinas el 1° de marzo de 1976 junto con sus hijos. Gian Carlo tenía 12; Roman, 10 y Sofia, cuatro. Para la más pequeña de los Coppola ese lugar era lo más parecido a Jungle Cruise, la popular atracción de Disneylandia que mucho tiempo después tendría (sin mucha suerte) su película propia.
“Quizás Francis quiera tenerme permanentemente ocupada”, cuenta en un momento. Empezó a registrar imágenes de lo que ocurría detrás de las cámaras durante el rodaje sin la intención inicial de hacerlas públicas. Hay más de un testimonio de Coppola que seguramente no hubiese sido dicho con tanta naturalidad si el director sabía que lo filmado formaría parte de algún backstage oficial.
Lo dice en un momento la propia Eleanor, acompañando esas palabras con expresiones propias de quien parece haber perdido en un momento la cabeza y el equilibrio en simetría con lo que cuenta la película. “Da miedo contemplar a la persona que uno ama enfrentarse de esa manera a sus propios miedos. El miedo al fracaso, a la muerte, a volverse loco”, dice mientras la pantalla muestra a Coppola hablando de la posibilidad de pegarse un tiro o llevando un arma (¿de utilería o de verdad?) a su propia sien.
La vida de Eleanor estuvo marcada por las contradicciones. En Notes on a Life (Notas sobre una vida), la autobiografía que se conoció en 2008, escribe: “Tenía una guerra interna en curso. Un conflicto entre querer ser una buena esposa y madre, y también dibujar, pintar, diseñar, escribir y grabar videos. Me concentro en la familia e imagino que habrá tiempo para mis intereses, pero rara vez lo encuentro”. La anotación pertenece a 1992.
“Una vida modesta”
Siempre evitó la vida fastuosa. Nunca se sintió cómoda en las amplias residencias que habitó gracias a los ingresos obtenidos por Coppola en su buena época como cineasta y, más tarde, como empresario y productor de vinos de alta gama. Hay un momento notable en el documental Hearts of Darkness que muestra imágenes de una fiesta organizada por los Coppola en una casa muy lujosa durante la pausa forzada en el rodaje de Apocalipsis Now por culpa de un devastador tifón en las Filipinas. Allí, con orquesta y todo, Francis departe con invitados de lujo: George Lucas, Wim Wenders, Robert De Niro y muchísimos más. “Siempre quise una vida más modesta”, confesó Eleanor más de una vez.
Las tensiones entre la vida pública y la privada marcaron el ánimo de Eleanor y el funcionamiento de la pareja. El diario de rodaje de Apocalipsis Now habla también de la catástrofe conyugal que creció en medio del caótico rodaje. En aquel momento Coppola mantuvo relaciones paralelas con dos mujeres, una de ellas asistente de producción. Eleanor, mientras tanto, debía sobrellevar toda clase de inclemencias en su ánimo y en la vida concreta. Cuenta que el tifón, por ejemplo, encontró en un momento “a Francis haciendo pasta mientras La Bohéme sonaba a tope y Sofía chapoteaba en medio de un cuarto totalmente inundado”.
Con el tono mesurado y la tranquilidad que la identificaron, Eleanor encontró después de varios infiernos sucesivos un espacio para el equilibrio. Se dedicó por ejemplo a acompañar con nuevos documentales, mucho más sosegados, la ascendente carrera de Sofia como directora. Así ocurrió con Las vírgenes suicidas (1998) y María Antonieta (2007). Nunca se preparó, según propia confesión, para el tipo de vida que le tocó junto a su marido y “de mala gana o no –como escribió Utichi en Deadline- permitió que sus ambiciones creativas pasaran a un segundo plano, pero nunca dejaron de brillar”.
Cuando llegue el momento del estreno mundial de Megalópolis, previsto ya para el 17 de mayo en la competencia oficial de Cannes, los brillos del festival más importante del mundo dejarán lugar para una certeza: todos sabrán allí que Eleanor Coppola no solo fue una fiel sombra que estuvo desde 1963 al lado de uno de los directores de cine más famosos de Hollywood. Sin ella, la obra con la que Francis Ford Coppola viene soñando toda su vida jamás se habría hecho realidad. Ella también fue parte del viaje.
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