La muerte como protagonista
La reciente secuela de Batman se suma a la macabra lista de películas malditas, inmortales en el recuerdo por el destino fatal de sus actores
Cuando gritaron: "¡Corte!" Brandon Lee, el hijo del ídolo de las artes marciales Bruce Lee, permanecía recostado sobre el suelo del set de filmación del thriller gótico El cuervo. La escena que acababa de filmar, en la que recibía una serie de disparos, sería la última de su vida porque la bala que penetró en su estómago era verdadera. La película dirigida por Alex Proyas, en 1994, fue su despedida. Brandon murió joven, a los 28 años, al igual que su padre, quien falleció a los 32, durante el rodaje de El juego de la muerte , en la que interpretaba a un actor que muere en un accidente de filmación. Escalofriante, pero real: la trama de aquella película sería premonitoria de la suerte de su descendencia.
Muertes, accidentes, incendios, tragedias o enfermedades suelen ser sólo desgraciadas coincidencias, pero cuando éstas ocurren antes, durante o inmediatamente después de un film, la misma ficción puede mezclarse con la realidad y sugerir que se trata de una película maldita. Aquellas que no serán recordadas por sus fracasos en la taquilla, sino más bien por estar ubicadas en el imaginario colectivo junto a la suerte de los actores, enterrados por la misma maldición que recorría los sets de filmación.
La más reciente secuela de Batman cuenta con todos los ingredientes necesarios para ganarse la etiqueta de maldita, porque la muerte del actor Heath Ledger, quien encarna al infame Guasón en Batman, el caballero de la noche , por una sobredosis de ansiolíticos y calmantes unos meses antes del estreno, sólo fue el presagio de lo que sobrevendría después. Al actor Morgan Freeman, su participación como Lucius Fox le costó un par de huesos rotos y un divorcio, por accidentarse mientras manejaba su auto acompañado por una mujer que no era su esposa. Pero la cadena de infortunios continuó con la muerte del técnico Conway Wickliffe mientras se preparaba para la filmación y el escándalo de fotos pornográficas que tuvo como blanco a una las figuras del reparto (Edison Chen). Ni el mismo Batman pudo escaparle al lúgubre karma del film. Christian Bale, quien se pone por segunda vez el disfraz del héroe murciélago, fue acusado por su propia madre y hermana por el cargo de agresiones y casi se pierde el glamour del estreno por su reclusión tras las rejas.
Otro de los superhéroes que comparte el estigma de maldito es Superman. El primer actor en dar vida al superhombre volador fue Bud Collyer, quien le prestó su voz a los dibujos animados, y murió tan sólo unos años más tarde por "leves" problemas circulatorios. El primero en ponerle el cuerpo fue George Reeves, conocido por su papel en la exitosa serie de televisión Aventuras de Superman de los años 50, que se sumó a la lista fúnebre al ser encontrado muerto, en 1959, con un disparo en la cabeza. La maldición se propagó hasta alcanzar al actor Christopher Reeve, el más conocido Superman cinematográfico, que tras caerse del caballo que montaba en 1995, quedó tetrapléjico y confinado a una silla de ruedas.
Pero hay más films que se acercan al primer puesto en el funesto ranking de las películas malditas. Cuando la actriz Ellen Burstyn pidió que se quitara del libreto de El exorcista la frase: "Creo en el diablo" quizá presintió la sucesión de fatalidades que envolverían al film poco tiempo después. Sin embargo, su sugerencia no sirvió para evitar las nueve muertes que rodearon a esta película, estrenada en 1973 y dirigida por William Friedkin. La supuesta maldición actuó desde el primer día de rodaje, cuando simultáneamente murieron el abuelo de la actriz Linda Blair (la niña poseída) y el hermano de Max Von Sydow (el anciano Padre Merrin). Quienes se suman a la lista negra son los actores Jack Mac Gowran y Vasiliki Maliaros, que no llegaron al día del estreno. El destino de la versión teatral del diabólico film, que se estrenó en 1975 en el Teatro de la Comedia de Londres, resultó fácil de predecir: mortal. La actriz que le prestó el cuerpo a la niña poseída, Mary Ure, fue encontrada muerta poco después de su primera función en la piel de Regan. El director se acercó a su camarín para felicitarla y la halló tumbada en la cama, con los brazos cruzados y bañada en vómito.
Otra de las películas merecedoras de la etiqueta de maldita es El conquistador de Mongolia , dirigida por Dick Powell y producida por el magnate Howard Hughes, en 1956. Los protagonistas del film, John Wayne y Susan Hayward, fueron trasladados junto a todo el equipo hacia unas locaciones en el desierto de Utah, próximas a un campo de pruebas del gobierno de los Estados Unidos donde se experimentaba con armas nucleares. En aquella época, la relación entre la exposición al polvo radiactivo y el cáncer no era tan evidente. Lo que resultó de aquella megaproducción todavía se recuerda como un escándalo: de los 220 integrantes del film, 91 desarrollaron algún tipo de cáncer. Entre ellos se cuentan las luminarias Susan Hayward y John Wayne, que murieron, en ambos casos, de aquella enfermedad. Quizá la más mortal de todas las películas malditas de la historia.
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